José M. Rojo G.* Mientras que mucha gente estamos preparando con ilusión el Sínodo Panamazónico de octubre del 2019 malos vientos soplan desde el vecino Brasil, con la llegada al poder del ultraderechista Bolsonaro.
El papa Francisco ha destacado varias veces la importancia de la Amazonía para todo el mundo y, especialmente lo hizo yendo a Puerto Maldonado en su visita al Perú hace un año. La cuenca amazónica tiene la quinta parte del agua dulce del planeta, más de un tercio de todos los bosques y la mitad de las especies de animales y plantas. Son 9 los países que conforman la Amazonía y Brasil tiene el 60%, seguido de Perú con el 13% y Colombia con el 10%. .
Desde este primero de Enero asumió la presidencia del Brasil J. Bolsonaro quien ya ha dicho con todo desparpajo que los 900.000 indígenas de Brasil tienen un exagerado territorio que es mucho más útil dedicado a todo tipo de industria extractiva: minería, agro-industria, hidroeléctricas, etc. (¿No les recuerda a un tal Alan Garcia que dijo que “los pobladores de la Amazonía “eran gente de segunda categoría” y que “eran como el perro del hortelano que ni comían ni dejaban comer”, por lo tanto estaba bien arrebatarles todo sin consultarlos siquiera…?).
Sí, vean, vean las “perlas” que anuncia el tal Bolsonaro:
Bolsonaro y los indígenas brasileños
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha prometido legalizar la minería y la agricultura comercial en la tierra indígena de los yanomami, en la Amazonía, una reserva de 9,6 millones de hectáreas que es “demasiado grande” para su población, según el presidente.
Bolsonaro, un exmilitar de extrema derecha que ganó las elecciones presidenciales en octubre pasado, prometió reducir aún más la protección a los indígenas, y alabó a la dictadura militar que dirigió el país entre 1964 y 1985, durante la cual miles de indígenas del Amazonas fueron torturados y asesinados, e incluso tribus enteras fueron aniquiladas.
Los yanomami han sufrido la invasión de sus tierras por grandes empresas, así como la acción de pequeñas empresas mineras que buscan oro en los ríos y contaminan la zona con la utilización de mercurio y otros metales tóxicos.
Bolsonaro dice que intenta “integrar a los indígenas en la sociedad», lo que equivale a decir que adopten el estilo de vida consumista de Occidente. Les ha prometido «vivir de las regalías» de la minería y de las «posibles hidroeléctricas que podrían ser construidas» en sus terrenos.
En Brasil existen alrededor de 600 reservas indígenas, equivalentes al 13% del territorio nacional. La población indígena es de unas 900.000 personas, de las que el 60% vive en reservas protegidas.
«La selva es un lugar sagrado para el pueblo yanomami… No queremos que los blancos lo arruinen», denunció el líder indígena Davi Kopenawa”.
¿No será que Bolsonaro quiere para él y otros poquitos millonarios lo que les pertenece por derecho y cuidan con esmero los 900.000 indígenas?
¿Que Bolsonaro ya antes de asumir ha dicho eso? Y más cosas, ¿o es que no se acuerdan? Sí, el mismo que dijo a una diputada (por ser fea): “Yo dije que no iba a violarla a usted porque usted no se lo merece».
Y el mismo que bromeó torpemente hablando de sus hijos: “Fueron cuatro hombres, con la quinta fallé y salió mujer».
Y el mismo que descaradamente afirmó: «Bobos somos nosotros, que estamos pagando impuestos. Incluso, consejo mío, y yo lo hago: yo evado todo lo posible. Si puedo no pagar impuestos, no pago».
Sí, lo que están pensando: mismo Trump corregido y aumentado. ¡Que Dios coja confesados a los brasileiros! ( y, de rebote, a nosotros).
* Sacerdote, colaborador de SIGNIS ALC