Por: Franklin Cornejo (*).- El deseo del Papa Francisco de querer «una iglesia pobre para los pobres» y su decisión de llevar el nombre de San Francisco de Asís (1182-1226), el hombre de la pobreza, el hombre de la paz tiene una gran cercanía con el carisma de San Martin de Porres (1579-1639), el santo negro peruano que tuvo loables gestos y actos de caridad con los más pobres.
En el último día de su visita al Perú, el 21 de enero, se espera que el Papa Francisco se detenga unos minutos en el Convento de Santo Domingo, en el centro de Lima, donde se encuentra la tumba de San Martín de Porres, allí varios devotos, la hermandad del santo negro peruano y los pobres de las casas de acogida esperaran de pie para saludar al Papa y recibir su bendición.
Luego el Papa Francisco continuará su recorrido hasta la Catedral para venerar las reliquias de los santos peruanos, Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y San Juan Macías.
La capacidad intercesora de San Martín de Porres que obraba actos de caridad llevando pan a los menesterosos, curando a los enfermos indios, esclavos y criollos de Lima con plantas curativas que muchas veces él mismo sembraba, forman parte de las virtudes del santo peruano, que llevó el mensaje cristiano fuera de la iglesia hasta las periferias de la ciudad.
Una iglesia cercana a la gente, que dialogue con el que no sabe hacer la señal de la cruz, con el privado de la libertad, con los ancianos solos, con los pobres de los barrios, con los indígenas, con los que sufren injusticias sociales constituye el núcleo del pontificado del Papa Francisco, el ir a «las periferias existenciales» con una iglesia en «salida».
El Papa Francisco es portador de este mensaje cristiano en un mundo globalizado marcado por la violencia y la secularización, pero donde subsisten organizaciones e instituciones que practican la solidaridad, la interculturalidad y buscan el reconocimiento de la dignidad de los pobres.
El Papa pertenece a esa iglesia identificada con el pobre, él viene de esa iglesia latinoamericana, una muestra de ello es el Documento de Aparecida, en cuya redacción final participó activamente siendo aún obispo de Buenos Aires.
En tierras peruanas el mensaje del Papa latinoamericano será un mensaje esperanzador en un país polarizado por la política, con graves denuncias de corrupción contra gobernantes y ex gobernantes, y donde importantes sectores de la población no tienen acceso al agua potable y se reportan miles de casos de niños con anemia.
Este gesto de acercamiento con los vulnerables, invocando una conciencia humana en los políticos y tomadores de decisiones de la vida pública peruana recordará el mensaje de San Martín de Porres, que reclamaba justicia social para los pobres. Por ello en Perú, Bergoglio también podría ser llamado el Papa Martín.
(*) Escuela de Periodismo – Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
Iniciativa Eclesial 50° VAT II
Compartido por el Diario La República, Perú.