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No jurarás su nombre en vano

Por Hilario Arqque Huamani*.- Cada cuatro años, de acuerdo a la Ley de Elecciones Municipales (Ley Nº 26864), se eligen nuevas autoridades, sin embargo en algunos casos llegan al poder autoridades con gestiones que van perdiendo credibilidad ante la población debido a malos manejos, que deterioran la imagen de la autoridad y de la institucionalidad que representan.

En época de elecciones, los candidatos salen al acecho del elector para convencerlo con regalos, ofreciéndose apadrinar eventos feriales, matrimonios, bautizos; o simplemente para asegurar el voto recurren a la estrategia -que para muchos candidatos municipales resulta ser la más segura-, la estrategia de visitar casa por casa, con una biblia en mano, para comprometer el apoyo del elector. Dicho apoyo consiste en un juramento donde el elector, levantando la mano derecha y colocando la mano izquierda sobre la biblia, delante del crucifijo, jura ante Dios que dará su voto por un determinado candidato.

En todo el proceso previo, durante y posterior a la elección de las autoridades se ha mencionado el nombre de Dios, a fin de convencer al elector, de parecer o aparentar ser creyente, mencionando que la corrupción es ajena a la carrera política del candidato.

Luego de haberse jugado el todo por el todo, incluida acusaciones falsas y hasta calumnias, alguien sale electo y considerado ganador, a partir de entonces los electores en su mayoría como ya es sabido en muchos distritos y provincias «se suben al coche ganador» -como se dice en el común de la población- y aquellas y aquellos que hicieron campaña se sienten con derecho de ocupar cargos o sobre todo para asegurarse con un puesto de trabajo. Y si por allí no hay cabida entonces como proveedor de materiales al municipio o a la región. Pero allí no termina todo, empieza la repartija de puestos, pareciera el municipio o la región propiedad privada, lo que pregonaron en campaña: la meritocracia, termina con designaciones a dedo que no es otra cosa que el pago de favores.

Los días 1 y 2 de enero del año en curso, todas las autoridades electas organizaron ostentosas ceremonias de asunción y juramentación de cargos con participación de invitados especiales, en el caso de los distritos rurales, esta actividad coincidió con la juramentación de las Juntas directivas comunales.

En fin, luego de cuatro años ocurren muchos sucesos que tienen que ver con el aprovechamiento del cargo, malversaciones de fondos, desconocimiento de acuerdos consensuados con criterios de priorización acorde a la ley, sobrevaloraciones de adquisiciones de bienes y servicios, planillas fantasmas, entre otros hechos. El juramento ante Dios de la nueva autoridad, en muchos casos, no significa nada en absoluto, simplemente se usó como maniobra de convencimiento. La traición se consumó. Y el pueblo quedó decepcionado una vez más por alguien en quien confió.

¿Será que se han perdido la vergüenza, los valores, las enseñanzas de nuestros hermanos mayores? Ojalá se pueda reflexionar aún más sobre la presencia de Dios en nuestras vidas y la sociedad. Que se termine de seguir haciendo falsos juramentos. La decisión de la mayoría no siempre es la decisión de Dios. El mal también se apodera de las instituciones públicas, y en muchos lugares ganaron malos elementos, por ello, frente a estos casos de políticos corruptos, la sumisión a la corrupción seguirá siendo noticia de todos los días en los titulares de los medios.

* Comunicador social quechua en Cusco.

Redacción:
La Periferia es el Centro. Escuela de Periodismo – Universidad Antonio Ruiz de Montoya.