La Política: una de las formas más preciosas de la caridad. Es caridad acompañar a una persona que sufre, y también es caridad todo lo que se realiza, aun sin tener contacto directo con esa persona, para modificar las condiciones sociales que provocan su sufrimiento. Si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisita caridad, el político le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro con comida, el político le crea una fuente de trabajo, y ejercita un modo altísimo de la caridad que ennoblece su acción política (Fratelli Tutti, 186). Papa Francisco, octubre 2020.
Suena raro un titular que hable bien de la Política. La Política está muy desprestigiada y es rechazada por la colectividad, por todo lo que hemos visto, oído y palpado. Sin duda alguna, la politiquería se ha apropiado de la Política.
De entrada y sin tapujos, la Política es vocación al servicio del pueblo, como ciencia y como acción humana, busca, ante todo, el bien común, se mueve en el ámbito de lo público y privado. Es cotidiana. Trabaja incansablemente por articular y construir una sociedad justa, solidaria, sin descartados ni marginados, sin privilegiados ni olvidados. La politiquería, por su parte, abunda por doquier. En lugar de servir, busca y consigue servirse del país, engañando y sacando provecho de cualquier oportunidad. Es común encontrar politiqueros que viven de una forma en público y de otra en privado.
Ante esa politiquería que destruye y carcome la Patria, hace falta rehabilitar la Política, sacarla de ese escenario degradado, vilipendiado, desvergonzado, alejarla de la corrupción, impunidad, ineficiencia, compadrazgo, componenda, diatriba… Urge restablecer la Política como una altísima vocación de servicio y entrega al bienestar del ser humano, mejorarla para que esté al servicio del bien común.
Está claro que el mundo y nuestro país para funcionar necesitan de la Política y no de la politiquería. Para alcanzar la justicia social, la equidad, la paz social, vencer la pobreza, desterrar la violencia, extirpar la guerra. Para convivir en armonía, respetar las leyes, construir ciudadanía, dotar de servicios básicos a toda la población… debemos sembrar, cuidar y cultivar una Política integral, sistémica, participativa, sin agendas ocultas, orientada a conseguir y alcanzar el bien común.
Como pueblo, debemos ejercer nuestra ciudadanía y participar activa y responsablemente en Política, dejar de creer que sólo eligiendo ya cumplimos con nuestro deber político. Debemos ir más allá. Sumergirnos en la tarea permanente de construir una nueva sociedad desde nuestro quehacer político en las tareas que cumplimos diariamente. Es, por tanto, una obligación ética y moral que nos involucra y exige participación activa en todos los ambientes en los que se dice y hace política.
Necesitamos una Política libre de corrupción e impunidad, honesta, sincera, consecuente y condescendiente, que no se someta indiscriminadamente a la economía y a la tecnocracia, que busque el bien común al corto, mediano y largo plazo, que lidere los cambios convocando a los otros, a todos.
La politiquería suele utilizar mecanismos para exasperar, exacerbar y polarizar a la sociedad, sin posibilidades de puntos de encuentro que permitan dilucidar caminos e implementar estrategias para enfrentar la compleja, complicada y angustiante realidad socioeconómica en la que viven millones de personas. La realidad popular reclama y grita acciones que le permitan superar su dolorosa realidad. La politiquería se encierra en su gueto espurio, sacrifica al pueblo que le elige y da rienda suelta a sus intereses personales o de grupo.
El Papa Francisco advierte que en la Política existe lugar para amar con ternura: en medio de la actividad política, los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben enternecernos, tienen «derecho» de llenarnos el alma y el corazón (cf. Fratelli Tutti 194). El amor político se expresa en la apertura a todos, sin distinción. Por lo tanto, estamos llamados a escuchar el punto de vista del otro facilitando que todos tengan un lugar, “es un intercambio de ofrendas en favor del bien común” (Fratelli Tutti 190).
Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.
carta No. 126– 3 de abril 2022