«Se hizo presente la gracia de Dios trayendo la salvación a todos los hombres y educándonos para que aprendamos a rechazar la maldad… y vivamos en este mundo como seres responsables, justos y que sirven a Dios» (Tt 2, 11-12).
La Navidad ha sido y es una celebración gozosa para los creyentes, nace Jesús, Dios y Salvador. Para todas las personas de buena voluntad es una llamada a la solidaridad, fraternidad, generosidad, diálogo, cercanía, encuentro… es un tiempo en que afloran los mejores sentimientos. La finalización del año y la espera de otro es ocasión para expresar los mejores augurios de paz y felicidad.
La Navidad viene precedida de la Novena al Niño Dios, una expresión de fe en la venida de Jesucristo, alrededor del pesebre nos juntamos, rezamos y cantamos villancicos, hay pases del Niño y el ambiente está lleno de gozo y regocijo. Es una fiesta que reúne a la familia, amigos y conocidos, que estimula la unión filial y fraterna, en la que disfrutamos con deleite, la música, compartimos la mesa y algún regalito.
La pandemia que nos azota y tiene atemorizados, nos impide reunirnos y exige el aislamiento corporal, por lo que la celebración navideña en esta ocasión es muy particular… físicamente distante pero espiritualmente cercana, vivamente reflexiva, ‘más silenciosa pero con profundidad y en familia’.
La Navidad, en tiempos de coronavirus, invita a vivir el Nacimiento de Jesús desde la sencillez del amor. Miremos a Jesús en la pequeñez del niño pobre y humilde que nace en Belén y en nuestra propia vida. Pidamos la valentía para seguirle sin descansar, sin mirar atrás ni desmayar y así descubrir su voluntad para encontrar su presencia en la humanidad, especialmente en los más pobres y vulnerables.
Esta Navidad en pandemia, es tiempo propicio para compartir nuestra vida… alegrías y tristezas, riquezas y pobrezas, sueños y lágrimas…, recarguemos fuerzas para seguir enfrentando la crisis sanitaria, social, económica, política y cultural, en la que vivimos. Llenémonos de esperanza y consuelo, experimentemos la cercanía de Dios hecho hombre, como nosotros.
Que la Navidad en familia nos ayude a descubrir y valorar la oración sencilla, de diálogo, encuentro, esfuerzo, ternura… La familia es para los cristianos una experiencia de camino y una aventura rica en sorpresas (Juan Pablo II), que nos abre a la plenitud de la vida, que nos forma y educa, que nos llena de amor y principios. En familia caminamos juntos y experimentamos vivencias únicas que nos edifican y fortalecen permanentemente.
Alegría, oración y gratitud, además de respeto, cercanía, perdón y escucha, son actitudes que nos preparan para vivir la Navidad de modo auténtico, dice el Papa Francisco. Un «Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado, es su nombre maravilla de consejero, príncipe de la paz» (Is 9, 6).
La Comisión ecuatoriana Justicia y Paz les desea una Navidad llena de felicidad, esperanza y júbilo, en unión de sus seres queridos.
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Carta No. 59 – 20 de diciembre 2020 | Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz
Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe