«Ustedes, Sr. Presidente y Sr. Vicepresidente, que asumen su mandato y que han querido comenzar, como hombres creyentes, expresando la fe de la gran mayoría de los ecuatorianos, nos hablaron del «Encuentro», nos invitaron a «Encontrarnos y ese es el principal desafío que tienen en sus manos».
(José Alfredo Espinosa Mateus, Arzobispo de Quito, 24 mayo 2021).
Ecuador ha estado marcado por divisiones y enfrentamientos estériles que nos han debilitado, impidiendo encontrarnos como país para buscar alternativas y salidas a la crisis en la que estamos sumergidos. El pueblo ecuatoriano anhela puntos de contacto para proyectar un futuro que incluya a todos. En la cultura del encuentro cada uno tiene su lugar.
El presidente Lasso así lo ha entendido y manifestó en su discurso de posesión el 24 de mayo, al proponer el encuentro como línea de trabajo. Construirlo es una tarea compleja, necesaria e inaplazable. Tarea difícil pero no imposible si se suman al trabajo las demás funciones del Estado y los ciudadanos, conscientes de la problemática que nos afecta y reclama soluciones.
Al tomar el poder, el Presidente de la República ofreció gobernar con base a diálogos y acuerdos. La Presidenta de la Asamblea Nacional habló de la «la unidad en la diversidad» para crear la «cultura del encuentro y la reconciliación». Las palabras de Guadalupe Llori representan la posibilidad de crear un ambiente de confianza, que permita eliminar las ásperas pugnas entre las funciones del Estado y promover el trabajo coherente. Las dos autoridades van por la misma línea, que no significa unanimidad de criterios, sino búsqueda de soluciones concertadas.
El presidente Lasso en su discurso aseguró que «el hambre es la peor de las desigualdades». Ese reconocimiento, a más de sembrar esperanza, abre puertas a un trabajo incansable para solucionar la crisis socioeconómica que vive el Ecuador. Una prueba que deberá ser afrontada no solo por el Ejecutivo, sino por toda la institucionalidad estatal y por la sociedad civil.
Además de la pobreza, a nuestro país le afecta la falta de unidad. Parece ser que ha llegado la hora de que «luego de más de 10 años de autoritarismo, de agresiones, los ecuatorianos asimilemos la más grande lección democrática, que no hay democracia sin la participación de los ciudadanos».
El Ecuador podría estar tomando nuevos derroteros. La prueba mayor es inmediata: la vacunación de 9 millones de ecuatorianos en los primeros 100 días de mandato, para lo cual ofreció el «más grande despliegue logístico de nuestra historia para cumplir con el más sagrado deber de un gobierno: salvar la vida de sus ciudadanos». Esperamos que esta promesa se cumpla.
Sin embargo, se han evidenciado aislados brotes de descontento: paros, críticas, amenazas… ante los que el presidente puede optar por construir puentes que signifiquen un verdadero ambiente de diálogo y conciliación o asumir una postura de represión a la protesta social. Confiamos en que la violencia no sea instrumentalizada para promover la inestabilidad en el país, ni la represión sea asumida como política de gobierno.
La cultura del encuentro se fundamenta en la comunicación cercana, en el sentir con el otro, en salir de sí mismo para darse a los más necesitados. Es una nueva forma de vida y modo de actuar con relación al prójimo, en comunidad, dejando nuestra «zona de confort». Es tiempo de ir más allá y sumar esfuerzos para caminar juntos a un Gran Encuentro Nacional como única forma de superar las crisis y promover una verdadera democracia.
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Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y en la fe