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SIGNIS ALC

13 octubre 2021

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La violencia: una llaga de la sociedad

La violencia: una llaga de la sociedad

«La no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto.  Todo en el mundo está íntimamente interconectado.  Puede suceder que las diferencias generen choques: afrontémoslos de forma constructiva y no violenta, de manera que «las tensiones y los opuestos [puedan] alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida», conservando «las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna»».  Papa Francisco, Mensaje Jornada Mundial de la Paz, 2017.

 

La difícil y cruda situación que vive la humanidad se evidencia en la violencia exacerbada que está presente por todos lados. Realidades que espantan y estremecen por la lamentable y escalofriante pérdida del respeto al valor de la vida humana y de la naturaleza. Fácilmente se agrede, viola, mata, desaparece…  a una mayoría de víctimas inocentes, en un ambiente en que para identificar y sancionar a quiénes son los responsables de estos hechos, hay mucho camino por recorrer.

 

En América Latina, Ecuador ocupa el puesto 18 en sobrepoblación de las cárceles con un 133%, mientras Haití ocupa el primer lugar con 454%, Guatemala llega al 367% y en Bolivia es del 270% (Instituto para la Investigación de Políticas de Crimen y Justicia – ICPR). Situación a la que se suma, según autoridades ecuatorianas, que más del 40% está preso sin sentencia. Porcentaje que, en promedio, se repite en la región.

 

Según algunos expertos, en las cárceles se generan negocios muy lucrativos, de millones de dólares, que son administrados por mafias bien organizadas; en penitenciarías donde hay secciones en las que las autoridades carcelarias no ejercen control. Y para completar, con una mayoría de los presos jóvenes, de los que muchos llegaron por delitos menores.

 

Las personas privadas de libertad están bajo la tutela y responsabilidad del Estado, quien está llamado a garantizar su seguridad y derechos, para lo que cuenta con leyes e instituciones que deben prevenir cualquier tipo de irregularidades, desmanes, amotinamientos, matanzas… sin embargo, lo que ha pasado en las cárceles ecuatorianas a lo largo de 2021 demuestra su total incapacidad e inoperancia. La espiral de violencia carcelaria ha crecido en proporciones alarmantes, generadas por el enfrentamiento de bandas y cárteles que han internacionalizado la crueldad desde países más experimentados en este tipo de gestas de horror y muerte…

 

El Estado ha perdido espacio y autoridad en ciudades y sectores, y no encuentra por dónde o cómo afrontar los distintos focos de violencia y desencuentro, que se prenden como luminarias nocturnas… una tras otra y cuando no, varias al mismo tiempo. Al Estado, al gobierno de turno y a la sociedad, nos corresponde enfrentar y resolver este problema antes que sobrepase cualquier límite.  Es un problema en el que todos estamos inmiscuidos.

 

La corrupción e impunidad se han infiltrado y enquistado en los diferentes niveles de poder, de tal manera que las autoridades y jefes de turno pasan sin mayor trascendencia. Esta podredumbre carcome todo intento por mejorar, cambiar o curar cualquier desafuero… y lo peor, ya se ha convertido en parte de la cotidianidad social. En los medios de comunicación, la crónica roja es infaltable y destacada, difunden novelas y series relacionadas con el narcotráfico y la violencia, sin ruborizarse. Programación con la que normalizan estas realidades… y no hablemos de las redes sociales y los juegos de video.

 

Ante este panorama tan desafiante, el papa Francisco propone, que son necesarias «menos armas y más comida, menos hipocresía y más transparencia, más vacunas distribuidas equitativamente y menos fusiles vendidos neciamente» (octubre 2021). Desde nuestra Comisión hacemos eco y un llamado al diálogo, a la justicia, a la equidad, a la inclusión, para respetar la vida y los derechos de todas las personas, sin excepción alguna.

 

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Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe