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21 julio 2022

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II Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores

II Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores

«En la vejez todavía darán fruto» es el lema escogido por el papa Francisco para la II Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que se celebrará el próximo domingo 24 de julio. El lema es tomado del versículo 15, del Salmo 92.

 

El Papa Francisco estableció en 2021 que esta Jornada se celebre cada año el cuarto domingo de julio, en torno a la fiesta de los Santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús. Este año se celebrará el 24 de julio.

 

En su mensaje para esta segunda Jornada, el Santo Padre quiere ofrecer a los ancianos un proyecto existencial: ser «artífices de la revolución de la ternura».

 

Según destaca, «una larga vida —así enseña la Escritura— es una bendición, y los ancianos no son parias de los que hay que tomar distancia, sino signos vivientes de la bondad de Dios que concede vida en abundancia. ¡Bendita la casa que cuida a un anciano! ¡Bendita la familia que honra a sus abuelos!».

 

Todas las diócesis del mundo están invitadas a celebrar la Jornada con una liturgia dedicada a los ancianos.

 

Para el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, hay dos formas principales de participar en la Jornada: celebrar una misa o visitar a mayores solos.

 

En la Santa Sede, el domingo 24, a las 10 horas,  el cardenal Angelo De Donatis presidirá la celebración eucarística por mandato del Santo Padre, en la Basílica de San Pedro.

 

En el mensaje para esta segunda Jornada, el papa Francisco afirma que «la visita a los ancianos que están solos es una obra de misericordia de nuestro tiempo». Entre tanto, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha anunciado que quienes visiten o acompañen a las personas mayores en los días cercanos al 24 de julio recibirán indulgencia plenaria que concede la Iglesia.

 

¡Envejecer no es una condena, es una bendición!

 

Para el papa, «envejecer no implica solamente el deterioro natural del cuerpo o el ineludible pasar del tiempo, sino el don de una larga vida. ¡Envejecer no es una condena, es una bendición!».

 

Por ello recomienda que «debemos vigilar sobre nosotros mismos y aprender a llevar una ancianidad activa también desde el punto de vista espiritual» y también «las relaciones con los demás, sobre todo con la familia, los hijos, los nietos, a los que podemos ofrecer nuestro afecto lleno de atenciones; pero también con las personas pobres y afligidas, a las que podemos acercarnos con la ayuda concreta y con la oración. Todo esto nos ayudará a no sentirnos meros espectadores en el teatro del mundo, a no limitarnos a “balconear”, a mirar desde la ventana».

 

Agrega que «La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. Hay una nueva misión que nos espera y nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro. «La sensibilidad especial de nosotros ancianos, de la edad anciana por las atenciones, los pensamientos y los afectos que nos hacen más humanos, debería volver a ser una vocación para muchos».

 

«Queridas abuelas y queridos abuelos, queridas ancianas y queridos ancianos, en este mundo nuestro estamos llamados a ser artífices de la revolución de la ternura. Hagámoslo, aprendiendo a utilizar cada vez más y mejor el instrumento más valioso que tenemos, y que es el más apropiado para nuestra edad: el de la oración. «Convirtámonos también nosotros un poco en poetas de la oración: cultivemos el gusto de buscar palabras nuestras, volvamos a apropiarnos de las que nos enseña la Palabra de Dios», dice el papa en una parte de su mensaje.

Agrega que «la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores es una ocasión para decir una vez más, con alegría, que la Iglesia quiere festejar con aquellos a los que el Señor —como dice la Biblia— les ha concedido “una edad avanzada”. ¡Celebrémosla juntos! Los invito a anunciar esta Jornada en sus parroquias y comunidades, a ir a visitar a los ancianos que están más solos, en sus casas o en las residencias donde viven. Tratemos que nadie viva este día en soledad. Tener alguien a quien esperar puede cambiar el sentido de los días de quien ya no aguarda nada bueno del futuro; y de un primer encuentro puede nacer una nueva amistad. La visita a los ancianos que están solos es una obra de misericordia de nuestro tiempo».

El texto íntegro del mensaje para la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores está disponible aquí.