Facebook   Twitter   Instagram   Youtube   Flicker

Coherencia ética para ser mejores

Aún tenemos la esperanza de que algo cambiará, que la nueva normalidad, impregnará la recuperación de los valores que nos definen como cristianos: restaurar el concepto de comunidad, vivir y practicar el Amor -con mayúscula-, la fraternidad, la solidaridad, la responsabilidad, la entrega, la honestidad, la humildad, la sencillez, la condescendencia, la honradez, la confianza, la gratitud, la coherencia… Una sociedad nueva en ciernes, que cuide a los demás mientras se cuida a sí misma.

Conforme cambia el color del semáforo, la gente sale a las calles y trata de retomar la convivencia diaria… y de repente, aparece el ‘hombre viejo’, el aprovechado y aprovechador, que irrespeta el distanciamiento social en las necesarias y molestosas filas. Se aglomera en las ventas callejeras, en buses, en el ingreso a locales.

Nuevamente comprar sin planificar, endeudarse sin respaldo, pues hay que aparentar y ‘quedar bien’, eso en lo pequeño, en nuestro medio, con nuestros vecinos, con los ciudadanos de a pie.

¿Qué decir de aquellos que tienen poder e influencias políticas, sociales, económicas y hasta religiosas?, siguen con el ‘negocio’ ilícito, con el dar y recibir coimas, con la especulación, con el vender y comprar con sobreprecios, sin importar ni la salud ni la vida de los afectados por la pandemia o por la pobreza.

La falta de coherencia como sociedad vuelve a tomarse la cotidianidad. Por un lado, la esperanza de un mundo mejor!, por otro -en la práctica-, lo más negativo del ser humano y la sociedad relativista, pragmática, utilitarista, inmediatista y con un grosero materialismo, donde ‘al final, la vida sigue igual’.

Algo similar pasa con el medio ambiente: los cielos límpidos, azules, brillantes… de nuevo contaminados, los ríos recibiendo los desechos de las industrias, los campos absorbiendo químicos para intensificar la producción…
Si no hay formación de las conciencias desde niños y por el resto de la vida, más una constante actitud crítica para una reconstitución ética permanente… no habrán personas con principios, valores ni una práctica coherente con lo que dicen. Entonces, la sociedad se pervierte e incluso inconscientemente se convierte en ‘escuela de corrupción, impunidad, mentira y muerte’.

‘La ética es la medida universal del auténtico bien humano’, por lo que los individuos en uso de su libertad, somos responsables de nuestras acciones y de las consecuencias que generen. El ser humano, por naturaleza, origen y definición es un ser en sociedad, al actuar en forma libre, sin presiones o coacciones que tuerzan sus objetivos, hábitos, costumbres e ideologías, debe responder por todo aquello que hace o que ha dejado de hacer y su impacto, en mayor o menor grado en su entorno, comunidad, en su relación con los demás.

«Necesitamos interrogarnos profundamente sobre el destino final de la vida, capaz de restaurar dignidad y significado al misterio de sus afectos más profundos y sagrados. La vida del hombre, hermosa de maravillar y frágil de morir, va más allá de sí misma: somos infinitamente más de lo que podemos hacer por nosotros mismos» (Papa Francisco, 2018).

Justicia y Paz llama la atención de todos y especialmente de los cristianos y solicita, pide, ruega, coherencia en la actitud de los ciudadanos. Coherencia para ser mejores, para lograr una sociedad más humana, justa, solidaria, distinta de aquella que con la pandemia, se supone, debió quedar en el pasado.

Que la esperanza nos motive y anime cada día a superar nuestras debilidades, para recuperar nuestros valores éticos y vivir en el futuro inmediato, días mejores para todos.

———————-

Carta de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz

Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe