«La Navidad es reconocer que «Dios se hace pequeño, se hace niño para atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con humilde bondad, para conmover con su pobreza a quienes se esfuerzan por acumular los falsos tesoros de este mundo». Papa Francisco, 22 diciembre 2015.
«El Señor, pues, les dará esta señal: La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros.» (Is. 7, 14)
La Navidad es la celebración gozosa del pueblo que caminaba en tinieblas, vivía entre sombras y ve una gran luz, como relata el profeta Isaías, de allí surge el gozo y la alegría, pero no solo sentimental ni emotiva sino gozo en el espíritu y del Espíritu, tal como el que embarga a la joven María y su prima Isabel en su encuentro estando embarazadas. En ese tierno niño ha aparecido la gracia, la ternura y la misericordia de Dios Padre.
En torno al Pesebre, donde hemos rezado la Novena, todo nos habla de este acontecimiento espiritual a través de imágenes: María y José, los pastores con sus rebaños, los Reyes Magos con sus regalos, la estrella, la ciudad de Jerusalén… lo demás, los excesos con los que se adorna y se quiere resaltar este evento irrepetible, sólo lo desfiguran y le hace perder su esplendor natural y carácter fundamental: motivar la misericordia, llamar a la oración, promover la solidaridad y despertar sentimientos de amor y ternura a Dios, a los humanos y a la naturaleza.
“La Navidad es la fiesta de la fe en los corazones que se convierten en un pesebre para recibirlo, en las almas que dejan que del tronco de su pobreza Dios haga germinar el brote de la esperanza, de la caridad y de la fe” propone el Papa Francisco, pues la celebración de la Navidad no surgió como una fiesta social en la que había regalos, música, luces de mil colores, cenas suculentas, diversiones exacerbadas, paseos. Comenzó en el portal Belén, en el frío, en la pobreza, en la sencillez y humildad. Allá llegó Dios, ahí se manifestó y se humanizó.
Hoy la Navidad ha sido secuestrada por el consumismo, que nos somete y conduce a un desenfrenado y desbocado gasto para adquirir lo que el mercado ofrece.
Aparentamos estar ‘felices y contentos’ al entrar en la onda navideña de moda, que deja de lado la celebración de la Natividad de Jesús y se convierte en una fiesta mundana que deja solo vestigios de lo que sucedió aquella noche en Belén hace más de dos mil años. En medio de tanto alboroto que atrae y envuelve, busquemos los caminos para nutrir nuestra fe y alimentar nuestra vida cristiana y con valor presentar al mundo al “Dios humano y sencillo” que habita en nosotros y está presente en medio de la humanidad, pasando todo lo que vive quien suda en las calles, quien carece de trabajo, quien está enfermo, quien vive solo y olvidado, quien espera un saludo o una llamada de consuelo. Hoy la presencia de Jesús –niño en Belén- nos interpela y exige coherencia entre fe y vida.
Celebremos la Navidad decidiéndonos a nacer de nuevo, permitiendo que el Niño Dios entre en nuestra vida para que nos transforme en árboles vigorosos, capaces de resistir a los embates seductores de la corrupción, la ambición por el dinero, del egoísmo y todo cuanto mancha nuestra dignidad de cristianos y persona de bien.
Navidad es mucho más que el regalo que ofrecemos o recibimos en Nochebuena, más que un buen deseo o un saludo afectuoso, más que los anuncios de Tv y medios digitales… Navidad es dar amor sin limitación, es comprender que Dios quiere nacer en nuestro corazón, es solidaridad en movimiento, es amor en acción, es ternura realizada, es la libertad de servir, es Jesús dándose a cada uno de nosotros.
En la pequeñez del Niño acunado en un pesebre de Belén, se encuentra toda la grandeza de Dios, que nos invita a vivir y celebrar este misterio que ha mantenido oculto a sabios y entendidos y se lo revela a la gente sencilla de antes y de hoy (cfr Mt 11, 25). Dios, a través de su Hijo Jesús, quiere estar y compartir con nosotros…
¡Feliz Navidad!
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CON LOS OJOS FIJOS EN ÉL, en la realidad y en la fe
Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz No. 164
25 de diciembre 2022