Frei Betto*.- Al acortar la distancia entre desconocidos, las redes sociales permiten que estos manifiesten sus posiciones sobre lo que usted expresa. Al postear una opinión acerca de un político, un partido, una noticia, usted queda totalmente expuesto a todo tipo de reacciones. Salió del closet, quedó a la intemperie bajo la lluvia (¡o el plomo!).
Sin dudas, muchos internautas se manifiestan a su favor, refuerzan su postura, lo felicitan por pensar de esa manera. Como las redes superan las fronteras de las relaciones entre amigos, es posible que usted no llegue a tener la menor idea de quienes son varios de los que lo apoyan. Así, su autoestima se ve gratificada por los muchos que analizan los hechos con la misma óptica que usted.
Sin embargo, otros reaccionan críticamente a lo que usted postea. Hay reacciones educadas de quienes argumentan en contra y exponen una opinión contraria a la suya; reacciones rabiosas de quienes escupen odio porque usted se atreve a pensar como piensa; reacciones agresivas de quienes intentan ridiculizarlo y profieren todo tipo de ofensas para tratar de deslegitimar su opinión e incluso «asesinarlo» virtualmente.
Ante las ofensas, usted se siente herido en su autoestima y replica con el mismo nivel de bajeza. O ignora la agresión, se sacude el polvo y pasa a otra cosa.
La primera reacción demuestra que su autoestima es baja. Entra en el juego de sus adversarios. Y al contestar en el mismo tono tal vez se sienta vengado, pero lo único que habrá logrado es dar con la cabeza contra un muro.
Sus reacciones no conseguirán que nadie cambie de opinión. Las ofensas que le dirigen son hijas del prejuicio. Sus detractores en realidad no están interesados en rebatir sus ideas, sino que lo odian. Rechazan de antemano cualquier cosa que diga.
Lo que tanto los incomoda es lo que su nombre, su persona y sus opciones representan. Prueba de ello es que no logran ignorarlo y están atentos a lo que usted postea, como el tirador que espera en la trinchera a que el enemigo saque la cabeza del lado contrario.
Si en lugar de eso usted ignora a sus detractores es señal de que sus convicciones están enraizadas y su autoestima resuelta. El odio es un veneno que alguien ingiere esperando que el otro muera. Como no fue usted quien lo ingirió, lo mejor es continuar con sus opciones, consciente de que, como decía Nelson Rodrigues, la unanimidad es necia, y la diversidad, incluida la de opiniones, es una de las virtudes de la democracia.
No se deje perturbar por las reacciones negativas a sus posteos. No se deje consumir por una guerrita de opiniones que induce a innumerables personas a perder un tiempo inestimable (e irrecuperable) navegando por las redes sociales.
Sea coherente con sus ideas y opciones. Evite ser un litigante: sea propositivo. Sepa que muchos de sus detractores están movidos por sentimientos de envidia. La envidia es la frustración que produce no poseer el bien ajeno.
Si se siente feliz con la postura que asume en la vida, ¿qué importan las ofensas y agresiones? Haga del silencio su mejor respuesta. En caso contrario, se hundirá en el pantano de las intrigas y se ahogará en el lago de la maledicencia. (Traducción de Esther Perez)
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* Frei Betto es fraile dominico (Brasil), conocido internacionalmente como teólogo de la liberación. Periodista y escritor es autor de 60 libros de diversos géneros literarios -novela, ensayo, policíaco, memorias, infantiles y juveniles, y de tema religioso en dos acasiones- . En 1985 y en el 2005 fue premiado con el Jabuti, el premio literario más importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores. Es autor, entre otros libros, de la novela Aldeia do silencio (Rocco).
Asesor de movimientos sociales, de las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, participa activamente en la vida política del Brasil en los últimos 50 años.
www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.