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Evangelio Dominical: Transfiguración

Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama en el segundo domingo de Cuaresma, ciclo C, correspondiente al domingo 13 de marzo de 2022.  La lectura es tomada del Evangelio según San Lucas 9, 28-36.

 

 “Éste es mi Hijo, escúchenle” 

 

Dice el evangelio que Jesús apareció de una forma deslumbrante. ¿Por qué aparece Jesús de esta forma tan llamativa?

 

Entre la gente que seguía a Jesús, corrían dos interpretaciones de lo que debía ser el Mesías:

 

  • Una era la política y militar. La mayoría pensaba que el Mesías devolvería el poder y la gloria al pueblo judío.

 

  • Otra era la de la entrega hasta la muerte, a pesar del sufrimiento. Esta era la interpretación de Jesús. Precisamente seis días antes de la Transfiguración, Jesús había dicho a los discípulos: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y letrados; sufrir la muerte y resucitar luego de tres días” (Mc 9, 2-10).

 

Estas palabras de Jesús sembraron la alarma entre los discípulos. El mismo Pedro trató de disuadirle (Marcos 8:31-33), porque esto no cuadraba con sus expectativas gloriosas de mando y poder. Los hermanos Santiago y Juan le andaban pidiendo los primeros puestos en el reino del Mesías. Estos tres discípulos son los que, al parecer, ofrecen mayor resistencia a Jesús cuando les habla de su destino doloroso de crucifixión.

 

Y Jesús quiso dar una lección a esos tres discípulos

 

– ¿Qué hace Jesús para probar que su interpretación del Mesías es la verdadera?

 

– En primer lugar, aparece en una forma gloriosa. Se transformó: su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blanco. El evangelio utiliza la palabra griega ‘metamorfosis’, que usamos para describir el proceso por el que una oruga se convierte en una mariposa, una dramática transformación. En este pasaje de Jesús sólo hay una transformación de su apariencia externa. Jesús se presenta a los tres discípulos «revestido» de la gloria del mismo Dios. Como lo anunció a sus discípulos, va a ser crucificado por sus adversarios, pero va a ser, también, resucitado por Dios.

 

-En segundo lugar, aparece conversando amigablemente con Moisés y Elías.

 

¿Por qué aparecen Moisés y Elías junto a Jesús?

 

Porque eran los dos máximos exponentes de la tradición bíblica:

 

Moisés, que fue el gran dador de la Ley y de los 10 Mandamientos 1.200 años antes. Pero además es el gran Liberador. Dios envió a Moisés a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto y a conducirlo a una tierra de libertad que mana leche y miel.

 

Elías era el gran profeta, que inició una gran renovación espiritual en Israel 900 años antes de Cristo. Elías era muy cercano a Dios. Y Dios se le hacía presente de forma muy íntima.  Elías en el monte Horeb, vio que el Señor no se dejó sentir ni en el viento fuerte, ni en el terremoto, ni en el fuego que pasó por delante de la cueva donde estaba, sino en un “sonido suave y delicado”, ante el cual Elías se cubrió la cara con su capa.

 

Ante aquella manifestación gloriosa de Jesús y la presencia de aquellos dos hombres, que encarnan la Ley y los Profetas, <Pedro reacciona con toda espontaneidad: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No ha entendido nada. Por una parte, pone a Jesús en el mismo plano y al mismo nivel que a Elías y Moisés: a cada uno su tienda. Por otra parte, se sigue resistiendo a la dureza del camino de Jesús; lo quiere retener en la gloria del Tabor, lejos de la pasión y la cruz del Calvario.> (Pagola). Pero Dios mismo le va a corregir de manera solemne.

 

Como respuesta de Dios Padre a la confusión de Pedro, “apareció una nube, que se posó sobre ellos. Y de la nube salió una voz, que dijo: “Este es mi Hijo amado: escúchenle a Él”. Sólo Jesús irradia luz propia. Todos los demás (incluyendo Moisés y Elías) somos testigos de la luz, irradiamos la Luz de Él, somos un reflejo de su Luz, de su Palabra.

 

Y hemos de escuchar su Palabra, también cuando nos habla de «cargar la cruz» en todos los tiempos.

 

¿Qué es lo más importante en este evangelio de la Transfiguración?

 

1. Es la frase de Dios Padre: Este es mi Hijo amado. Escúchenlo” (Marcos, 9, 7). Estas son casi las mismas palabras que Dios Padre dijo en el bautismo de Jesús. Entonces las dijo a Jesús. Ahora la voz de Dios Padre se dirige a los discípulos.

 

¿Estas palabras nos tocan también a nosotros?

 

Las necesitamos. Hay tantas voces hoy día. Y todas las voces parecen sabias y atractivas. Son de eruditos, internautas, comentaristas, políticos, gurús religiosos, celebridades… Nos prometen salud, riqueza y felicidad, pero raramente cumplen sus promesas y frecuentemente nos llevan a la ruina. ¿Hay una voz confiable en medio de toda esta cacofonía? Dios Padre nos responde: “Éste es mi Hijo muy amado. Escúchenlo”.

 

2. También está la nube. A través de todas las Escrituras, la nube simboliza la presencia de Dios. Así ocurrió durante la travesía del desierto de los israelitas:

 

– Dios caminaba delante de su pueblo en una columna de nube (Éxodo 13,21).

 

– Y en el Sinaí, mientras Dios hablaba con Moisés, se escondía detrás de una nube.

 

Así pues, la transfiguración significó la validación de Jesús, como el Señor ungido, y el máximo exponente de la voluntad de Dios Padre.

 

Todos los símbolos -monte sagrado, Moisés (la Ley), Elías (los profetas), la nube (que también aparece en el Éxodo), la luz resplandeciente-, van a indicar que en Jesús se cumplía todo lo anunciado por los antiguos escritos del pueblo de Israel.

 

Aquí se dio una “teofanía” (aparición de Dios), al estilo de muchas de las teofanías del Antiguo Testamento. Por ejemplo:

 

– Cuando Dios se aparece a Moisés y a los ancianos (Éxodo 24, 9-11);

 

– Cuando Dios se aparece a Elías en el viento (1 Reyes 19, 9-14);

 

– Cuando Dios se aparece al profeta Ezequiel en un carro (Ezequiel 1, 1-28).

 

¿Por qué les prohíbe decírselo a nadie, hasta después de la resurrección?

 

Los discípulos aún no están preparados para hablar correctamente de Jesús. Aún no han entendido bien el mensaje de Jesús, su interpretación de cómo debe ser el Mesías, y por lo tanto no serían capaces de proclamar su mensaje fielmente.

 

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José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)