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Transformar nuestro entorno desde la propia vida

Perú.– «Y dijo Dios…» he aquí la respuesta a muchas de las interrogantes del hombre: La Palabra creadora de Dios y la gracia de su amor derramada en la humanidad desde el momento de la creación. En la actualidad mucha gente ha adquirido un nivel de consciencia en el que empieza a comprender que todas las criaturas forman parte integral de la vida y el ecosistema.

El cuidado de la casa común, como nos dice nuestro actual pontífice el Papa Francisco, cobra mayor importancia hoy. Todo es vida: los seres humanos, animales, plantas, aire, tierra, agua… Si nos preguntáramos que está sucediendo en nuestra casa, desde la propia casa interior, hasta la casa que forma nuestro hábitat natural, ¿Qué respuesta encontraríamos? ¿Está todo en orden? ¿Estamos en orden? Orden entendido como armonía, paz y sintonía común de dicho sosiego.

Todo en el universo es armónico, y por tanto, existe un sistema organizado en el que todo tiene su lugar. ¿Qué pasaría si cada uno de los astros que compone el universo cambiara de posición? ¿La tierra seguiría siendo lo que es hoy? Y nosotros, ¿hasta qué punto estamos contribuyendo para que la vida tenga su lugar y su justo valor? Vida, entendida por el cuidado de la naturaleza. Vida, en el respeto al otro. Vida, contribuyendo al desarrollo social.

Vida, a través del amor que manifiesto en todo lo que hago. Detengámonos a reflexionar, ante la pronta visita del Papa Francisco. Estamos frente a un contexto en el que la corrupción ha llegado a serias implicancias polìticas. La inseguridad aborda nuestro día a día, la decepción ante una situación social que no mejora como quisiéramos. La queja, la desconfianza, el insulto aflora. Sin embargo, desde lo pequeño de mi hogar, de mi entorno laboral, amical, etc.

¿Estoy aportando a la vida? ¿Me doy cuenta que en la cotidianeidad influyo sobre otros? O tal vez solo me quejo, critico y espero que las cosas a mi alrededor cambien. Quizá pienso que eso les corresponde únicamente a los que tienen el poder, el dinero, el tiempo… Si contempláramos a nuestro alrededor ¿qué diríamos? ¿Todo es caos? ¿Nada se puede hacer? Volvamos a la pregunta ¿Está todo en orden? ¿Estamos en orden? Y más cerca y personal: ¿Estoy en orden (armonía), conmigo, con los demás, con todo lo que me rodea? Incluso en los momentos más caóticos de la historia del mundo, dice el Genésis: «un viento de Dios aleteba sobre las aguas».

Ese soplo divino, ese restaurador de vida no nos ha dejado solos. Está en cada uno de nosotros. El viento de Dios continúa soplando». Ese aliento de vida sigue haciendo latir el universo. La visita del Papa, de alguna manera nos sitúa ante un acontecimiento que hace mucho no vivíamos. La experiencia es siempre mágica y milagrosa. No hablo de instantes inverosímiles de hechos inexplicables, sino del milagro de la fe y la magia del amor que da lugar a la experiencia de ese «viento soplando e insuflando vida».

Pronto veremos ese milagro de la fe y del amor. La llamada es a creer en este milagro, a potenciarlo, a expandirlo, a testimoniarlo. Que este mensaje de paz que el Papa Francisco viene a traer, sea una invitaciòn a cambiar desde nuestro interior. A vaciar la mirada de todo pesimismo y a contemplar con ojos asombrados los milagros cotidianos del amor de Dios en nuestras vidas. A vivir dicho amor con intensidad y que este se transforme en fuego abrasador y transformador de nuestro entorno. Y aunque parezca utòpico, ¿por què no?, tocar con nuestra vida, nuestra fe y nuestro amor todo a nuestro alrededor.

Dios ha intervenido por medio de su Espìritu para darnos vida, y nos permite ser mediadores tambièn de esta gracia, a travès de esa imagen y semejanza de la cual estamos hechos. Seamos creadores de vida y amor, transformadores y actores de nuestra historia. Vivamos el día a día deseosos de testimoniar nuestra fe y no negociar con ello ante nadie. No nos quedemos solo en el leve despertar de consciencia de la visita papal, seamos parte del cambio ahora y a cada minuto de nuestra vida.

Por Ann Mary Lynch, educadora peruana, SIGNIS Perú