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24 diciembre 2021

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Evangelio Dominical: El Niño perdido

Evangelio Dominical: El Niño perdido

Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama en el Domingo de Navidad, ciclo C, correspondiente al domingo 26 de diciembre de 2021.  La lectura está tomada del Evangelio según San Lucas 2, 41-52.

 

“¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?”

 

Hoy el Niño Jesús, ya crecidito, se les escapó de las manos a María y José y anduvo desaparecido varios días. ¿Dónde estaba?

 

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Tenían que llevar a sus hijos desde los 13 años con la mayoría de edad, pero las familias piadosas los llevaban un año antes.

 

Era la primera visita de Jesús al gran Templo de Jerusalén, lleno de mármol y de oro.

 

Mil sacerdotes hacían de albañiles terminando de construir el Templo.

 

Allí se sacrificaban en Pascua miles de animales.

 

Allí estaba el «Sancta Sanctorum», reservado a “la presencia de Dios”, adonde el Sumo Sacerdote sólo podía entrar una vez al año a quemar incienso y a pedir perdón por los pecados de todo el pueblo. Para los israelitas era el lugar más sagrado de la tierra.

 

Y allí Jesús, a sus 12 años de adolescente, tuvo una crisis de identidad.

 

¿También el adolescente Jesús pasó por una crisis de identidad?

 

Naturalmente. Jesús buscaba una dirección para su vida, sus raíces más profundas.

 

Y allí empieza a descubrir su origen, su propia identidad y su vocación.

 

Como ‘Hijo del Padre’ comienza a preguntarse: ¿Dios Padre necesitaba tanto animal sacrificado, tanto mármol y tanto oro para hacerse presente? Jesús necesitaba tiempo para pensar y orar, y gente con quien conversar sobre todo esto. Y allí había muchos letrados.

 

Y decidió quedarse en el Templo, aun sin permiso de sus padres.

 

Y José y María, yendo una vez más al Templo después de tres días de búsqueda, se quedaron atónitos, viendo a Jesús tranquilo en medio de los doctores, preguntando y respondiendo como una persona mayor.

 

¿Y qué le dijo María?

 

– «Hijo, ¿por qué te has portado así?”. Y Jesús respondió:

 

  • ¿No saben que tengo que ocuparme de los asuntos de mi Padre?

 

María y José no salían de su asombro. ¿Cómo es eso de que Dios es su Padre? ¿Se refiere a su nacimiento especial? ¿Cuáles son esos ‘asuntos de mi Padre’? No comprendieron entonces lo que acababa de decirles. Y regresaron a Nazaret con Jesús.

 

Y María, como discípula dócil a la Palabra divina, guardaba todo fielmente en su corazón.

 

Y Jesús permaneció con ellos hasta los 30 años. Esto indica la importancia y prioridad que Jesús le da a la vida familiar: Jesús empleó tres años en su vida pública y profesional, pero estuvo 30 años en vida familiar. Claro que esos años fueron también de seria preparación de lo que vendría después en su vida pública.

 

Aquí aparece el primer desconcierto de unos padres ante la autonomía de su hijo. Entonces: ¿qué son los hijos

 

Hay un pensador, Jalil Gibran, que nos responde así:

 

<«Tus hijos no son tus hijos… Vienen a través de ti, pero no de ti y, aunque están contigo, no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues ellos tienen los suyos propios. Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas: sus almas habitan en la casa del mañana, que tú no puedes visitar ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no intentes que sean como tú». (Jalil Gibran)

 

Hay muchas historias como la siguiente:

 

<Un año, cuando la niña tenía 11 años, la sirvienta de toda la vida dejó la casa y el trabajo. Los padres de la niña estaban a punto de emprender un viaje al extranjero y, a toda prisa, tuvieron que buscar otra sirvienta para que la cuidara.

 

Unos días antes del viaje, la niña observaba cómo su madre guardaba todas sus joyas y la vajilla de plata en la caja fuerte. Nunca lo había hecho antes. La niña le preguntó a su madre por qué lo guardaba todo bajo llave. La madre le dijo que no se fiaba de la nueva sirvienta.

 

Esta observación hirió tanto a la niña que nunca lo olvidó:

 

“¿Acaso no era ella la joya más valiosa de la familia? ¿Acaso no valía ella más que todos los cuchillos y tenedores de plata? ¿Por qué la dejaba a ella con una sirvienta de la que no se fiaba?”> (Félix Jiménez, escolapio)

 

La «Sagrada Familia», que consideramos como la familia perfecta e ideal, también vivió sus sobresaltos y problemas: dudas sobre la paternidad, pobreza, nacimiento en un establo, persecución de Herodes, desplazamiento a Egipto, vuelta a Nazaret, búsqueda continua de un nuevo trabajo, desentendimiento entre los padres y Jesús…

 

Pero Dios se sirvió de María y de José,  de esa pareja hermosa y escogida, de esa pareja en tantos aspectos parecida a muchas otras, para ir criando a su hijo Jesús.

 

¿Qué es la familia?

 

Todo comenzó con el SÍ de los esposos el día de la boda, aquel día mágico.

 

Y ese SÍ se renovó a lo largo de muchos días no tan mágicos.

 

Cuando nacieron los hijos, se reforzó el SÍ de una forma abierta y gozosa.

 

En el bautismo ponen a sus hijos en las manos de un nuevo Padre y repiten SÍ a una nueva vida, que acompañan en el santuario del hogar con la educación cristiana.

 

Y ese SÍ diario a Dios se prolongó en la educación cristiana de los hijos.

 

Despedida

 

Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Allí procuraremos asimilar los desplantes que a veces recibimos de los hijos. El reto es irlos educando en libertad, y respetando sus procesos. ¡Qué bueno que vayan a Misa los padres con los hijos!

 

José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)