Con su beatificación serían cuatro papas los proclamados por Francisco
José Antonio Varela Vidal*
Al papa Juan Pablo I lo recuerda el mundo por su corto pontificado, que duró tan solo 34 días. Sin embargo, y a pesar de la brevedad del mismo, permanece en la memoria de muchos por su acogedora y espontánea sonrisa, su manera sencilla con que dirigió sus pocos mensajes, así como los gestos que tuvo apenas empezó su ministerio.
Entre estos gestos estuvieron la renuncia a la triple coronación que recibían los sumos pontífices y canceló el uso de la tiara papal para las presentaciones públicas. También dio un gesto de gratitud al mundo al haber escogido el nombre de sus antecesores para conformar el suyo, con lo que aseguró una continuidad al legado de los hoy santos papas Juan XXIII y Pablo VI.
Rescatar su figura
Con el fin de darle un destacado lugar en el corazón de los creyentes, el papa Francisco estableció el 10 de febrero último, la creación de la Fundación vaticana Juan Pablo I. Esta entidad cuenta con personalidad jurídica canónica y civil, y ha sido encargada al secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin. Por lo tanto, surge desde el corazón mismo de la Iglesia.
Esta iniciativa confirma el aprecio que tuvieron por él sus sucesores, san Juan Pablo II y Francisco, quienes ya lo habían proclamado siervo de Dios y venerable, respectivamente. Sería un caso atípico si el actual papa lo declarara beato o santo, pues con él ya serían cuatro los pontífices elevados a los altares desde que asumió la Cátedra de Pedro en el 2013.
Según información reciente difundida el 28 de abril de 2020 por la oficina de prensa de la Santa Sede,“el propósito de la Fundación es la valorización y la difusión del conocimiento del pensamiento, las obras y el ejemplo del papa Juan Pablo I”.
En otra parte del comunicado, precisa que la Fundación “se regirá por las leyes canónicas, por las vigentes en la Ciudad del Vaticano y por (su) Estatuto anexo, aprobado por el Sumo Pontífice”.
Para Stefania Falasca, vicepresidenta de la Fundación y autora del libro “Papa Luciani, crónica de una muerte“ (2017), el objetivo de esta entidad es “hablar verdaderamente en términos científicos de Luciani (..) Y esto da la posibilidad de un reconocimiento necesario, con el rigor analítico y crítico debido, para difundir su pensamiento y espiritualidad”.
Expandir su legado
El nombre secular del venerable papa Juan Pablo I fue Albino Luciani, quien nació en Canale d’Agordo (Véneto), el 17 de octubre de 1912 y murió en la Ciudad del Vaticano el 28 de septiembre de 1978, después de haber asumido a fines de agosto de ese mismo año, el rol de 263o papa de la iglesia católica.
Su pontificado forma parte del más reciente año de los tres papas, con dos cónclaves de por medio. Asimismo, es el último pontífice italiano hasta la fecha, y el último de una larga sucesión ininterrumpida de papas italianos a lo largo de más de cuatro siglos.
Sin embargo las consabidas virtudes heroicas del papa Luciani no se reducen a tal breve periodo de 1978, aunque hay quienes reconocen que sí fueron días en los cuales dio trazos de santidad al mundo e incluso a sus sucesores.
Entre estos rasgos están la humildad, la sobriedad, la alegría, la sencillez de sus maneras y la predicación vivaz y simple. A ello, podemos sumar su renuncia a los honores del mundo y a la aceptación pública de sus límites humanos, con la convicción de que su vida entera dependía de Dios, aún siendo el papa.
Aquellos días no pasaron desapercibidos para la estudiosa Falasca, quien es también periodista y vicepostuladora de la causa. En declaraciones brindadas días atrás a la revista española Ecclesia, aseguró: “El mensaje de Papa Luciani es muy actual. Podríamos considerar el Urbi et Orbi del 27 de agosto como su programa. Los caminos que abrió son los de la renovación de la misionaridad, de la colegialidad episcopal, del servicio en la pobreza eclesial, de la búsqueda de la unidad de los cristianos, del diálogo interreligioso y diálogo con la contemporaneidad”.
En referencia a su estilo, también destacó una característica muy apreciada del venerable papa: “Basta pensar en su lenguaje. Una nueva oralidad que había sido descubierta en la Iglesia. Un pontificado breve pero lleno de iniciativas por la justicia y por la paz. En esos 34 días de pontificado, también tejió contactos a favor de la unidad de los cristianos”.
Conocido todo esto, se espera que pronto llegue a ser beato “el papa de la sonrisa”.
* Periodista peruano, colaborador de SIGNIS ALC.