Por: José Antonio Varela Vidal*.- El 5 de marzo pasado y por tres días, el Papa Francisco llegó a Iraq, un país del Medio Oriente preso de sus conflictos internos, al cual le llevó un mensaje de paz y esperanza. De este modo, el Santo Padre inició un arriesgado viaje apostólico, el cual se abrió con una cálida acogida en Bagdad. Tras el saludo al primer ministro y al presidente, el Pontífice ofreció un discurso a las autoridades nacionales, a las de la sociedad civil y al cuerpo diplomático. Luego tuvo un encuentro con los consagrados católicos, que sirven en esta tierra herida por la violencia y la guerra y donde cientos de cristianos han sido martirizados.
Otros hechos que marcaron su viaje fueron el encuentro con el líder islámico, el gran ayatolá Sayyid Ali Al-Husein Al-Sistani. Sobre este acontecimiento, Francisco manifestó que había sido un mensaje para toda la comunidad religiosa, destacando que el líder musulmán fue muy respetuoso en el encuentro, y que se sentía honrado de haber sido recibido. Destacó el hecho de que el anciano líder se hubiera levantado hasta dos veces para abrazarlo, un gesto que este no realiza frente a nadie, dado el altísimo sitial espiritual que tiene en su país.
Ha quedado en la retina de los pacifistas y de quienes no lo son, la simbólica visita a la llanura de Ur, por ser un territorio en que judíos y cristianos reconocen el lugar desde donde Dios llamó al patriarca Abraham. Allí se realizó un encuentro interreligioso con los líderes más importantes del islam en Iraq y países vecinos.
La prensa vaticana destacó en un editorial, cómo el Papa había aprovechado el momento para señalar que los líderes religiosos están llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de presunta sacralidad, y a sacar a la luz los intentos de justificar toda forma de odio en nombre de la religión, y a condenarlos como una falsificación idolátrica de Dios.
Después de celebrar una Misa en rito caldeo, el Papa voló hasta la ciudad de Mosul, donde oró en medio de las ruinas de una iglesia agredida por los terroristas del Estado Islámico (Isis). Su visita concluyó con una concurrida Misa en el estadio Franso Hariri, de Erbil.
Un histórico manuscrito de oraciones en arameo, restaurado después de su profanación por militantes del Estado Islámico. Durante su visita a Iraq, el Papa Francisco devolvió el manuscrito a la Iglesia Católica, donde se conservaba anteriormente.
Un histórico manuscrito de oraciones en arameo, restaurado después de su profanación por militantes del Estado Islámico. Durante su visita a Iraq, el Papa Francisco devolvió el manuscrito a la Iglesia Católica, donde se conservaba anteriormente.
El resto fiel
Por todos es sabido el gran sufrimiento que ha padecido el pueblo iraquí en general y los cristianos en particular, debido al conflicto interno con el Isis, que ha sembrado de dolor y muerte ese país y otros, donde su ejército genocida viene actuando sin piedad.
Es por ello que el Papa animó a los cristianos «a perseverar en este compromiso, para garantizar que la comunidad católica en Iraq, aunque sea pequeña como un grano de mostaza, siga enriqueciendo el camino de todo el país».
Allí el Papa recordó que el extremismo y la violencia no nacen de un espíritu religioso, sino por el contrario, son traiciones a la religión. Otro acto de comunión con los católicos de Oriente fue la celebración eucarística que presidió Francisco en Bagdad, esta vez en rito caldeo, que es el modo en que se celebra el sacramento en esta milenaria iglesia.
Un acto significativo fue la oración que realizó en Mosul, específicamente en una de las iglesias derruidas por el Isis en diversos ataques terroristas. Allí, en un escenario que mezclaba desolación e impotencia, el Santo Padre alzó su voz para aseverar que no es lícito matar a los hermanos, en nombre de Dios. Esto en clara referencia a aquellos grupos extremistas que enarbolan la bandera para «distinguir» entre puros e impuros en las religiones.
Posteriormente en Qaraqosh, la única ciudad con mayoría cristiana de Iraq, extendió sus brazos para acoger y ser acogido por la comunidad católica, reunida en torno a él, en la recién reconstruida Catedral de la Inmaculada Concepción. Allí Francisco y la comunidad entera, fueron conmovidos por el testimonio de una madre cristiana que perdonó a quienes mataron a su pequeño hijo en un atentado terrorista.
Con palabras de aliento, Francisco llenó de coraje a los fieles y a sus pastores, invocándolos a no rendirse ni perder la esperanza. Al final de su recorrido, arribó a la ciudad de Erbil para presidir una Eucaristía donde, a modo de resumen de su visita y en respuesta a los temerosos de las consecuencias de este viaje, comunicó que había podido ver y sentir que la Iglesia de Iraq estaba viva y que Cristo vive y actúa en dicho pueblo santo y fiel.
Ecos del viaje
Ya en el vuelo de regreso a Roma, en un encuentro con los periodistas que lo acompañaron, Francisco manifestó que en este viaje se vio plasmado el espíritu del documento de Abu Dabi del 4 de febrero de 2019, firmado con el imán de Al-Azhar. De este documento se pudo dejar en evidencia que la fraternidad humana es algo importante, en la que los hombres nos reconocemos todos como hermanos. «Tú eres humano, tú eres hijo de Dios, eres mi hermano, punto», fueron las palabras del Papa, quien aseguró que se arriesgó mucho en esta visita, la cual debía realizarse de todos modos.
En un adelanto con tinte de primicia para los hombres de la prensa —quienes hicieron viral el anuncio de inmediato—, Francisco aprovechó para anunciar un eventual viaje al Líbano, y la probabilidad de que en septiembre esté presente en la conclusión del Congreso Eucarístico Internacional que se realizará en Hungría.
Con respecto al Líbano, el Papa señaló que es un país que si bien sufre, tiene la fortaleza del gran pueblo reconciliado, como la fortaleza de los cedros, haciendo alusión al símbolo de su bandera, que viene mencionado desde el AntiguoTestamento. Recordó que el patriarca Rai le pidió que en esta ocasión hiciera una parada en Beirut, pero él prefirió hacerle la promesa de organizar pronto un viaje más completo.
Posteriormente y ya desde el Vaticano, Francisco aprovechó la atención mundial que suscita la audiencia general de los miércoles para recordar —muy agradecido—, su histórico viaje a Iraq, al que reconoció como un pueblo con raíces milenarias, que tiene derecho a vivir en paz y a recobrar su dignidad.
* Periodista peruano, colaborador de SIGNIS ALC