Ciudad del Vaticano.- «La vejez: nuestro futuro. El estado de las personas mayores después de la pandemia» es el título del documento que acaba de presentar la Pontificia Academia para la Vida, en el marco de una conferencia por streaming, desde la sala «Juan Pablo II» de la Santa Sede. De acuerdo con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en el documento se propone una reflexión sobre las lecciones que hay que extraer de la tragedia causada por la propagación del Covid-19, sobre sus consecuencias para hoy y para el futuro próximo de nuestras sociedades.
Repensar el modelo de desarrollo
Lecciones que han hecho surgir una doble conciencia: «por un lado, la interdependencia entre todos y por otro la presencia de fuertes desigualdades. Todos estamos a merced de la misma tormenta, pero en un cierto sentido, se puede decir, que remamos en barcos diferentes, los más frágiles se están hundiendo cada día”. “Es esencial repensar el modelo de desarrollo de todo el planeta», dice el documento.
Covid-19 y las personas mayores
Durante la primera oleada de la pandemia, una parte sustancial de las muertes por Covid-19 se produjo en instituciones para ancianos, lugares que se suponía que debían proteger a los más frágiles de la sociedad y en los que, en cambio, la muerte golpeó desproporcionadamente más que en el hogar y el entorno familiar.
“Lo que ha sucedido durante la pandemia deCOVID-19 nos impide resolver la cuestión de la atención a los ancianos con la búsqueda de chivos expiatorios, de culpables individuales y, por otro lado, de levantar un coro en defensa de los excelentes resultados de los que evitaron el contagio en las residencias. Necesitamos una nueva visión, un nuevo paradigma que permita a la sociedad cuidar de los ancianos”.
Dos mil millones de personas mayores de 60 años en 2050
El documento de la PAV subraya que “bajo el perfil estadístico-sociológico, los hombres y las mujeres tienen en general, hoy en día, una más larga esperanza de vida”. “Esta gran transformación demográfica representa, efectivamente, un gran desafío cultural, antropológico y económico». Según datos de la Organización Mundial de la Salud, – se lee en el documento – en 2050 en el mundo habrá dos mil millones de personas mayores de sesenta años, es decir, una de cada cinco será anciana. Así pues, “es esencial hacer que nuestras ciudades sean lugares inclusivos y acogedores para la vida de los ancianos y, en general, para la fragilidad en todas sus expresiones”.
Ser mayor es un don de Dios
En nuestra sociedad suele prevalecer la idea de la vejez como una edad infeliz, entendida solamente como la edad de los cuidados, de la necesidad y de los gastos para tratamientos médicos. “Llegar a anciano es un don de Dios y un enorme recurso, un logro que hay que salvaguardar con cuidado”, dice el documento, “incluso cuando la enfermedad llega a discapacitar y surge la necesidad de una atención integrada y de alta calidad”. “Y es innegable que la pandemia ha reforzado en todos nosotros la conciencia de que la ‘riqueza de los años’ es un tesoro que debe ser valorado y protegido”.
Un nuevo modelo para los más frágiles
En cuanto a la asistencia, la Pav indica un nuevo modelo, sobre todo para los más frágiles, inspirado sobre todo en la persona: la aplicación de este principio implica una intervención organizada a diferentes niveles, que realiza un continuum asistencial entre el propio hogar y algunos servicios externos, sin cesuras traumáticas, no aptas a la fragilidad del envejecimiento, especifica el documento. Se espera reinventar una red más amplia de solidaridad “no necesaria y exclusivamente basada en lazos de sangre, sino articulada según la pertenencia, la amistad, el sentimiento común, la generosidad recíproca para responder a las necesidades de los demás”, dice la información publicada en el sitio de Vatican News.
Más detalles del documento se puede revisar en el sitio web de Vatican News
Fuente: Vatican News