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Nuevamente, las mujeres

Por: Sandra Avellaneda.- «Las noticias sobre abuso sexual que hemos visto en las últimas semanas nos han indignado y llenado de dolor. Según estadísticas de Datum Internacional, son aproximadamente 20 mujeres al día las víctimas de violaciones sexuales en nuestro país. Es decir, probablemente mientras escribo estas líneas o mientras usted las lee, en algún lugar de nuestro país se está cometiendo este terrible delito», introduce la última editorial del Instituto Bartolomé de las Casas.

O aún más, mientras ha llegado sus ojos a este párrafo, se escuchan gritos y golpes sordos en el departamento de al lado, a su compañera la han hostigado sexualmente en el camino hacia sus clases o hacia su centro de trabajo, a la alumna el profesor le revisa sus fotos por Facebook, o incluso a la mujer creyente se la sigue culpando sutil y explícitamente en las homilías de su iglesia más cercana.

A puertas del 25 de Noviembre, Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, es mucho lo que Dios tiene por decirnos. Pero especialmente, en este aquí y ahora, la figura y la persona de Francisco.

Pues, llega al Perú quien tiene novedad en sus gestos, creatividad en el mensaje, horizontalidad con los jóvenes, apertura con las iglesias cristianas y no católicas, pero, sobre todo, cercanía e intentos con los disidentes, con las marginadas, con las periferias de la existencia, que van más allá del gesto político y de la foto del momento. Intentos que tienen que ver con ser más conscientes de las estructuras de desigualdad que a todos nos afectan y que todos reproducimos aún en el mayor intento por no caer en ellas.

Su llegada es oportuna para revisar nuestro contexto político nacional, de eminente primacía naranja, y en alianzas con ciertos sectores de la eclesialidad. ¿Cómo es que esta fe cristiana, esta fe católica que viene del Evangelio y no del dogma, realmente se asume con y para sus creyentes, y por ende se vincula con la realidad social? Francisco lo deja claro: importa el dónde ha de poner su tienda, su morada, y por qué.

¿Cuáles son los lugares del país que serán escogidos? Puerto Maldonado, el primero de ellos, tal vez significa justamente lo más olvidado. En Madre de Dios se evidencia que «no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental» (Laudato Sí N° 39), pues esta Amazonía especialmente de América Latina, adolece por la negación de derechos de pueblos indígenas, el extractivismo, la minería ilegal, la deforestación, el impacto ecológico tras-generacional y sobre todo, la esclavitud de miles de personas, en condiciones laborales indignas (muchísimo más precarias de las de nuestro nada idóneo sistema formal de trabajo), y la explotación sexual de jóvenes y niñas.

Trujillo representa, a su vez, esa parte del país que, aunque rico en crecimiento económico, sigue olvidado por la clase política, y que sólo es atendido durante el Niño Costero con paliativos como son los estados de emergencia. Un sólido norte sin previsión, sin prevención, sin planes nacionales que hagan frente al calentamiento global y al cambio climático, especialmente ahí donde afecta a las personas de mayor precariedad. Un norte que también levantó campañas de la sociedad civil en solidaridad y esperanza activa por nuestras y nuestros hermanos.

¿Y Lima? Tal vez, desde el mismo centralismo, se nos invite al desafío de desarrollar un país descentralizado, y con ello, con mayor sensibilidad, empatía y real escucha a las regiones, de forma que ciertas políticas realmente respondan a necesidades tangibles.

Esta ciudad, representativa de la riqueza sociocultural de todo nuestro territorio, también ya no da para más: aquí se visibiliza las mayores desigualdades, desde hacinamientos u holguras en vivienda hasta acceso a los diferentes niveles de educación, pasando por empleo juvenil. Mucho más con los índices de embarazos adolescentes que aquí tenemos, y la escasa educación sexual integral que se proporciona en los centros educativos.

Francisco viene con el lema «Unidos por la Esperanza». Habría que seguir pensando qué nos divide, por qué, y en qué podemos estar unidos, en qué podemos tener metas comunes, y darles continuidad…y que no caiga en recuerdo como el Acuerdo Nacional. Habría que seguir preguntándonos también qué nos entristece, qué de este país y su realidad nos desafía, y en medio de todo eso, cuál es la razón de nuestra esperanza y alegría, y cómo la hacemos tangible.

Entonces, a puertas del 25 de Noviembre, Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, es mucho lo que el Evangelio tiene por decirnos, exigirnos e invitarnos. Y sí, nuevamente nosotras, las mujeres, quienes vivenciamos (tal vez unas más que otras) ciertos grados de sufrimiento y condición de muerte, vamos hablando con voz propia. Vamos cantando, vamos gritando y exigiendo, vamos sumando estrategias, vamos trabajando a mediano plazo, vamos amándonos, vamos reinventando maneras. Vamos buscando liberar. Y desde nuestras muchas, muchas canteras.

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Iniciativa Eclesial 50° VAT II