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Apostar por el perdón

Por: Vannesa Custodio*.- Hace unas semanas estuvo por Lima Leonel Narváez, Fundador de las Escuelas de Perdón y Reconciliación y actual presidente de la Fundación para la Reconciliación de Colombia.

Durante su presentación Narváez habló sobre la importancia y la necesidad de poner en práctica el perdón, la ética de la compasión y la misericordia, para sanar como personas y como sociedad. Y es que actualmente el ser humano está inmerso en una sociedad en la que la violencia se está volviendo en situación cotidiana, cargada de rabia, rencor, resentimiento, dolor, sufrimiento y hasta odio. Hay muchos factores que fomentan la rabia, el odio y el resentimiento: la ofensa, la humillación, la falta de justicia entre iguales, ya sea objetiva o subjetiva; la falta de reconocimiento por parte del agresor/a sobre el daño que ha causado; la injusticia, y el deseo de poseer lo que otros tienen, pero sin merecerlo. Lo que llama la atención en estas situaciones es que las personas piensan que al albergar odio y/o resentimiento, hacia su ofensor/a, le están haciendo daño a ellos/as. Sin darse cuenta realmente del daño que esos sentimientos les están haciendo a sí mismos.

La rabia, el rencor y los deseos de venganza son repetición de lo mismo. Estos sentimientos encadenan a sus víctimas en el pasado y bloquean el camino a nuevos futuros. Son una forma de ser – estar prisioneros/as del dolor, son un laberinto que debe ser resuelto para liberar el espíritu y disfrutar la vida. Esta situación de mantener vivo el resentimiento por lo que pasó se debe a que, generalmente las personas no toman la decisión de afrontar el dolor o la pérdida sufrida. Todos en algún momento hemos sido lastimados y esto nos ha causado heridas: unas leves, otras graves, y en ocasiones, otras que parecen incurables. Las heridas nos dejan cicatrices, para recordarnos cómo fue que nos lastimamos. El perdón no es olvido, éste nos invita a mirar con otra perspectiva los acontecimientos del pasado. Es necesaria la memoria. Una memoria reconstruida revierte esta situación para no cometer de nuevo el mismo error.

En la medida en que las personas se hacen conscientes del impacto que en sus vidas tiene la violencia y la energía que ahora dedican a estos odios y rencores, reales o creados, en esa medida podrán ir descubriendo en sí mismos los recursos necesarios para recuperarse y transformar dicha energía, reencausándola a vivir de manera más armoniosa.

El perdón es la decisión consciente de querer dejar de lado el rencor, odio, resentimiento, para liberarnos de las ataduras del pasado que nos provoca sufrimiento. El perdón es transformar la narrativa de represalia por la narrativa de compasión (Narváez). La decisión supone que el proceso de perdón se inicia desde lo cognitivo; implica una manera distinta de percibir a las personas y las circunstancias, de lo cual puede surgir una mayor comprensión y compasión por sí mismo y por los demás (Casarjian, 1998).

La vida no resulta ser siempre fácil. Es cierto; en ocasiones la vida nos lleva a experimentar –vivir- situaciones extremadamente dolorosas e incluso injustas. Llegamos a tener pérdidas irreparables, por causa de la naturaleza, por causa nuestra o por causa de otros. Pero queda en nosotros elegir con qué nos quedamos ¿con la rabia, el dolor y el rencor? o ¿con la decisión de perdonar, para superar y transformar el dolor y la rabia?

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* Coordinadora de Programa ESPERE. Instituto de Fe y Cultura de la UARM

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Compartido por diario La República, Perú.