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SIGNIS ALC

19 octubre 2021

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Los Partidos Políticos ¿Construyen o destruyen el País?

Los Partidos Políticos ¿Construyen o destruyen el País?

“…Hacer política inspirada en el evangelio desde el pueblo en movimiento puede convertirse en una manera potente de sanear nuestras frágiles democracias y de abrir el espacio para reinventar nuevas instancias representativas de origen popular”  (Papa Francisco a la Academia de Líderes Católicos, 2019)

 

«SEAN PAÍS», es el desafío que lanzó el canciller brasileño al Ecuador en la firma del Protocolo de Rio de Janeiro en 1941. Este pedido sigue resonando y taladrando fuertemente nuestra conciencia y más aún cuando se agudizan las crisis políticas por luchas intestinas de poder en nombre de la democracia.

 

Cada vez hay más personas que prefieren alejarse del quehacer político y concentrase en sus tareas particulares porque consideran que la ‘política’ es decadente, corrupta, oportunista…, sin tener en cuenta que más pronto que tarde, las decisiones que toman ‘los políticos’ afectan directamente a toda la población.

 

La democracia, se dice que es el mejor sistema de gobierno y para fortalecerla y hacerla real, es necesario tener partidos políticos fuertes, organizados, estructurados ideológicamente, sin caudillismos, ni caciquismos… para que formen y eduquen a sus militantes, organicen y faciliten la participación democrática de sus seguidores y construyan país.

 

Es cierto que no hay democracia sin partidos políticos, pero también es cierto que una democracia con partidos políticos débiles, desorganizados, ineficientes, incapaces y electoreros, solo conducen al país al caos sistemático, a la corrupción procesual, a enfrentamientos estériles y a luchas fratricidas… lo que asegura una decadencia nacional sin posibilidades de superar las crisis económica, social, cultural, que arrastramos desde hace décadas, y ha conducido al país a una hecatombe generalizada. Pese a la existencia de leyes, reglamentos y hasta financiamiento para los partidos y movimientos políticos, su acción y participación están muy lejos de cumplir sus tareas y objetivos.

 

La totalidad de los partidos y movimientos políticos se han constituido, a escondidas del pueblo, en camarillas de mediocres y oportunistas, agrupados para alcanzar el poder, lograr privilegios y prebendas para sí, para los suyos y para allegados y cognados, con una estrategia común: denunciar, condenar, estigmatizar, atacar y deslegitimar todo lo que no conviene a sus intereses. Una práctica perversa y permanente en nuestra historia nacional.

 

Históricamente, desde el poder recibido rotativamente en las elecciones, las elites partidistas arman una estructura corrupta y corruptora, en la que han construido vías sin salida: nominan y ponen candidatos, eligen y designan autoridades, personas a quienes las utilizan y se sirven de ellas mientras les son útiles.

 

La participación política es un derecho y una obligación de todo ciudadano, porque de ella depende la construcción de una sociedad justa, pluralista, equitativa y solidaria. Pero en la práctica ¿cuántos han querido o quieren intervenir en la tarea democrática? Muchos renuncian a militar en los partidos políticos como una reacción a una tarea socialmente rechazada y asqueada. Otros prefieren evadir esta misión por percibirla como imposible de un manejo responsable.

 

«A los gobiernos y a todos los políticos, pido que trabajen por el bien común. Cuídense de escuchar solamente a las elites económicas y sean servidores de los pueblos que claman por tierra, techo, trabajo y una vida buena en armonía con toda la humanidad y con la creación» (Papa Francisco, @Pontifex_es 16 oct 2021).  Es nuestro compromiso ético impostergable, que debemos asumirlo responsablemente para «SER PAÍS».

 

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Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.