“El balón se convierte en un medio para invitar a personas reales a compartir amistad, a encontrarse en un espacio, a mirarse a la cara, a desafiarse mutuamente para poner a prueba sus habilidades. Queridos amigos: el fútbol es un juego de equipo, ¡no se puede divertir solo! (…) Jugar te hace feliz porque puedes expresar tu libertad, compites de una manera divertida, vives un tiempo en lo libre simplemente porque te gusta, persigues un sueño sin ser necesariamente un campeón”. Papa Francisco, mayo 2019.
El mundo vive una situación compleja y caótica: guerras, muerte, migración forzada, hambruna, deforestación, cambio climático, corrupción, violencia social y un largo etcétera de realidades que duelen y desmotivan… pero cada cuatro años, durante un mes, ese mismo mundo dedica mayor atención a un balón y 22 jugadores que, en una cancha, compiten por la copa que reconoce a un país como el mejor en fútbol. Para los ecuatorianos, en esta ocasión como en otras tres anteriores, el sueño es que la selección logre un buen desempeño y avance a las siguientes etapas.
En la primera semana de este torneo mundial algunas tradiciones y muchos pronósticos mundialistas se rompieron: Ecuador ganó el partido inaugural, convirtiéndose en la primera selección en vencer al equipo anfitrión y en su segundo encuentro dio una demostración de buen fútbol y de cuanto ha progresado; equipos de larga data y favoritos como Argentina y Alemania perdieron ante selecciones nacionales menos conocidas y sin historia futbolística; tampoco se puede dejar de lado más de una goleada, poco esperadas y menos deseadas.
Esta cuarta participación de Ecuador generó muy buenas expectativas, en especial por la mayoritaria plantilla joven que juega fuera del país, con buena valoración y reconocimiento de sus equipos, lo que aporta experiencia y calidad a la selección nacional, y por el entrenador Gustavo Alfaro, de excelente desempeño y de una condición humana notoria.
En este contexto, el mundial modifica la cotidianidad y cambia los ritmos de la sociedad. Estar pendiente de los horarios y resultados de los diferentes partidos, vestir “la piel del país”, que se resume en atuendos y parafernalia coloridos, hacer cuentas matemáticas de puntos, goles y errores que llevan a pronósticos que se alientan o derrumban luego del pitazo final.
Los partidos de la selección nacional y de los de los equipos más importantes, motivan a que las familias, los amigos, compañeros de trabajo se reúnan a disfrutar del juego y a compartir esos momentos intensos. A nivel económico activa el comercio, tanto el formal como informal, con la venta de artículos como camisetas de la Tri, televisores, adornos especiales o consumos en restaurantes y cafeterías.
Los equipos de fútbol son un buen ejemplo, aplicable en diferentes ámbitos como: la sociedad, la política, la educación, la salud, la empresa, la misma familia, entre otros… Debemos organizarnos y funcionar como un equipo, en donde todos cumplimos una función; un buen director técnico con experiencia y liderazgo es fundamental para guiar al equipo. El lenguaje futbolístico se impone: ’hay que sacarle tarjeta roja a la corrupción’, ‘a la desnutrición’ o a los politiqueros o burócratas que en alguna función del Estado están actuando ‘fuera de juego’… y expulsarlos de la vida nacional.
Si bien, muchas voces se han levantado en pro y contra de este mundial de fútbol: que si Qatar no es la sede más adecuada por la falta de tradición, los altos costos de movilización y estadía; los derechos humanos de la población y en especial de los trabajadores contratados para la construcción de los estadios, de los que se denuncia que varios miles murieron; o la misma polémica por la manera como fue la designación de la sede por allá en el 2010.
No se puede negar que el fútbol copa buena parte de la atención mundial, como un distractor, pero a la vez como un momento de respiro y cambio de aire, cambio de atención y preocupación, para oxigenar la mentalidad y retomar fuerzas que nos motiven y permitan trabajar para convertir nuestros sueños y esperenzas de paz y justicia en realidades.
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CON LOS OJOS FIJOS EN ÉL, en la realidad y en la fe
Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz No. 160
27 de noviembre 2022