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Adultos mayores: valor, fortaleza y esperanza

«Si deseamos tener una visión de nuestro futuro, dejemos que nuestros abuelos nos hablen, permitámosles compartir sus sueños con nosotros. ¡Hoy día necesitamos abuelos que sueñen!» (Papa Francisco).

«Mírate en mí, porque un día estarás en mi lugar» – cuando lleguemos a la tarde de la vida y empecemos a sentir el paso del tiempo, aparecerán interrogantes que solamente los años revelarán como afrontar.

La situación que atraviesa el mundo ha expuesto una serie de escenas dolorosas que enfrenta el ser humano y que por largo tiempo hemos tratado, como sociedad, de ocultar: abandono, explotación, exclusión, olvido. La sociedad ha asumido como realidad normal la «cultura del descarte» que plantea el Papa Francisco, dentro de la cual, uno de los segmentos más afectados es el de los adultos mayores.

Los medios de comunicación aluden diariamente a la crisis económica, la corrupción, la crónica roja, etc., pero en pocas ocasiones información sobre las condiciones de vida de las personas de la tercera edad en el país y el mundo. Casi nunca, muestran el testimonio de ancianos heroicos, que desde su contexto de desamparo casi total, luchan por sobrevivir y lo que es más, en muchos casos, son ejemplo de solidaridad, entereza, dignidad… tienen una actitud ejemplar de franqueza en la situación de abandono en la que viven.

Hemos convertido al adulto mayor en sinónimo de ‘prescindible’. El Estado y la empresa consideran que a cierta edad, hombres y mujeres, ya no cumplen los ‘requisitos’ para realizar el trabajo que han venido desempeñando. Diariamente se pretende, de manera vergonzosa, silenciar la voz de la sabiduría y la experiencia. No todos ejercen los derechos que constan en la Constitución política: atención gratuita y especializada de salud, acceso gratuito a medicinas; trabajo remunerado en función de sus capacidades; jubilación universal; rebajas en los servicios públicos y en servicios privados de transporte y espectáculos; exenciones tributarias, de costos notariales y registrales y acceso a una vivienda digna (art. 37). Mientras, los jubilados reclaman el reconocimiento de sus derechos en calles y plazas, por la temida quiebra del Seguro Social (carta 52).

También se les impide la libertad de que sean ellos quienes manejen las riendas de su propia vida; todos quieren disponer, tomar decisiones sobre su presente y su futuro, sin considerar sus necesidades, deseos y opciones.

Los adultos mayores continúan iluminándonos con sus historias, anécdotas, conocimiento, experiencia, siguen nutriéndonos la mente y sobretodo el alma, con su cultura, humor, ternura. Las canas que pintan sus cabelleras son las raíces que entrelazan nuestra historia. La riqueza más elevada que puede salvaguardar un pueblo es la memoria de sus mayores.

Durante este tiempo de incertidumbre, ellos han sido y son el ejemplo de disciplina, valentía, resiliencia y firmeza. Han resistido con coraje la amenaza física y psicológica del virus; han sido maestros en las virtudes de la paciencia y la humildad al permanecer resguardados, a costa de sacrificar sus actividades normales y mantenerse distantes de sus seres queridos; han aprendido a operar nuevas tecnologías para permanecer informados y en contacto con el mundo y con los suyos; y aún más, han tenido que luchar para conseguir el pan de cada día. Para ellos nuestro profundo respeto, amor y agradecimiento por ser protagonistas y héroes de esta pandemia y de la vida misma. ·

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Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe.