“No se olviden del hombre: éste es el imperativo. Amar y servir al hombre con conciencia, responsabilidad y disponibilidad. Trabajen para quien trabaja y, no menos importante, por quien quisiera hacerlo y no puede. Háganlo no como obra de solidaridad, sino como un deber de justicia y de subsidiariedad. Apoyen a los más débiles, para que a nadie le falte la dignidad y la libertad de vivir una vida auténticamente humana”. (Papa Francisco, 2015).
El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social – IESS, está casi desahuciado, le agobian problemas muy críticos que caotizan su accionar en favor de los afiliados y jubilados. Fundado en 1928, en el gobierno de Isidro Ayora, nació como la “Caja de Pensiones”, bajo el sistema de reparto de un fondo común. Hoy, con múltiples dificultades y limitaciones, debe proteger a sus asegurados en enfermedad, vejez y muerte.
Diferentes realidades se suman y vuelven inmanejable e insostenible al IESS. Problemas: politización desmedida en el nombramiento de autoridades, eliminación del aporte del 40% del Estado; descapitalización de los fondos de salud y de pensiones; galopante corrupción que impera en varias instancias; entre otros. Situaciones: incremento progresivo de la esperanza y mejora de la calidad de vida; disminución de la tasa de natalidad; proporción, cada vez mayor, de personas de más de sesenta años; los beneficios de la jubilación son mucho mayores a los aportes de los afiliados; la atención a sus familias; subsidio intergeneracional alto. Además, cada vez hay menos afiliados debido a los fenómenos migratorios, formas de trabajo precario, el teletrabajo o el contrato por horas, que muy poco cumplen con la afiliación.
Para financiar a un pensionista se requiere al menos ocho afiliados activos. Actualmente son cinco y para el año 2040 se proyecta que habrá solo tres. La tasa de aportes es insuficiente en relación con la tasa de reemplazo. Sin embargo, Ecuador cuenta con mucha población joven y/o económicamente activa, pero no puede acceder a un empleo digno y menos ser afiliada al IESS.
Para corregir esta situación de quiebra inminente, el IESS debe: adoptar urgentemente medidas que le permitan recuperar el equilibrio, para ser sostenible y viable, y evitar su desaparición; transformar radicalmente su gobierno y administración; implementar la participación ciudadana efectiva, real y activa en su manejo; transparencia inmediata, acceso abierto a toda la información; innovación permanente en todas sus áreas; honestidad probada; integridad ética; rendición de cuentas y fiscalización pública para prevenir y luchar contra la corrupción y la impunidad. Cambios estructurales que exigen y demandan voluntad política y responsabilidad integral de todos los involucrados y así evitar la dinámica politiquera, antitécnica, corrupta y nada profesional.
Son necesarias políticas públicas para generar, promover y mantener el empleo público y privado, que redunde en el incremento de afiliados que aporten al IESS. El Estado, por su parte, debe cumplir con los aportes que le corresponde, pagar su deuda acumulada y exigir a los patrones morosos que cumplan con sus obligaciones.
En medio de esta realidad y para que el IESS no quiebre y conserve su sentido de solidaridad y subsidiaridad con los que menos tienen, es vital un compromiso serio para extirpar la corrupción, desechar la politiquería, volver eficientes los servicios que ofrece, administrarla técnicamente, humanizar la atención a pacientes y jubilados, optimizar e innovar la gestión financiera, cuidar los ingresos de los afiliados e invertir adecuadamente los fondos, con el fin de asegurar las pensiones jubilares y la salud… por lo que, aunque suene antipopular y muchas organizaciones se opongan, una alternativa es incrementar, paulatinamente, la edad de jubilación o el tiempo de afiliación, considerando que la expectativa de vida está incrementándose, bajar los techos de las pensiones más altas, y tal vez, aumentar la tasa de aportación al fondo de pensiones para jubilación, salud y cesantía.
Trabajemos todos para que el IESS cumpla su misión.
Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.
carta No. 145– 14 de agosto 2022