Caracas, Venezuela.- Este viernes 30 de abril, en Caracas, se llevará a cabo la ceremonia de Beatificación del venerable doctor José Gregorio Hernández Cisneros. El Hermano Gregorio, conocido como el «médico de los pobres», es el cuarto beato venezolano. Han pasado más de 70 años desde el inicio de su proceso de beatificación y canonización, que comenzó en 1949 impulsado por el entonces arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Guillermo Castillo.
El 16 de enero de 1986, José Gregorio Hernández fue declarado Venerable por el Papa Juan Pablo II. El 9 de enero de 2020, la Comisión Médica de la Congregación para las Causas de los Santos aprobó el milagro atribuido a su intercesión: la curación de una niña alcanzada por una bala en la cabeza disparada por unos hombres que querían robar a su padre. Un milagro que también fue aprobado, el 27 de abril de 2020, por la Comisión Teológica.
La misa de beatificación será presidida por Monseñor Aldo Giordano, nuncio apostólico en Venezuela, y contará con la participación de tan solo 150 personas, en el iglesia del colegio La Salle, en Caracas, lugar que, según comentó la coordinadora de la Comisión Nacional para la Beatificación, Albe Pérez, se encuentra en la zona de la ciudad en la que José Gregorio Hernández realizó gran parte de su labor como médico, con especial atención a los más desfavorecidos.
La beatificación del venerable doctor José Gregorio Hernández Cisneros la ha venido esperando el pueblo venezolano desde hace muchos años y así lo expresó el papa Francisco en un vídeo mensaje que envió con motivo de esta beatificación: «Yo sé con cuánta ilusión esperaban, desde hace muchos años, el momento en que la Iglesia confirmase algo que ustedes creían firmemente: que el médico del pueblo está junto a Dios, y que junto a Nuestra Señora del Coromoto intercede por sus connacionales y por todos nosotros», señala.
Recordando la figura del nuevo beato, el Papa Francisco ha asegurado que el doctor José Gregorio «se nos ofrece a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad, como ejemplo de creyente discípulo de Cristo, que hizo del Evangelio el criterio de su vida, buscó su vocación, observó los mandamientos, participó cotidianamente en la Eucaristía, dedicó tiempo a la oración y creyó en la vida eterna, como dechado de bonhomía personal y de virtudes cívicas y religiosas, de apertura, de sensibilidad ante el dolor, de modestia y humildad en su vida y ejercicio profesional».
Para el papa Francisco, el venerable José Gregorio se destaca «también como un hombre amante de la sabiduría, de la investigación, de la ciencia, al servicio de la salud y de la docencia». Añade: «Es un modelo de santidad comprometida con la defensa de la vida, con los desafíos de la historia y, particularmente, como paradigma de servicio al prójimo, como un Buen Samaritano, sin excluir a nadie». «Es un hombre – puntualiza – de servicio universal».