“Duele constatar además que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la «prioridad del mercado» y por la «preminencia de la ganancia», que han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación, incluso financiera. Y mientras se habla de nuevos derechos, el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base sana. Nos pide dignidad, no limosna.”. (Papa Francisco en la FAO, noviembre 2014)
A más de festejar el Dia del Niño, debemos reflexionar y actuar sobre la realidad infantil tanto en el mundo como en nuestro país. Debemos superar la actitud contemplativa de mirar y dejar pasar, de no incomodarnos ante la gravedad de, especialmente, la desnutrición infantil.
Según Unicef, la desnutrición infantil es la falta de una dieta suficiente, variada y nutritiva, más el padecimiento de enfermedades infecciosas. Se evidencia por el bajo peso corporal y la menor estatura, comparados con los valores normales. Hay diferencia entre la desnutrición (carencia de alimentos) y la mal nutrición (exceso de alimentos) que producen obesidad.
La desnutrición es uno de los problemas más dolorosos que sufre la humanidad. Según la FAO, alrededor de mil millones padecen hambre y entre ellas, cerca de 200 millones de niños y niñas menores de cinco años. En Ecuador, a 2018, se estimaba que el 28% de menores de dos años padecían de Desnutrición Crónica Infantil (DCI).
Las consecuencias de la DCI son graves. A pesar de que su presencia se constata en los primeros años de vida, sus efectos negativos afectan permanentemente: bajo desarrollo cognitivo, ingreso tardío al sistema educativo, mayor deserción escolar, y cuando adulto, gran riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, menor productividad y, en consecuencia, dificultades para la inclusión laboral y social.
Ante esta situación hay que poner especial atención a los ‘1000 días críticos’, contados desde embarazo hasta los dos años de vida, tiempo en el que ocurre el desarrollo fundamental del niño; la falta de atención a la salud de la madre y del niño en este periodo, afectará su desarrollo intelectual para el resto de su vida, además de otras consecuencias como: mal funcionamiento de su sistema neurológico y digestivo, presencia de anemias, pérdida de masa muscular, débil sistema inmunitario…
¿Causas de la DCI? Primer nivel – inmediato: alimentación insuficiente, atención inadecuada, presencia de enfermedades; Segundo nivel: falta de acceso a alimentos, ausencia de atención sanitaria, agua potable y saneamiento; y Tercer nivel – estructural: pobreza, desigualdades sociales y limitada educación de las madres. También existen otras causas adicionales: carencia de políticas públicas para el desarrollo rural, viviendas inadecuadas, infraestructura sanitaria deficiente, además de insuficientes centros de desarrollo infantil y mala calidad en la atención.
Ante esta realidad, urge que las entidades responsables diseñen, instrumenten y ejecuten políticas públicas que garanticen el cuidado y desarrollo armónico del niño sano centrado en la lactancia materna, la atención médica integral, planes de vacunación, alimentación adecuada, acceso al agua potable y saneamiento, estimulación temprana y, principalmente, cuidado y cariño.
Indudablemente, habrá otras cuestiones que atender, como el fortalecimiento del sistema educativo, especialmente en el sector rural; educación y capacitación para los padres de familia, docentes, y responsables de su atención, así como acceso a trabajo digno, a fin de que dispongan de los recursos para el cuidado de sus hijos.
El Papa Francisco señaló que «es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo (…) el planeta está marcado por el consumismo, el desperdicio y el despilfarro de alimentos” (2013), por esa razón, debemos poner fin a la DCI. El país no puede esperar ni un día más. El Estado tiene que tomar acciones ya, y la sociedad civil debe asumir sus responsabilidades y en minga, juntos trabajar para encontrar soluciones a esta pandemia infantil. No olvidemos que los niños son el presente del futuro de nuestro Ecuador.
Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.
carta No. 136– 12 de junio 2022