Ciudad del Vaticano.- «Dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento», fue el tema de la catequesis semanal de los días miércoles, que pronunció el Papa Francisco ante miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, congregados en la Plaza de San Pedro. En el Año Santo Extraordinario se hace un llamado a vivir y cumplir las obras de misericordia corporales.
Hablando en italiano, el Santo Padre destacó que una de las consecuencias del llamado «bienestar» es la de conducir a las personas a encerrarse en sí mismas, haciéndolas insensibles a las exigencias de los demás. Y agregó que se hace de todo para engañarlas, presentándoles modelos de vida efímeros, como si nuestra vida fuera una moda que hay que seguir. De ahí que Francisco haya afirmado que hay que afrontar la realidad. Lo que con frecuencia hace que encontremos situaciones de urgente necesidad.
A propósito de estas obras de misericordia – dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento – el Papa aludió a la reacción positiva de la opinión pública, ante la noticias y las imágenes que muestran la triste situación de tantas poblaciones que sufren la falta de agua y de comida, con graves consecuencias, especialmente para los niños.
Se trata de una forma de caridad importante – dijo – aunque tal vez no nos implica directamente. Mientras es muy diverso cuando por la calle encontramos a una persona necesitada, o cuando un pobre llama a nuestra puerta. Aquí estamos implicados en primera persona, sin ninguna distancia y nos sentimos interpelados, añadió Francisco. Y formuló una serie de preguntas acerca de nuestra reacción, si miramos para otro lado y pasamos de largo o si nos detenemos a hablar y nos interesamos por el estado de esa persona. Por esta razón, el Pontífice invitó a pensar en que cuando rezamos el «Padrenuestro», no siempre prestamos atención a la frase que dice: «Danos hoy nuestro pan de cada día».
Tras aludir a la enseñanza de la Biblia mediante el Salmo que refiere que Dios es el que da de comer a todo ser vivo; y de recordar la enseñanza evangélica en la que Jesús hace el milagro de la multiplicación de los panes y de los peses para dar de comer a tantas personas, Francisco citó un pasajes de la Encíclica Caritas in veritate, de Benedicto XVI en la que se lee: «Dar de comer a los hambrientos es un imperativo ético para la Iglesia universal […]. El derecho a la alimentación y al agua tiene un papel importante para conseguir otros derechos. […] Por tanto, es necesario que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones».
«No olvidemos las palabras de Jesús – terminó diciendo el Papa Bergoglio citando dos parágrafos del Evangelio de San Juan – ‘Yo soy el pan de Vida’. Y: ‘El que tenga sed, venga a mí'». Son para todos los creyentes – dijo – una provocación para reconocer que, a través de estos gestos se desarrolla nuestra relación con Dios. El Dios que ha revelado en Jesús su rostro de misericordia.
(María Fernanda Bernasconi – RV).