Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama en la solemnidad del Domingo de Resurrección, correspondiente al domingo 17 de abril de 2022. La lectura es tomada del Evangelio según San Juan 20, 1-9.
“Y vio a Jesús, que estaba allí… ¡Maestro!”
¿Cómo ocurrió la resurrección de Jesús?
Muy de madrugada del domingo, varias mujeres, de las que habían acompañado a Jesús hasta su sepultura, quisieron volver al sepulcro. Eran María Magdalena, Salomé, María, la madre de Santiago (Mateo 27: 56 y Marcos 16, 1), Juana y las demás mujeres que estaban con ellas. Habían comprado bálsamos aromáticos para ungir el cuerpo de Jesús (Marcos 16:1).
Al ir camino del sepulcro, se decían una a otra: “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?”
Pero de pronto hubo un gran terremoto. El ángel del Señor descendió del cielo, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. Los guardias temblaron y quedaron como muertos.
El ángel entró en el sepulcro, y se sentó.
Los soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. (Mateo 28, 1-11)
Mientras tanto, las mujeres llegaron al sepulcro. Ya estaba más claro, y pudieron ver que el sepulcro estaba abierto: la losa que debía tapar la boca del sepulcro, estaba rodada al lado, y por allí no se veía ningún soldado.
Algunas de las mujeres, con María Magdalena, inmediatamente pensaron: “Se han robado al Señor”. Se dieron media vuelta y fueron a avisar a los discípulos.
¿Y qué hace el grupo principal de las mujeres?
Mientras tanto, las otras mujeres se acercaron al sepulcro, y vieron dentro a dos ángeles, uno a la cabecera y el otro a los pies del sepulcro. Los ángeles dicen a las mujeres:
- ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí; más bien, ha resucitado. Acuérdense de lo que les dijo cuando estaba aún en Galilea: «Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día”. Vengan y vean el lugar donde estaba puesto. Y vayan de prisa y digan a sus discípulos y a Pedro que ha resucitado de entre los muertos.
Entonces ellas salieron a toda prisa del sepulcro, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. Jesús les salió al encuentro, diciendo:
-¡Saludos!
Ellas se echaron a sus pies y le adoraron. Entonces Jesús les dijo:
-No teman. Vayan, den las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán.
Mientras tanto, ¿qué pasó con María Magdalena y las otras mujeres?
Ellas avisaron a los Apóstoles, especialmente a Pedro, y le dicen: “Se han robado al Señor”.
Inmediatamente Pedro y Juan salen juntos corriendo hacia el sepulcro. Pero Juan, que era más joven, corría más que Pedro. Así que se adelantó y llegó primero al sepulcro. Pero esperó a Pedro.
Muy educado este Juan, ¿no?
Sí. Y eso que Juan sabía que Pedro había negado al Señor tres veces durante la Pasión. Él en cambio había acompañado a Jesús y a su madre hasta el Calvario. Esto de esperar a Pedro es un gesto de aceptación y reconciliación.
Pero una vez que llegó Pedro, entraron los dos al sepulcro.
Vieron las vendas en el suelo (Juan 20, 6). “Y el sudario, que había estado sobre su cabeza, no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte” (v. 7).
Los dos quedaron muy impresionados. En concreto Juan comenzó a creer algo: “vio y creyó”. Y se volvieron a casa.
A Pedro se le apareció Jesús después, dice el evangelista Lucas (24, 34) y Pablo (1 Corintios 15, 1-5).
¿Y qué hizo María Magdalena?
María no se quedó tranquila. Ella volvió al sepulcro. Vio a Pedro y a Juan que se iban del sepulcro, pero ella se quedó allí llorando frente a él.
Entonces miró dentro del sepulcro. Y vio dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Pero ella no los reconoce como ángeles.
Ellos le preguntan a María: “¿Por qué lloras?”, y ella explica con las lágrimas en sus ojos: “Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto” (v. 13).
Entonces María se vuelve, miró atrás, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Creía que era el jardinero.
Pero Jesús la llama por su nombre: “María”. Al oír la voz de Jesús, María lo reconoce, lo llama “Rabboni” (Maestro), y se lanza a sus pies.
Jesús le dice: “Déjame, pero vete a mis hermanos, y diles: ‘Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios’”.
Por eso a María Magdalena se le llama “Apóstol de los Apóstoles”.
Los judíos tenían el sábado como el día de descanso semanal, pues en la Creación del mundo, Dios descansó al séptimo día. Los cristianos lo cambiaron al domingo, porque la resurrección de Jesús, el hecho más importante de la humanidad, ocurrió en domingo.
Decimos “Felices Pascuas” (de Resurrección). Y en Navidad decimos: “Felices Pascuas” (de Navidad). Cristo ha resucitado. Cristo vive. Aleluya.
Éste fue el primer grito de fe, de vida nueva, y de victoria definitiva.
En Venezuela se tiene hoy la costumbre popular de la “Quema de Judas”.
Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor, para celebrar juntos la resurrección de Jesús y poderle decir “Aleluya”.
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José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)