Guillermo Siles Paz, OMI.- Aun añoramos las navidades de nuestra infancia, pero también sabemos que nuestros niños hoy son diferentes y más animados por los juguetes. Cuando ya estamos cerca al nacimiento del nacimiento de nuestro Señor Jesús, La mayoría de las familias esperan vivir esas navidades de antaño, aquellos que nos vieron nacer. Claro hoy tenemos nueva realidad, sin embargo muchos esperamos, no perder la esencia de aquello que significa la vivencia de un Dios entre nosotros.
En las ciudades, los días previos a la navidad, han circulado diferentes tipos de tarjetas, tanto físicas, digitales y animadas. Lo mismo que en algunas oficinas han disfrutado de canastones navideños (una canasta grande, con muchos productos para comer en la noche buena)
Todos los días de adviento nos sirvieron para escuchar, disfrutar y alegrarnos con los diferentes concursos de coros de niños y con los cantos de villancicos (cantos navideños populares con bailes). En otros espacios, muchos jóvenes han organizado obras teatrales, nacimientos dramatizados, implicando a familias enteras, que comprometidas, lograban un personaje en las obras.
Mientras en la zona rural, tanto en el altiplano, valles y trópico, se van viviendo diferentes encuentros de comunidades para juntos vivir la navidad. Por eso lo dicen; nos desplazamos desde varios lugares para vivir el encuentro de la vida, fe y amor. Muchos van con sus ofrendas, comidas, grupos de cantos y bailes. Las comparsas pasean las calles de los pueblos llevando al niño en sus brazos. Como dicen, en Sucre, la capital, los chuntunquis) bailes típicos de los valles) alegran la navidad.
Como toda navidad no se ignora ningún detalle culinario, los dulces, pasteles y todo están en la mesa para ser compartidos. Se dice que son las golosinas las que abundan las mesas, son las cosas ricas, que hacen poner los rostros alegres. Como dirían en algunas ciudades, desaparecen de la mesa todos los vegetales y el gran menú esta en torno a la carne de cerdo al horno, el puchero navideño, o la picana, que es la más codiciada. Son puros pedazos de diferentes carnes todas cocidas y sazonadas con vino. Las granjas hacen fiesta porque dejan que sus pollos envueltos, los pavos rellenos, sacien los apetitos navideños.
En las ciudades, como en las comunidades hay las tradicionales misas de gallos, los cuales son muy participados por los fieles católicos, en los mismos lugares, la tradición es ingresar con el niño en brazos, ponerlo en el pesebre y vivir la misa con cantos navideños. Todos han ornamentado adecuadamente los altares del recién nacido. El pesebre siempre lleva atuendos locales y regionales. Casi todos los nacimientos de Jesús con muy inculturados. Siempre muestran a un Jesús que nace en su pueblo.
Terminada la misa de gallo las familias retornan a casa para compartir la comida, o el chocolate, pero lo más importantes y tradicional, que a veces, tiende a desaparecer, son los bailes al frente de recién nacido. Sobre todos los niños alegran la noche de navidad y con sus diferentes ritmos adoran a Dios hecho hombre. Pero en medio uno se acerca al pesebre y escoge su regalo, que el santa Claus le trajo, aunque ya estoy saben los niños que no es así, pero igual. La familia recoge su regalo.
Es la noche buena, que bello momento para decirnos feliz navidad, feliz noche buena. Así las familias enteras se llenan de amor, fraternidad y encuentro.
Por ahora todos estamos invitados a recibir al Niño Dios para que inunde nuestro corazón, nos llene de esperanzas, nos transforme la vida plena, y que la justica y derecho se imponga. Que en esta navidad el amor, la fraternidad se haga carne entre todos y que el perdón, reconciliación, nos abrace para construir la sociedad nueva. Que sea un tiempo para que las familias reestructuren sus sueños y aspiraciones. Porque Dios nos nace, para llenarnos de esperanza.