En el marco del segundo diálogo entre el Gobierno Nacional y el Comité Nacional del Paro, que se llevó a cabo el 17 de mayo, en la sede de Compensar, con el propósito de encontrar acuerdos que pongan fin a la movilización nacional, la Iglesia católica colombiana insistió en su llamado a encontrar con urgencia «espacios donde los colombianos y las colombianas unidos puedan construir un proyecto común de país, donde se den las garantías y unas condiciones de vida dignas para todos».
La paralización nacional que se extiende ya por 22 días ha dejado un saldo lamentable de personas fallecidas, detenidas, desaparecidas e incuentificables pérdidas materiales y económicas.
El director del Secretariado Nacional de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), Monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, quien actúa como delegado del episcopado en la tarea de acompañamiento del proceso de diálogo y quien participó en la segunda reunión, resaltó la disponibilidad de interlocución de las partes y aseguró que esto es fundamental para una posible negociación, porque «aquí hay que recuperar el valor y la fuerza de la palabra por encima de cualquier gesto violento».
Recordó, además, las palabras que el papa Francisco pronunció durante su visita a Colombia: «Demos el primer paso», y dijo que esta es la invitación que se quiere dejar, seguir avanzando por el bien de Colombia.
«Hay que seguir avanzando en el camino de la vida digna, hay que excluir todo gesto de violencia y los signos positivos de lado y lado serán los que le abran el espacio y las posibilidades a una negociación en firme sobre los puntos que se han colocado en la agenda», enfatizó.
Atender a las legítimas demandas de todos los ciudadanos y avanzar hacia la reconciliación
Así también, en el último comunicado de la Conferencia Episcopal de Colombia, titulado «Mantengamos la Esperanza», los obispos insistieron en que «el diálogo, en el que haya escucha, encuentro y compromiso con los otros, es el escenario propio para atender a las legítimas demandas de todos los ciudadanos y para avanzar hacia la reconciliación y la paz». La violencia, con sus múltiples formas y expresiones, provenga de donde provenga, no soluciona nada y produce sufrimiento y muerte».
El episcopado colombiano reiteró su «cercanía y solidaridad especialmente, por las dolorosas situaciones que han vivido en los últimos días, a los hermanos de Cali y Popayán, así como de otras poblaciones de los departamentos del Valle del Cauca y del Cauca. Pedimos a Dios que se detenga, con la decisión y participación de todos, la espiral de violencia y se abra paso al diálogo».
Así también reiteran en su llamado «a mantener la esperanza que, como ha dicho el Papa Francisco, a pesar de las sombras densas, es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal y eleva el espíritu hacia los ideales y las realidades más grandes y verdaderas (Cfr. Fratelli Tutti, 54-55). La esperanza nos mueve a pedir el don de la reconciliación y sostiene nuestra responsabilidad de ser artesanos de la paz», apuntan los obispos.
Paciencia y escucha para construir entendimientos
Entre tanto, el representante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Carlos Ruiz Massieu, quien actúa también como facilitador del proceso de negociaciones, consideró que en estos diálogos «se requiere realizar un ejercicio de paciencia, con el fin de ir construyendo entendimientos y, a partir de la escucha mutua, poder llegar a acuerdos».
Reiteró el llamado para que se garantice la protección de quienes protestan y pidió a los colombianos guardar calma. «Hacemos un llamado a la calma y a la paz, y nos quedamos con el llamado a no perder la esperanza. Esperamos que estas conversaciones se transformen en una negociación por el bien del pueblo colombiano», puntualizó Ruiz Massieu