«La violencia no resuelve problemas, aumenta el sufrimiento.» Papa Francisco (22 junio 2022)
El país está sumergido en un caos sociopolítico de proporciones inimaginables. Con un paro indefinido, las organizaciones indígenas y populares se tomaron el país. El reclamo de organizaciones y movimientos hace referencia a que históricamente han sido ignorados, olvidados, descartados, no escuchados ni atendidos por los entes gubernamentales. Sobre esa base se convocó a la movilización nacional que ya cumple 14 días de protestas.
La injusticia, la desigualdad, la iniquidad, el abuso de poder, la ausencia de medicinas y servicios básicos, la falta de educación de calidad, la desnutrición crónica infantil, el olvido de los campesinos, de los pueblos indígenas y de la población pobre y vulnerable de los sectores urbano-marginales… han configurado una realidad compleja, difícil de atender y solucionar y que ha venido perennizándose a través del tiempo. Lamentablemente esta justa protesta se convirtió en un escenario extremadamente violento, donde la forma del reclamo, las técnicas y armas utilizadas de parte y parte, la intervención de políticos irresponsables y los malos liderazgos condujeron a un enfrentamiento cruel e inútil entre ecuatorianos, con pérdida de vidas humanas y económicas irrecuperables, situación injustificable desde todo punto de vista.
El paro convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador – Conaie, se desbordó y puso de manifiesto la fragilidad institucional, la falta de objetivos nacionales y gestión por parte del gobierno, la incapacidad e ineficacia de la Asamblea Nacional, la decadencia de la Función Judicial, la nulidad de los partidos políticos, lo que impide la solución de los problemas estructurales y coyunturales para que todos, pero especialmente los más vulnerables, tengan acceso a una vida digna.
La Conaie se convirtió en el catalizador del descontento popular, en portavoz de las reivindicaciones de quienes sufren la pobreza, sin embargo, perversos beneficios políticos y de poder, e intereses oscuros de grupos que operan al margen de la ley, han llevado al enfrentamiento entre hermanos que sostienen posiciones aparentemente irreconciliables, posiciones ideológicas y visiones diferentes de país. ¡En esta feroz e inentendible batalla perdemos todos, absolutamente todos! La violencia nos pasa factura: pérdidas humanas y económicas, cierre y bloqueo de vías, agresiones de manifestantes y fuerza pública, desabastecimiento y encarecimiento de productos, cuya cuenta lamentable y vergonzosamente la deberemos pagar todos con más trabajo, impuestos y lo que es peor retroceso en el desarrollo.
La ciudadanía soporta estoicamente los efectos del paro, lidiando con las manifestaciones desenfrenadas de ciertos grupos que utilizando el paro como “caballo de Troya”, hacen de la violencia su modus operandi para atacar y destruir edificios, instituciones públicas y privadas y personas a las que dicen representar. Impera ‘el ojo por ojo y el diente por diente’, se pone a prueba el peso de los contrincantes. La agresión es el arma más utilizada. En lugar de la razón, es la pedrada, son los improperios, las confrontaciones, las imposiciones. Todos hemos perdido, todos nos hemos agredido, todos somos responsables por acción u omisión.
La Comisión Justicia y Paz rechaza todo tipo de violencia y junto con el Papa Francisco ratificamos la importancia, necesidad y ventajas de edificar puentes: sólo el diálogo construye. Esperamos que gane el país, que no haya vencedores ni vencidos, porque «la victoria deja un rastro de odio, porque los vencidos sufren» (Dhammapada, XV, 5) y deja un sinsabor que impide ver hacia adelante. Es hora ya de reencontrarnos, de construir, de desterrar la violencia, de vencer la pobreza, de combatir la corrupción, hora de la justicia, hora de la paz.
Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.
carta No. 138– 26 de junio 2022