Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama en el décimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C, correspondiente al domingo 3 de julio de 2022. La lectura es tomada del Evangelio según San Lucas 10, 1-12.17-20.
“Paz a esta casa”
¿Cómo entrena Jesús a sus discípulos?
Jesús hace como todo líder sabio, perspicaz y realista: prepara su equipo, sus seguidores. Pero además Jesús no quiere eternizarse como líder. Quiere dejar su puesto a otros. No quiere hacerse ‘el imprescindible’. Y hace tres cosas:
Primero: quiere que sus discípulos estén con Él, que se sientan a gusto con Él, que tengan confianza y se sientan aceptados por Él. No se trata de aprender las cosas desde un libro, sino identificarse con Él, vivir como Él. Y así los discípulos aprendieron su mensaje.
Segundo: «Jesús los envió para prepararle el camino’. Es decir, no es una iniciativa aislada de los discípulos. Los entrena para la Misión, que recibirán en la Ascensión: “Vayan por todo el mundo anunciando la Buena Nueva”. Su Misión será enfrentar el mal y buscar el bien para cada uno.
Tercero: Los envía de dos en dos.
¿Por qué los envía de dos en dos?
La estrategia de ir de dos en dos es poderosa por tres razones:
- Primero: Un compañero da fuerza, protección, compañía agradable y aliento mutuo: “Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero: mas ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante” (Eclesiástico 4:10). Es menos probable que una persona caiga en tentación cuando va acompañada.
La fe, la eucaristía y la salvación no son un asunto privado, sino que tienen que ser vividas en comunión con los hermanos.
- Segundo: El compañero da más credibilidad. En el Deuteronomio (15:19; 17:6 y 19:15) se requieren dos o tres testigos para poder culpar a una persona de un crimen, porque un solo testigo más fácilmente puede engañar o engañarse.
¿Podemos nosotros cumplir con esa Misión?
Te cuento la historia de “Las dos vasijas de agua”.
<Un acarreador de agua tenía dos grandes vasijas para llevar el agua a casa de su patrón.
Una vasija era perfecta y llegaba a casa llena de agua. La otra tenía algunas grietas y llegaba medio vacía. Ésta, avergonzada, le dijo un día a su patrón:
-«Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque, debido a mis grietas, sólo puedo entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir».
El acarreador le dijo a la vasija agrietada: «Cuando regresemos a casa, quiero que mires las bellas flores que crecen a lo largo del camino».
Así lo hizo. Vio las flores, pero aún así se sintió apenada.
El aguador le dijo: «¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen de tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y sembré semillas de flores por donde tú ibas para que las regaras todos los días y así he podido recoger estas hermosas flores para mi mujer, a quien le encantan las flores. Si no fueras exactamente como eres, con todos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza. > (Félix Jiménez, escolapio).
Somos tinajas agrietadas. No importan nuestros defectos. Jesús nos usa de diferentes maneras. Por ejemplo, riego a los otros en el camino de la vida.
Venimos a la fuente, a la iglesia, para llenar nuestro tanque con el entusiasmo y la fe.
Dios nunca nos preguntará por nuestras habilidades, sino por nuestra disponibilidad para trabajar para Él, para ser su embajador. “He aquí la esclava del Señor”.
<Me decía uno de ustedes que llevaba esta Hoja Dominical a los compañeros de trabajo, y durante la semana compartía con ellos el evangelio y la homilía>
Les invito a hacer lo mismo esta semana.
Sería estupendo, si además de ganarnos el pan de cada día honradamente en nuestro trabajo, fuéramos allí también testigos de Jesucristo de palabra y de obra.
¿Qué mensaje se saca de este evangelio?
Jesús había enviado a los 12 Apóstoles; ahora envía a 72 discípulos.
Algunos piensan que los 12 Apóstoles representan al clero, y estos 72 representan a los laicos. Todos, clero y laicos, somos enviados a todo el mundo.
Prescindiendo de esta interpretación, el mensaje central es que la proclamación es responsabilidad de todos – no solo de unos pocos selectos.
Por otra parte, setenta y dos no es un número matemático. Tiene el siete, que simboliza la perfección. En este caso es la misión universal a todos los hombres y mujeres.
En el Génesis (cap. 10) aparece una lista de naciones gentiles que descienden de Noé: en la versión hebrea son 70, y en la griega (‘Septuaginta’) son 72. Ellas representan a todas las naciones.
Por fin, lo curioso es que, dado el poco número de obreros y la urgencia, se supone que Jesús les diría que vayan rápidamente para empezar la cosecha. Sin embargo, primero les manda rezar para que Dios envíe más obreros a su mies. Más que muchos evangelizadores, necesitamos santos evangelizadores. Como siempre, calidad más que cantidad.
La obra de los discípulos será efectiva solo si se comienza con la oración. El Señor llama y da poder a quienes lo necesiten, y el poder del Señor es lo que hace posible el éxito.
Una iglesia que reza verá que, aunque los puestos oficiales quedan vacíos, el Señor proveerá con lo que es realmente necesario.
Despedida
Esto es precisamente lo que significa ‘Eucaristía’ = acción de gracias.
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. En ella le damos gracias por habernos elegido a ser los proclamadores de la Palabra en la familia, en el país y en el mundo.
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José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)