«Donde quiera que estés, ¡construye! Si estás en el suelo, ¡levántate! Nunca te quedes caído, levántate, deja que te ayuden a levantarte. Si estás sentado, ¡ponte en camino! Si el aburrimiento te paraliza, ¡ahuyéntalo con buenas obras! Si te sientes vacío o desmoralizado, pide que el Espíritu Santo llene de nuevo tu nada». (Papa Francisco, «educar a la esperanza» 2017).
Las esperanzas para el 2021: La pandemia ha comenzado a decaer; las vacunas han resultado efectivas; las familias se han reencontrado; las escuelas, colegios y universidades vuelven a abrirse; la corrupción y la impunidad están desapareciendo; la crisis económica está cediendo; las iglesias reciben más feligreses…
En Navidad y Año Nuevo enviamos y recibimos muchos saludos y parabienes colmados de buenos deseos que calibran positivamente nuestra vida y permiten visualizar el futuro con ese sueño y esa esperanza… «Soñar no cuesta nada» dice el refrán, pero ¡qué bueno es soñar y tener esperanza en un año y un mundo mejor!
La esperanza demanda de nuestra acción: sembrarla, cuidarla, abonarla, cosecharla, compartirla, difundirla… hacer de ella parte sustancial de nuestro quehacer diario, lo que implica realizar las actividades con ‘alegría y sencillez de corazón’, buscando el bien del próximo y del prójimo, desterrando egoísmos, vanidades, pedanterías o prepotencias.
La esperanza se materializa en amor vivido y proyectado al hermano, especialmente al más pobre y vulnerable. Nos moviliza a luchar para cambiar la injusticia en justicia, la guerra en paz, la pobreza en bienestar, el desempleo en empleo, la soledad en compañía, la ausencia en presencia, el egoísmo en solidaridad…
Esta virtud siembra nuestra vida de abundantes sueños y para alcanzarlos debemos trabajar en comunidad y animarnos mutuamente para fortalecernos. Debemos mantener viva la ilusión, pues sin sueños realizados, chicos o grandes, simplemente la esperanza sería estéril, un simple deseo que se queda en la imaginación o en palabras bonitas. La esperanza transforma y proyecta una ‘vida plena para todos’.
El Papa Francisco nos propone «sobre todo, ¡sueña! No tengas miedo de soñar. ¡Sueña! Sueña con un mundo que todavía no se ve, pero que ciertamente vendrá. La esperanza nos lleva a creer en la existencia de una creación que se extiende hasta su cumplimiento definitivo, cuando Dios será todo en todos. Los hombres capaces de imaginar han regalado a la humanidad descubrimientos científicos y tecnológicos. Han surcado los océanos, y pisado tierras que nadie había pisado nunca. Los hombres que han cultivado esperanzas son también los que han vencido la esclavitud, y han traído mejores condiciones de vida a esta tierra.»
El 2020 fue un año muy duro. Muchos sucumbieron en el intento de resistir y superarlo, otros fueron presa de la pandemia con efectos letales, millones perdieron el trabajo, varios cayeron en las garras de la corrupción. Pero pese a tanto dolor y angustia, estamos listos y atentos para responder a los múltiples desafíos que se presenten a lo largo del 2021. Algunos sienten desfallecer, pero a la mayoría la esperanza nos sostiene para de nuevo empezar, para luchar y alcanzar los sueños, conservar la salud y con responsabilidad enfrentar la cotidianidad.
Sí, es cierto, ‘soñar no cuesta nada’, pero es necesario convertir al sueño en realidad y por ello Justicia y Paz espera que, si nuestra esperanza es cabal, con seguridad hará que nuestros sueños los hagamos realidad. ………..
Carta No. 61 – 3 de enero 2021 de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz
Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe