Nació el 5 de marzo de 1955 en un rancho cedido por su dueño, Abrahán Reyes, en lo que hoy es el 23 de enero de Caracas. Cien alumnos sentados sobre el piso, pues no tenían ni pupitres, ni mesas, ni pizarrones fueron sus primeros alumnos. Dos muchachas del barrio que sólo contaban con el sexto grado de primaria, las primeras maestras. Hoy, Fe y Alegría es un Movimiento de Educación Popular y Promoción Social presente en 17 países de América Latina y desde ya más de un año, también en África, pues donde hay miseria y exclusión, allí va Fe y Alegría.
Desde los inicios, los fundadores de Fe y Alegría optaron por la educación por considerarla el medio más idóneo para combatir la exclusión y la miseria, y hacer de las personas sujetos dignos, productivos, solidarios. Pero tenía que ser una educación de calidad, pues no podían aceptar que la educación de los pobres fuera una pobre educación. Si la educación no es de calidad para todos, en vez de contribuir a democratizar la sociedad, contribuye a agigantar las diferencias: buena educación para los que tienen posibilidades de asistir a colegios prestigiosos, y pobre o pésima educación para los que asisten a centros o programas de muy dudosa calidad.
La vocación de servicio y la búsqueda de una educación de calidad para todos ha llevado a Fe y Alegría a explorar sin descanso distintas modalidades educativas, formales y no formales, a utilizar la radio como estrategia educativa y comunicacional para llegar a muchos y ser un medio de expresión de todas las voces, a inventar propuestas de capacitación laboral para recuperar a los excluidos por el sistema educativo, a innovar permanentemente en el campo de la educación para el trabajo y la producción, a incursionar con pasos firmes en la Educación Superior, y privilegiar la formación humana, sociopolítica y pedagógica permanentes de todos los educadores, por considerarlos los sujetos más importantes para garantizar a todos una genuina educación integral de calidad. Posiblemente en su preocupación por la formación pedagógica, humana y espiritual de su personal radica una de las causas esenciales de los éxitos de Fe y Alegría. Trabajar en Fe y Alegría equivale a montarse en un bus de formación: mientras la persona esté trabajando en Fe y Alegría, estará en un proceso de formación permanente. Toda la estructura organizativa de Fe y Alegría, desde su Centro de Formación e Investigación, pasando por el Centro de Profesionalización, las Oficinas Zonales y Regionales, hasta los propios centros educativos y emisoras, está concebida para brindar acompañamiento pedagógico y formativo al personal de un modo permanente.
En estos tiempos en que tanto se vocea la calidad, pero se entiende de modos muy diversos, para Fe y Alegría, la educación es de calidad si forma personas y ciudadanos de calidad. Eso es lo que plantean con claridad meridiana sus objetivos al señalar que el fin último de Fe y Alegría es formar hombres y mujeres nuevos que se responsabilizan de su propia transformación personal y la de su comunidad, profundizando la conciencia de su dignidad humana y su vocación de servicio. Educación que ayuda a cada persona a conocerse, quererse y emprender el camino de su propia realización con los demás, no contra los demás. Educación que permite a todos, sin excepción, el desarrollo de sus talentos y capacidades creativas, de modo que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y alcanzar su plenitud. Educación que forme auténticas personas y ciudadanos productivos y solidarios, con capacidad de insertarse activamente en el mundo del trabajo y de la producción, y realmente comprometidos con el bien común. Educación que despierte el gusto por aprender, por superarse permanentemente, que fomente la creatividad, la libertad y el amor. Educación que enseñe a vivir y a convivir, a defender la vida, a dar vida para que todos podamos vivir con dignidad y desarrollar nuestra misión. Por ello, a las ya tradicionales dimensiones del Informe Delors, que recogieron las Reformas Educativas: Educación que enseña a ser, a conocer, a hacer y a convivir; Fe y Alegría, como movimiento de educación popular, añade educación que enseña a transformar, pues reivindica la entraña ética y política de la Educación Popular, que se define no por sus modalidades o destinatarios, sino por su intencionalidad transformadora. El fin último de Fe y Alegría no es crear escuelas, emisoras, institutos, centros de capacitación, sino crear una nueva sociedad donde todos podamos vivir dignamente y nos reconozcamos como hermanos, hijos de un mismo Padre que nos ama a todos entrañablemente y nos invita a construir un mundo cada vez más justo, humano y fraternal.