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SIGNIS ALC

12 septiembre 2022

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No a los empresarios «mercenarios»: Papa Francisco:

No a los empresarios «mercenarios»: Papa Francisco:

Ciudad del Vaticano.- En el marco de la audiencia concedida a los miembros de la Confederación General de la Industria italiana (Confindustria), el papa Francisco abogó para que los empresarios creen puestos de trabajo para los jóvenes y que mantengan salarios justos.  A la audiencia, que se llevó a cabo en el Aula Pablo VI, asistieron alrededor de 4.600 miembros de los industriales italianos ante quienes  condenó “toda forma de explotación y negligencia en la seguridad«, especialmente de los inmigrantes, y de las mujeres despedidas por estar embarazadas.

 

En su mensaje a los empresarios de la industria, que llegaron para participar en la asamblea anual, que este año concluye de forma extraordinaria en el Vaticano, el Santo Padre consideró que «el sistema fiscal debe ser justo y no corrupto”.

 

Según dijo, «Sin nuevos emprendedores, la tierra no resistirá el impacto del capitalismo, y dejaremos a las próximas generaciones un planeta demasiado herido, quizás inhabitable».

 

Empresas en crisis entre la guerra y la pandemia

 

Tras el saludo del presidente de la confederación, Carlo Bonomi, que dio la voz de alarma sobre «un país perdido, dividido, injusto con muchos de sus hijos y con la mirada aplastada en las necesidades del presente», el Papa Francisco en un largo discurso les dijo que son «un componente esencial en la construcción del bien común, un motor primario de desarrollo y prosperidad».

 

El Pontífice hizo un análisis de la difícil realidad actual que, entre la guerra y la pandemia, hace sufrir también al mundo empresarial:

 

La pandemia ha puesto a prueba muchas actividades productivas, todo el sistema económico ha quedado herido. Y ahora se suma la guerra en Ucrania con la consiguiente crisis energética. En estas crisis, también sufre el buen empresario, que es responsable de su empresa, de los puestos de trabajo, que siente las incertidumbres y los riesgos sobre sí mismo”.

 

El ejemplo de Alberto Balocco

El papa Francisco reconoció las cualidades de un ‘buen emprendedor’, como Alberto Balocco, el empresario que falleció fulminado por un rayo cuando paseaba en su bicicleta en agosto pasado.

 

En el mercado hay dos categorías de empresarios, dijo: los «mercenarios» y los «semejantes al buen pastor, que padecen los mismos sufrimientos que sus trabajadores, que no huyen ante los numerosos lobos que los rodean».

 

La gente sabe reconocer a los buenos empresarios. Lo hemos vuelto a ver recientemente, con la muerte de Alberto Balocco: toda la comunidad empresarial y cívica se afligió y mostró su estima y gratitud”.

 

Dinero para traicionar o para ahorrar

 

El Papa Francisco recuerda que «la Iglesia, desde el principio, también acogió en su seno a los comerciantes, precursores de los empresarios modernos». Citando el Evangelio que relata los «dos denarios» que el buen samaritano adelanta al posadero para alojar al herido rescatado en la calle; y, luego los treinta denarios de Judas, por los que el apóstol vende a Cristo, el papa señaló que ayer, como hoy, el mismo dinero puede servir «para traicionar y vender a un amigo o para salvar a una víctima«.

 

“Lo vemos todos los días, cuando el dinero de Judas y el del buen samaritano conviven en los mismos mercados, en las mismas bolsas, en las mismas plazas. La economía crece y se humaniza cuando los denarios del samaritano son más numerosos que los de Judas”.

Compartir los bienes

En su mensaje,  el Obispo de Roma ofreció tres indicaciones a los empresarios: La primera es «compartir». «La riqueza, por un lado , ayuda mucho en la vida; pero también es cierto que a menudo la complica: no sólo porque puede convertirse en un ídolo y en un amo despiadado que te quita toda la vida día tras día”, dijo.

 

También la complica, «porque la riqueza exige responsabilidad: una vez que poseo la riqueza, sobre mí recae la responsabilidad de hacerla fructificar, de no dispersarla, de utilizarla para el bien común. Entonces la riqueza crea envidia, malicia, no pocas veces violencia y maldad a su alrededor. Jesús mismo nos dice que es muy difícil que un rico entre en el Reino de Dios”.

 

«Difícil, pero no imposible», dice Francisco. Lo demuestra el hecho de que siempre ha habido «personas ricas en la Iglesia que han seguido el Evangelio de forma ejemplar«. Entre ellos hay empresarios, banqueros y economistas, como los beatos Giuseppe Toniolo y Giuseppe Tovini. «Para entrar en el Reino de los Cielos, no se pide a todos que se desnuden como el mercader Francisco de Asís; a algunos que poseen riquezas se les pide que las compartan. Compartir es otro nombre para la pobreza evangélica», apuntó.

 

Los impuestos no son una usurpación

 

Una forma de compartir es la «filantropía», dice el Papa, agradeciendo a quienes han ofrecido apoyo concreto al pueblo ucraniano, especialmente a los niños desplazados para que puedan ir a la escuela. Pero más importante es esa forma de compartir «a menudo no comprendida» en el mundo moderno y en las democracias que son los impuestos y las tasas.

 

“El ‘pacto fiscal’ es el corazón del pacto social. Los impuestos son también una forma de compartir la riqueza, para que se convierta en bienes comunes, en bienes públicos: escuelas, sanidad, derechos, cuidados, ciencia, cultura, patrimonio”.

 

Por supuesto, subraya Francisco, «los impuestos deben ser justos, equitativos, fijados según la capacidad de pago de cada uno”, como dice la Constitución italiana.

 

“El sistema fiscal y la administración deben ser eficientes y no corruptos. Pero los impuestos no deben verse como una usurpación. Son una forma elevada de compartir bienes, son el corazón del pacto social”.

Crear empleo para los jóvenes

Otra forma de compartir es la «creación de trabajo»: «Trabajo para todos, especialmente para los jóvenes» que «necesitan su confianza», dice el Papa a los empresarios.  Las empresas necesitan a los jóvenes, porque «sin jóvenes pierden innovación, energía, entusiasmo”.

 

“Al contratar personas ustedes ya están distribuyendo sus bienes, ya estan creando riqueza compartida. Cada nuevo puesto de trabajo creado es una porción de riqueza dinámicamente compartida”.

 

«El empresario depende de sus trabajadores, de su creatividad, de su corazón y de su alma: depende de su ‘capital’ espiritual», concluye el Obispo de Roma, que pide valor, creatividad, cambio e innovación. «Los grandes retos de nuestra sociedad no se ganarán sin buenos empresarios».

 

Más detalles del extenso dioscurso del papa Francisco se puede revisar en el portal Vatican News

 

Fuente: Vatican News