Buenos Aires, como todas las grandes ciudades del mundo, muestra contrastes, el éxito y el fracaso toman volumen cuando se observan los estilos de vida de quienes pueden optar. Siempre están esos «otros» que no eligen, que palpitan sus miserias en las calles. Los descartados del sistema. Y para este grupo vino a instalar una casa de acogida en Buenos Aires la comunidad coreana de Kkottongnae.
El pasado jueves 16 de agosto se inauguró la primera Casa de la Comunidad Carismática Kkottongnae en la arquidiócesis porteña. El carisma de este Instituto es salir al encuentro de los más pobres entre los pobres, los sin techo, solos, abandonados, enfermos, para darles dignidad de vida cuidando su salud y condiciones de vida cotidiana en ambientes de fraternidad y respeto.
Con este motivo se celebró una misa que fue presidida por el cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires. Concelebraron el pro vicario general de la arquidiócesis de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza; el obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario para las Villas de Emergencia monseñor Gustavo Carrara; monseñor Han Lim Moon, obispo auxiliar de San Martín; el párroco de la iglesia Santos Mártires Coreanos padre Kwon Song; el párroco de la iglesia Santos Sabino y Bonifacio, padre Martín Poladian.
Las religiosas que darán servicio en esta casa — participó en la organización de la apertura de la Casa la superiora general de las hermanas de Kkottongnae, Lee In Ok– pertenecen al Instituto Kkottongnae de Hermanos de Jesús del cual es superior general el Hermano James Shin. El fundador de la obra es el padre John Oh Woong-jin.
«Jesús anda por ahí por nuestros barrios y espera que nos encontremos con ellos, y vienen las hermanas de Kkottongnae a ayudarnos a encontrar a Jesús.» (cardenal Poli)
Principales conceptos de la homilía del cardenal Poli:
• «Ya con la presencia de Jesús entre nosotros está presente el reino. Pero nos pone una condición para entrar en el reino: Él nos conoce y sabe que si queremos entrar en su lenguaje, en su modo de amar tenemos que entrar por la puerta del perdón».
• «La palabra ‘perdón’ que nos viene del griego y también tiene un sentido en el idioma de Jesús es ‘soltar al esclavo’, la idea de liberar a alguien».
• «El que perdona tiene el poder para liberar a alguien. Y esto es una especie de paradoja porque cada vez que perdonamos a alguien que nos ha ofendido en realidad nos liberamos nosotros de nuestra conciencia»
• «El que no perdona lleva a la rastra, como quien dice, como una carga pesada en su conciencia al hermano que lo tienen atado a uno».
• «Cuando salimos a la vida y alguien nos ofende, alguien nos debe algo, alguien nos hizo algo, nos cuesta perdonar. Y Jesús nos recuerda: ‘miren que si no perdonan no pueden entrar a reino de los cielos’. No están libres. Porque los esclavos somos nosotros, en ese caso. Estamos como atados en nuestro orgullo, en nuestra veleidad (…) y nos olvidamos de cómo nos perdona Dios, tantas veces, tantas veces».
• «Un padre, ¿cuántas veces tiene que perdonar a sus hijos? Siempre».
• «No te canses de perdonar (…) porque el perdón es vida. Por el perdón podemos seguir en el camino todos juntos. El amor es posible si nos perdonamos. Hay dignidad de cada uno de nosotros: del que se siente perdonado y del que perdona».
• «Cuando no perdonamos nuestra psicología sigue rayada: ‘porque me hizo esto no lo perdono’, (…) me acuerdo de la deuda, de mal que me hizo entonces vuelvo sobre el tema y así me voy rayando completamente».
• «Hay algo que el perdón ocasiona: (…) volvemos a ser hermanos, amigos, volvemos a convivir en paz».
• «El perdón es una de las formas más exquisitas del amor».
• «Esta misa, todos conocemos el motivo por el cual la estamos celebrando frente a esta casa. En esta casa van a convivir las hermanas de Kkottongnae. (…) El Sínodo nos hace descubrir en Buenos Aires dónde está Jesús, Jesús anda por nuestros barrios, y con el carisma que tienen las hermanas (…) buscan a Jesús en el rostro y en la vida de los hermanos que están en situación de calle: enfermos, ancianos… Jesús anda por ahí por nuestros barrios y espera que nos encontremos con ellos, y vienen las hermanas de Kkottongnae a ayudarnos a encontrar a Jesús. Para mí como obispo, y también para nosotros los ocho obispos de Buenos Aires, es una alegría inmensa recibir también (…) con mucha alegría a las hermanas de Kkottongnae que van a vivir en esta casa y que nos van a ayudar a buscar a Jesús y atenderlo. A mostrar también que la Iglesia de Buenos Aires está viva. Esta casa, que está en medio de la casas de la gente, va a tener una nota particular. Seguramente van a ver los vecinos que entra algún anciano, una anciana, un hombre enfermo, una mujer enferma… va a ser atendida con la caridad cristiana. Esta casa es un pequeño santuario de caridad».
• «Las recibimos con la mejor oración que tenemos: la eucaristía».
• «Siéntanse en familia en Buenos Aires, esta ciudad de Buenos Aires que tiene un rostro a veces indiferente pero que también hay mucha gente buena que se van a encontrar en el camino».
Un nutrido grupo de coreanos que viven en Buenos Aires acompañaron este evento, entre ellos, el presidente de la Asociación Civil de Coreanos en la Argentina, Lee Byung Hwan.
La casa ya está en funcionamiento: viven en ella varias personas que estaban en situación de calle y que en la actualidad tienen techo, comida, asistencia médica, compañía y cariño.
Por Virginia Bonard-SIGNIS Argentina