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Después de las elecciones ¿Qué viene?

El futuro está sobre todo en las manos de las personas que reconocen al otro como un «tú» y a sí mismos como parte de un «nosotros» (Papa Francisco en TED Talk 2017)

Este domingo 11 de abril, elegiremos un nuevo presidente. Para los más optimistas una fiesta democrática, para algunos cumplir con un deber cívico, para otros una molestia en época de pandemia. En fin, cualquiera que sea la percepción, es importante la oportunidad para escoger, entre dos opciones contrapuestas, el futuro del Ecuador, de nuestras familias y el nuestro.

Al final del día tendremos el nombre del nuevo presidente, unos lo festejarán y otros rumiarán su desilusión. El nuevo presidente deberá superar el momento del festejo e inmediatamente comenzar a pensar, trabajar y diseñar el futuro del país.

El nuevo mandatario encontrará problemas muy serios y complejos de enfrentar y resolver: En lo político encontrará un país fracturado, con posturas extremas, con resentimientos, hasta con afanes de oposición a todo lo que pueda significar un éxito para el Ejecutivo. En lo económico, sumergido en una crisis profunda, con falta de empleo, pobreza y miseria; sin recursos fiscales y con una deuda galopante que crece día a día, sobreviviendo gracias a los empréstitos internacionales. En lo sanitario, la situación es más que crítica y alarmante, la pandemia en auge y las vacunas en medio de un caos administrativo y en manos de lo que parece ser una mafia.

El nuevo Presidente deberá, en primer lugar, conformar un equipo de trabajo serio, con personas integras, capaces, honestas, éticamente solventes, técnicamente eficientes. Debe escogerlas más allá de su círculo íntimo, de su grupo electoral, de sus interesados seguidores en busca de posiciones relevantes. Un equipo así y tan grande es difícil conformarlo, pero debe intentarlo.

Las medidas necesarias e impostergables, a lo mejor duras, deberán ser tomadas de inmediato. El país no puede esperar. La realidad nacional reclama a gritos soluciones eficaces y oportunas frente a la lentitud e ineficiencia actual.

Desde el inicio de su administración debe enviar señales muy claras y concretas de integridad, inclusión, eficiencia, eficacia, competencia, articulación… orientadas a recuperar la institucionalidad, a solventar las múltiples crisis, a ordenar el desorden existente en todos los niveles de la administración pública, a devolver la confianza a la ciudadanía, a crear trabajo, a presentar un plan sanitario para enfrentar la pandemia, a dar seguridad… es decir, debe emplearse a fondo para encontrar los caminos más expeditos para sacarle al país del hoyo en el que está sumergido. El discurso está desgastado, las acciones concretas deben hablar con obras y cambios que se noten; pensamos que uno de los peores males que nos afectan es la falta de credibilidad y desconfianza en los poderes públicos.

Todos debemos cooperar para que el país progrese siendo ciudadanos honrados, cumpliendo nuestros deberes y reclamando nuestros derechos, será importante que fortalezcamos la organización ciudadana, partidaria y no partidaria, para apoyar y respaldar lo positivo e igualmente denunciar y exigir rectificaciones de lo que esté mal.

La Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, ruega al Creador que ilumine y proteja al nuevo presidente y a su pueblo. Del éxito del mandatario, dependerá el éxito del Ecuador.

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Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz, Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe