Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama el tercer domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A, correspondiente al domingo 22 de enero de 2023. La lectura es tomada del Evangelio según San Mateo 4, 12-23.
“Les haré pescadores de hombres”
¿Eres líder?
<Un párroco se enteró un día de que uno de sus feligreses había decidido no asistir más a la iglesia. Decía que podía comunicarse con Dios sólo, por ejemplo, en la naturaleza, como si estuviera en la iglesia. Una noche el párroco lo visitó. Sentados junto al fuego, los dos hombres hablaron de mil asuntos, pero no hablaron de la asistencia a misa.
Al cabo de un rato el párroco cogió unas tenazas y sacó una brasa brillante del fuego. Y la colocó sobre el suelo. La brasa comenzó a apagarse poco a poco y a convertirse en cenizas, mientras las otras brasas ardían y brillaban, y sus llamas bailaban alegres.
El párroco permanecía en silencio. Al cabo de un rato, el feligrés dijo:
- “El próximo domingo estaré en la iglesia”.>
Hoy Jesús elige a pescadores, futuros líderes, que puedan mantener esas brasas juntas, que somos nosotros, en las celebraciones eucarísticas, para no morir llenos de ceniza. Así podremos estar siempre brillantes y vivos.
¿Dónde eligió Jesús a los pescadores?
Jesús, después de ser bautizado por Juan el Bautista, comienza su carrera, su ministerio. Desde las orillas del Jordán, sube al norte en tres o cuatro jornadas a pie. Va a Galilea, donde manda el mismo Herodes Antipas que arrestó a Juan; por lo que debe andar con cuidado. En Galilea está Nazaret, donde Jesús pasó toda su juventud y adolescencia. Isaías había profetizado grandes cosas para Galilea unos 700 años antes de Jesús.
¿Qué dice Isaías?
La llama “Galilea de los gentiles”. Y anuncia que les llegará una gran luz. Esa luz es Jesús, que ahora va a Galilea a comenzar su misión.
Galilea es pequeña, pero densa en población; tiene mucha gente que puede escuchar el mensaje de Jesús. Muchos de sus residentes son gentiles, y está rodeada de ellos.
Por Galilea pasan importantes rutas de comercio, y ha sido invadida a menudo. Los galileos, por lo tanto, tienen más trato con los gentiles y están más dispuestos a recibir nuevas ideas que los judíos de Jerusalén.
La pesca en Galilea junto al lago Tiberíades era propia de los sectores más bajos.
Jesús se instala en Cafarnaún, la ciudad más importante de Galilea.
¿Y qué hace Jesús en Cafarnaún?
Predicar. Repetía: ”Arrepiéntanse. Cambien sus vidas. El Reino de Dios está muy cerca«. Se pueden ver como tres etapas en su mensaje:
1. Arrepentirse de los pecados
2. Conversión o cambio de mentalidad, es decir, dar vuelta y mirar en una nueva dirección. Pero no es sólo cambiar de costumbres, dejar a un lado las esclavitudes de la carne, la seducción del mundo y las tentaciones del demonio.
3. La conversión en positivo es encontrar el motor del cambio, y este motor sólo es Cristo. La conversión, que pide Jesús es seguir sus pasos: “Vengan y síganme”.
¿A quiénes llama Jesús?
A gente común y corriente, gente ordinaria y trabajadora sin ninguna preparación especial. Cristo no necesita nuestra habilidad, sino nuestra disponibilidad, como María.
Jesús llama a dos hermanos, ‘Pedro y Andrés’. Andrés había escuchado a Juan el Bautista decir que Jesús era el Cordero de Dios, y se fue tras Él, pasó la tarde con Él, y lleno de entusiasmo había ido a buscar a su hermano Simón Pedro para contarle su hallazgo. Y ellos seguían en contacto con ÉL. Y un día les llegó la llamada definitiva: “Vengan y síganme”. Lo mismo pasó con Santiago y Juan, otros dos hermanos pescadores.
Esta llamada de Jesús es rara en la cultura de entonces. Los rabinos no suelen buscar estudiantes. Más bien, los estudiantes buscan a los rabinos para estudiar con ellos. Jesús, como siempre hace Dios, ¡toma la iniciativa!, nos busca, nos habla, se comunica con nosotros. Ser discípulo es dejarse encontrar, es dejarse hacer, no es conquistar sino ser conquistado, es dejar los ídolos para seguir a Jesús.
¿Y cómo aprenden de Jesús?
Pero después Jesús hace como los rabinos de su tiempo. El discípulo rabínico tenía contacto diario con el maestro; así se formaba su carácter y aprendía la ley tanto por el ejemplo del rabino como por sus enseñanzas doctrinales.
Eso sí es ser discípulo de alguien. No simplemente sentarse a escuchar la clase.
<Un profesor de universidad le dijo a otro profesor:
-“Enrique me dice que es uno de tus estudiantes”. Y el otro le contestó:
– “Enrique está en mis clases, es verdad, pero no es uno de mis estudiantes”.>
Jesús les ofrece a estos hombres la oportunidad de observarle de cerca a diario.
Escucharán sus comentarios sobre todo lo que ocurría a su alrededor. Porque Jesús no se callaba. Aprovechaba cualquier oportunidad para plantear su posición.
¿Y qué quiere Jesús que hagan sus discípulos?
Los llama no simplemente para salvarse a sí mismos, sino para salvar a los demás, para transformar el mundo y convertirlo en el reino de Dios. Nos llama a ser pescadores en el mar de la vida. En el anzuelo ponemos la carnada, que es la buena noticia del amor de Dios y su reino. Y Jesús nos dice que el reino de los cielos está cerca.
Podemos entreverlo en las vidas de los santos que han sabido acoger la llegada del Reino. Vemos su fuerza callada y sentimos su toque amable. Al decirnos que el reino se acerca, Jesús nos dice que, si queremos, podemos vivir en este reino. Solamente tenemos que arrepentirnos – alejarnos de los ídolos que abundan en nuestras vidas – y dejar a Dios reinar.
¿Cómo responden los que llamó Jesús?
“Y ellos, dejando inmediatamente, las redes, el barco y a su padre, le siguieron”. No era mucho, pero era TODO lo que tenían:
– Las redes y el bote representan su bienestar – la manera de ganarse la vida.
-Su padre representa la conexión con su familia, con sus responsabilidades, pero también con su seguridad. Si estos pescadores estuvieran enfermos o sin empleo, sus familias les ayudarían a recuperarse.
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José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)