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Vida y libertad

«Si la vida social se adentra en las arenas movedizas de un relativismo absoluto, entonces todo es pactable, todo es negociable, incluso el primero de los derechos fundamentales, el de la vida». (San Juan Pablo II, El Evangelio de la vida)

Creemos que el ser humano es el origen y razón de ser de la sociedad y del Estado. Toda persona, en nuestro criterio, es única, irrepetible, histórica y trascendente y está llamada a conquistar su libertad y realización plena en unión y compromiso solidario con los demás. Es deber del Estado proteger su vida y su integridad desde el momento mismo de su concepción hasta su muerte natural, así como garantizar el desarrollo integral personal y de la comunidad.

La Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, ante la realidad que vive nuestra Patria comparte esta reflexión. Nos pronunciamos como ecuatorianos y como cristianos:

Lo hacemos ante un país en el que la mayoría de las personas se confiesa cristiana y el Estado, que nos representa históricamente, se define como laico. La aparente contradicción no existe, no es problema de mayorías y minorías; es una derivación de la democracia, como herederos de este escenario hemos trabajado para reconstruirlo permanentemente, aprendiendo a ser un pueblo digno, legítimo, soberano, íntegro, libre, democrático, plural y solidario.

En nuestro Ecuador la inclusión y el diálogo deben primar, sin espacios para exclusiones ni silenciamientos por creencias y pareceres. A veces, ante temas muy sentidos, por tratarse de derechos fundamentales como el de la vida, la salud, la educación, etc., se pretende descalificar voces no por lo que dicen, sino por el origen y función social que tienen, es el caso de los ministros religiosos, y esto es antidemocrático y anticivilizatorio.

Nuestro país, siendo mayoritariamente de creyentes, sin ser una cristiandad, tampoco se define como ateo y menos como amoral. Si hay personas que rechazan una moral fundamentada en Dios, otros, los que creemos, que somos la mayoría, no aceptamos como válidos criterios basados en relaciones exclusivamente marcadas en intereses personales.

La solidaridad, la sociabilidad, la socialidad de las personas se expresan en las instituciones, las cuales están para servir a sus mandantes cumpliendo las funciones y tareas que ellos las dieron. De ahí que las instituciones estatales, cualquiera que estas sean, por ética y por ley están obligadas a ser mandatarias de la voluntad popular; son las primeras responsables del bien común y no pueden decidir o hacer lo que los mandatarios, legisladores o jueces de turno tengan a bien, de acuerdo exclusivamente a su voluntad, eso sería una tiranía, deben cumplir a raja tabla la Constitución y las leyes de la República. En el caso de duda del cumplimiento de la voluntad popular, se debería consultar directamente a la ciudadanía cuál es su parecer y veredicto final.

De todas las instituciones humanas, la familia es la célula vital de la sociedad, ella es el origen de la vida y la ciudadanía. Es obligación y responsabilidad de todos, particularmente del Estado, cuidarla, protegerla, mantenerla y favorecerla para que cumpla eficiente y eficazmente su tarea. Debilitar los lazos familiares y la autoridad natural de los padres respecto de la formación integral de sus hijos, es fatalmente suicida para cualquier colectividad.

Debemos trabajar juntos, como sociedad organizada, como ciudadanía, en la plenitud de nuestras potencialidades, para construir un país más justo, equitativo, responsable, libre, fraterno y solidario. · #ComuniquemosEsperanza

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Carta No. 44 – 6 de septiembre 2020, de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz |Con los ojos fijos en El
en la realidad y la fe