Comentario dialogado al Evangelio que se proclama en la celebración del Domingo de la Trinidad, Ciclo B, , correspondiente al domingo 30 de mayo 2021. Las lecturas son tomadas del Evangelio según San Mateo 28, 16-20
«Hagan discípulos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo )
Hoy es la fiesta de la Santísima Trinidad. ¿Es importante la Trinidad?
Tan importante que la palabra ‘Trinidad’ se escucha con frecuencia.
– Hay personas que se llaman -Trini-, de Trinidad.
– Hay un país cerca de Venezuela, que se llama Trinidad-Tobago. Son dos islas muy juntas, que llevan esos nombres. En Caracas hay una urbanización con ese nombre también. Seguramente en otros países también.
– Simón Bolívar era muy devoto de la Santísima Trinidad.
– S. Ignacio de Loyola era también muy devoto de la Santísima Trinidad. Así aparece en los Ejercicios, en su Diario Espiritual…
La Trinidad siempre ha sido importante en la Iglesia.
Es una característica del cristianismo. Los dioses de las diversas religiones han sido siempre individualistas y personalistas.
Pero Jesús nos revela, como a sus amigos, la comunidad de las tres divinas personas.
La Trinidad es el modelo de vida para la Iglesia y la humanidad.
¿Es importante a nivel sacramental?
Invocamos amorosamente a la Trinidad en los momentos más importantes: cuando recibimos un Sacramento:
– Cuando nos bautizan o nos confirman.
– En la Misa: al principio, al fin y durante toda ella.
– En la Confesión
– En la boda
– En la ordenación de un diácono o sacerdote; en la consagración de un obispo.
– En la unción de los Enfermos.
– En el bautismo.
¿Y en la vida ordinaria?
– Al levantarnos hacemos la señal de la cruz, invocando la Trinidad.
– Lo mismo al acostarnos.
– Lo hacemos al bendecir la comida.
– Y, con especial amor, cuando nuestras hijas e hijos nos piden la bendición, y les decimos: «Que Dios te bendiga», y dibujamos en el aire la cruz con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
– Cuando nos damos un susto, nos santiguamos e invocamos a la Santísima Trinidad. Pero también, cuando recibimos una muy buena noticia: en momentos de gran alegría, o de especial esfuerzo para cumplir con nuestro compromiso cristiano.
¿Cómo se distinguen entre sí las tres Divinas Personas?
S. Agustín (354-430 d. C.) al principio se sentía confundido por no entender bien el misterio de la Santísima Trinidad.
<Un día andaba paseando en la playa. Y vio a un niño, que jugaba en la arena y que traía agua del mar a un hoyo. Y le preguntó: «¿Qué haces?». El niño respondió:
– «Quiero echar el agua del mar en este hoyo de arena». S. Agustín le dijo:
– «Es muy difícil que el agua del inmenso mar quepa en ese hoyo». El niño respondió:
«Más difícil es aún que tú entiendas el Misterio de la Santísima Trinidad».
Ese niño era un ángel del Señor.>
San Agustín entendió así este misterio trinitario: en él hay tres personas y un solo Dios verdadero:
Un Padre/Madre, que me crea y me regala una maravillosa naturaleza y con quien puedo yo relacionarme como hijo.
Un Hijo Amado, que me redime. Jesús es Dios en la historia, en la carne, en el servicio fiel del Reino de Dios, en el sufrimiento. Jesús es Dios hecho imagen visible y palpable, lloró con lágrimas como las mías, amó con un corazón como el mío, trabajó con manos como las mías, y sufrió con un cuerpo como el mío. Jesús es más que el retrato de Dios, es la presencia de Dios entre los hombres. Jesús es el centro de la vida de los cristianos, es el amor de nuestra vida; nuestra inspiración, nuestro camino.
Y el Espíritu Santo, el vínculo de amor, que mantiene unidos a Padre e Hijo. El Espíritu Santo es Dios guiándonos a la fe, limpiándonos del pecado, dándonos plenitud y salvación. Es el huésped del corazón. Él nos hace sentir la presencia amorosa de Dios que nos guía –alentándonos o advirtiéndonos- en la búsqueda constante y en la realización fiel de su voluntad.
Y nosotros nos hacemos sus hijos adoptivos en el bautismo por la sangre de Cristo; somos hechos a su imagen y semejanza, y entre nosotros somos hermanos.
Así está constituida la gran Familia de Dios. Y nuestra vocación, nuestra misión, consiste en hacernos, cada vez más, hijos de Dios y hermanos entre nosotros.
¿Cómo se suele representar a las tres divinas Personas?
El mejor cuadro es el del pintor ruso del siglo XV, A. Rublëv, titulado «Trinidad». En él aparecen tres jóvenes vestidos con túnicas parecidas, que conversan sentados en círculo sobre una mesa de poca altura, donde hay una copa con vino. Representan la armonía y la comunión entre los tres.
Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Allí conoceremos un poco más a estas tres divinas personas, que son nuestro modelo de convivencia. Ahí nos seguiremos disponiendo para ser más hondamente templos suyos y para vivir esa dichosa vocación unitaria y de comunión con mayor fidelidad.