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La fuerza de los pequeños: la Teología de la Liberación

Leonardo Boff*.-  Siempre que se celebra un Foro Social Mundial, tres días antes, se realiza también un Foro Mundial de la Teología de la Liberación. Participan más de dos mil personas de todos los Continentes (Corea del Sur, varios países de África, los Estados Unidos, países de Europa y de toda América Latina) que practican en sus trabajos, este tipo de teología. Ella implica siempre tener un pie en la realidad de la pobreza y de la miseria y otro pie en la reflexión teológica y pastoral. Sin ese casamiento no existe Teología de la Liberación que merezca ese nombre.

De tanto en tanto, hacemos nuestras evaluaciones. La primera pregunta es: ¿cómo está el Reino de Dios aquí en nuestra realidad contradictoria? ¿Dónde están las señales del Reino en nuestro Continente, pero también en China, en África crucificada, especialmente en el medio de los pequeños de nuestros países? Preguntar por el Reino no es preguntar cómo está la Iglesia, sino cómo va el sueño de Jesús, hecho de amor incondicional, de solidaridad, de compasión, de justicia social, de apertura a lo Sagrado y qué centralidad se confiere a los oprimidos. Esos y otros valores constituyen el contenido de lo que llamamos Reino de Dios, el mensaje central de Jesús. El nombre es religioso, pero su contenido es humanístico y universal. Él vino a enseñarnos a vivir esos valores y no simplemente a transmitirnos doctrinas sobre ellos.

La liberación de los oprimidos

Igualmente, cuando se pregunta ¿cómo está la Teología de Liberación? la respuesta está contenida en esta pregunta: ¿cómo están siendo tratados los pobres y los oprimidos, las mujeres, los desempleados, los pueblos originarios, los afro-descendientes y otros excluidos? ¿Cómo entran en la práctica liberadora de los cristianos? Releva enfatizar que lo importante no es la Teología de la Liberación, sino el hecho de la liberación concreta de los oprimidos. Esta es una presencia del Reino y no la reflexión que se hace.

Entre los días 12 y 14 de octubre, en Puebla, México, tuvo lugar un encuentro de unos 50 teólogos y teólogas, venidos de toda América Latina. Fue organizado por Amerindia que es una red de organizaciones y de personas comprometidas con los procesos de transformación y de liberación de nuestros pueblos. Este acto, hecho en clave cristiana y crítica, analizó el momento histórico en que vivimos, en una perspectiva holística, enfatizando los contenidos místicos/proféticos y metodológicos de la Teología de la Liberación, hecha a partir de esa realidad.

Encuentro intergeneracional

Ahí estaban algunos de los «padres fundadores» de este tipo de teología (comienzos de los años 1970), todos entre 75-85 años, que se encontraron con la nueva generación de jóvenes teólogos (indígenas entre ellos) y teólogas (algunas negras e indígenas). En un sentido profundamente igualitario y fraterno, queríamos identificar nuevas sensibilidades, nuevos enfoques y maneras de procesar ese tipo de teología, ¿qué dignidad atribuimos a los que no cuentan y son hechos invisibles en nuestra sociedad de cuño neoliberal y capitalista?

En vez de conferencias –hubo sólo dos introductorias en la apertura– se prefirió trabajar en mesas redondas, en pequeños grupos de diálogo e intercambio (‘mingas’ o ‘tequios’). De esta manera, todos podían participar en un enriquecimiento fecundo. Había teólogos/as que trabajan en medio de los indígenas, otros en las periferias pobres de las ciudades, otros el tema de género (cómo superar relaciones de poder desigual entre hombres y mujeres) en toda una región, otros eran profesores e investigadores universitarios orgánicamente vinculados a los movimientos sociales. Todos venían de experiencias fuertes y hasta peligrosas, especialmente en América Central con los cárteles del narcotráfico, los desaparecimientos, las «maras» (crimen organizado de jóvenes violentos) y la violencia policial. Todos los trabajos fueron transmitidos por Internet y había miles de seguidores en todo el Continente.

No se puede resumir la densidad reflexiva de tres días de trabajo intenso. Pero, quedó claro que hay varias formas de entender la realidad (epistemologías), sea la de los pueblos originarios, sea la de los afro-descendentes, sea la de hombres y de mujeres, sea de marginados y de integrados. Para todos era evidente que no se puede resolver el problema de los pobres sin la participación de los propios pobres. Ellos deben ser los sujetos y protagonistas de su liberación. Nosotros nos disponemos a ser aliados y fuerza secundaria.

La Teología de la Liberación de los «viejos» y de los nuevos es como una semilla que representa la «fuerza de los pequeños», lema del encuentro. Esa semilla, no murió. Continuará viva mientras haya un único ser humano oprimido que grite por liberación.

Recordamos el poema de Pablo Neruda: «¿cómo saben las raíces que deben subir a la luz, / Y luego saludar al aire con tantas flores y colores?» Con Dostoievsky y con el papa Francisco también creemos que, en el fondo, es la belleza la que salvará al mundo, fruto del amor a la vida y aquellos que injustamente menos vida tienen. (Traducción: María Elena Bicera)

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* Leonardo Boff es teólogo y escritor brasileño