Frei Betto- El papa Francisco declaró, el 20 de mayo, que «puede estar sucediendo un golpe de Estado suave en algún país». A buen entendedor pocas palabras. Como latinoamericano, Francisco entiende de golpes de Estado, por los muchos que tuvieron lugar en nuestro continente.
Antes los golpistas se apoderaban del Estado a punta de fusil. Ahora lo hacen mediante artimañas parlamentarias. En el Brasil, de febrero a abril, el caldo de cultivo propicio para favorecerlo se calentó a base de ingredientes nobles: reducir los gastos públicos e instaurar un nuevo gobierno integrado por autoridades libres de cualquier sospecha.
El presidente Temer quería que la Cámara de los Diputados aprobase la creación de 14.419 nuevos cargos públicos, o sea casi cuatro veces más de los 4 mil puestos que había prometido eliminar en nombre del saneamiento de las finanzas del Estado. Eso costaría unos US$ 23,200 millones a las arcas de la nación. Ante la reacción popular, Temer retrocedió.
En un país con la salud pública ineficaz, lo que obliga a 50 millones de brasileños a depender de planes de salud privados, la Agencia Nacional de Salud Suplementaria acaba de fijar en hasta el 13.57 % el índice de reajuste de los planes individuales y familiares. Como para matar a uno de un infarto.
El ministerio «de la ética» carece de registros de los bienes anteriores. Ya fueron destituidos dos ministros, acusados de corrupción e intento de obstrucción de la Justicia: Romero Jucá, de Planificación, y Fabiano Silveira, de Transparencia y Fiscalización.
Para la Secretaría de la Mujer, Temer nombró a la exdiputada Fátima Pelaes, del PMDB del Amapá, acusada por el Ministerio Público Federal de integrar una «articulación criminal» para desviar casi US$ 2 millones a través de enmiendas parlamentarias. Ella aún no ha tomado posesión del cargo y todo indica que, debido a la reacción contraria, de nuevo Temer retrocederá.
Mendonça Hijo, ministro de Educación, está envuelto en la operación Lava Jato, acusado de haber recibido US$ 100 mil de las empresas constructoras Odebrecht y Queiroz Galvão. Es citado en la Operación Castillo de Arena por haber recibido una donación de US$ 40 mil de la Cavo, que pertenece a la constructora Camargo Corrêa.
Enrique Alves, ministro de Turismo, ha sido implicado en la Lava Jato por el traficante en dólares Yousseff, y es uno de los integrantes de la «lista de Janot». El Procurador General de la República, Rodrigo Janot, le pidió al STF prisión para toda la cúpula del PMDB: Sarney, Renan, Jucá y Eduardo Cunha.
El Ministerio de Agricultura le fue entregado a Blairo Maggi, plantador de soya, considerado en el 2005 por los ambientalistas como uno de los mayores deforestadores de la selva amazónica.
Geddel Vieira Lima se quedó con la Secretaría de Gobierno, a pesar de haber sido citado en el escándalo de los «recortes del presupuesto» el año 1993, cuando los diputados manipulaban enmiendas presupuestarias vía entidades sociales fantasmas.
Y ahí tenemos recortes en Salud y en Educación, en nombre del ajuste fiscal. Petrobras, que aporta el 13 % del PIB, está en la mira de la privatización, o sea el Brasil perderá su mayor patrimonio empresarial. Y decían que tendríamos un gobierno mucho mejor…
Frei Betto es escritor, autor del libro «Fidel y la religión», entre otros libros.
Traducción de J.L.Burguet
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