Claudia Martorellet Quintana *
La experiencia articuladora de las radios católicas y los movimientos sociales latinoamericanos fue exitosa en la década de los ochenta, uno esos casos es el de Radio Onda Azul. Estudiar en retrospectiva el caso de esta radio en Puno, Perú, nos permite delinear una historia de los medios desde sus usos y apropiaciones sociales.
Durante la década del 80, en Puno, era común sintonizar Radio Onda Azul (ROA)[1], la emisora de la diócesis de esa región, para escuchar las reivindicaciones y acciones que daban forma al movimiento campesino de la lucha por la tierra.
Luego de los resultados fallidos de la Reforma Agraria de 1969, en Puno urgía resolver el viejo problema de la concentración de la tierra que había confrontando históricamente a comunidades campesinas con colonizadores, hacendados y empresas asociativas[2]. Es así que a inicios de los años ochenta, organizaciones campesinas, sindicatos, ONG, iglesias y partidos políticos de izquierda se unieron bajo la consigna de conseguir la reestructuración democrática de la tierra en favor de los campesinos puneños y el desarrollo regional.
Para los medios nacionales, en ese entonces acostumbrados a informar sobre masacres y fosas comunes, las noticias sobre las movilizaciones pacíficas de las comunidades campesinas en el altiplano eran irrelevantes[3]. De acuerdo a la CVR, experiencias como ROA muestran el lado positivo de los medios durante el conflicto armado interno.
Hacia finales de 1980, ROA se transforma en un medio de comunicación orientado a la promoción de la organización y movilización social[4]. Por decisión del obispo, Mons. Calderón Barrueto, la emisora es reestructurada completamente. El perfil del personal es renovado con un grupo de personas afines a las dinámicas sociales del departamento y/o a las ideas progresistas de la diócesis proveniente de la corriente de la Teología de la Liberación.
La falta de profesionalización del personal fue rápidamente solucionada gracias a la alianza que estableció ROA con la Coordinadora Nacional de Radio y la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica, ALER, plataformas que permitían el intercambio con otras experiencias radiales y ofrecían capacitaciones en comunicación dirigida al acompañamiento de movimientos sociales.
Las transmisiones radiales dejaron de priorizar el castellano y empezaron a realizarse mayoritariamente en quechua y aymara, los programas dirigidos para la zona aymara eran producidos y conducidos por un equipo de productores y comunicadores de esta zona, y lo mismo sucedía en los programas dirigidos a la zona quechua.
También se crearon los Departamentos de Promoción Campesina y Barrial que cubrían los acontecimientos locales y se ligaban a la dinámica de la organización de base. Con la intención de dejar atrás el estilo tradicional de trabajar las noticias en la radio y llegar con más fuerza a sectores populares, se crea la red de corresponsales, compuesta por líderes comunales o jóvenes vinculados a las parroquias que informaban sobre las problemáticas sociales que ocurrían en su distrito.
La articulación de ROA al movimiento campesino de Puno se debe en gran medida a las características de la iglesia que se estableció en el altiplano peruano. La iglesia sur andina, que era la confederación regional a la que pertenecía la diócesis de Puno, asumió la opción preferencial por los pobres -cuyo objetivo fue dirigir la labor eclesial hacia la emancipación de los sectores marginalizados a través de la acción política y proyectos de transformación social- como parte de una tendencia progresista que se extendió en la iglesia latinoamericana a inicios de los años sesenta. En esos años, miles de religiosos y laicos alrededor del continente se vieron inspirados por la pedagogía liberadora de Paulo Freire, la Teoría de la Dependencia, el surgimiento de la Teología de la Liberación, las reformas al interior de la Iglesia y las movilizaciones sociales latinoamericanas.
La experiencia de ROA en la lucha por la tierra no es un caso único, forma parte de un proceso histórico en el cual distintas radios católicas se articularon a movimientos sociales. Estas experiencias comunicativas nacieron a fines de los años cuarenta para extender la evangelización y alfabetización en zonas marginalizadas, principalmente en el campo. Sin embargo, las problemáticas sociales que enfrentaban estos sectores resultaban más urgentes que las intenciones religiosas.
En la historia de la radio en América Latina, es inevitable mencionar la contribución de las emisoras católicas al uso de este medio como herramienta para la organización y movilización social. La revisión de estas experiencias es una oportunidad para delinear una historia de los medios que no se componga exclusivamente por una lista cronológica de innovaciones tecnológicas o de los monopolios mediáticos, sino también de los usos y apropiaciones locales que han tenido estas tecnologías para el cambio social.
——
* Bachiller en periodismo de la Escuela de Periodismo de la UARM.
Redacción La Periferia es el Centro. Escuela de Periodismo – Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM).
[1] En adelante utilizaré ROA para referirme a Radio Onda Azul.
[2] Rénique, 1999; Del Pozo-Vergnes,2004; CVR,2003
[3] Rénique, 2008, p.300
[4] En la actualidad, Radio Onda Azul no opera de acuerdo a este modelo comunicativo. Después de recibir las tierras, a partir de las tomas de tierras entre 1985 y 1987 impulsadas por el movimiento campesino, los ejes de la emisora cambiaron. En 1992 una nueva dirección ingresó, retornando a la evangelización como eje central de la emisora.
Redacción La Periferia es el Centro. Escuela de Periodismo – Universidad Antonio Ruiz de Montoya.