El beato Artémides Zatti, un laico salesiano ítalo argentino que dedicó su vida a los pobres como enfermero y farmacéutico, fue consagrado santo por el Papa Francisco, junto al beato monseñor Giovanni Batista Scalabrini, obispo de Piacenza y fundador de la Congregación de los Misionarios y de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo.
El domingo 9 de octubre Francisco canonizó en la Plaza de San Pedro del vaticano a dos miembros de la Iglesia que dedicaron su vida a los migrantes y a la salud de los pobres.
Artémides Zatti nació en Italia en 1880, pero muy joven, a los 17 años, emigró a la Argentina junto a su familia a causa de la pobreza. Se radicaron originalmente en la ciudad de Bahía Blanca. Allí el joven Artémides comenzó a frecuentar la parroquia de los salesianos y descubrió su vocación religiosa.
Como aspirante a seminarista, cuidando a un sacerdote enfermo, contrajo tuberculosis. Lo trasladaron a un hospital que habían montado los salesianos en Viedma, en la Patagonia argentina. Luego de un tiempo, Artémides Zatti se curó de su enfermedad, fue allí que decidió dedicar su vida a los enfermos y a quienes sufren. Se unió a trabajar con el padre Evasio Garrone, quien dirigía el hospital donde estuvo internado, y cuando este sacerdote falleció, Zatti quedó a cargo del hospital y trabajó allí durante 50 años, hasta su fallecimiento.
Acerca de su canonización, Isabel Gatti, ex presidenta de SIGNIS Argentina, expresa lo siguiente: “Hoy la iglesia católica universal reconoce a un gran santo! Este «enfermero de Dios», como ha sido llamado, nos dice que la vida cristiana es compromiso con los más empobrecidos, con los que están sufriendo enfermedades, con los que la sociedad de consumo descarta. Este dignísimo hijo de Don Bosco -que hizo llegar su amor concreto especialmente en nuestro sur argentino- es un modelo ejemplar de lo que significa vivir auténticamente en forma personal, y al mismo tiempo en comunidad los valores de solidaridad y servicio con alegría, que son típicos de esta propuesta de espiritualidad.”
Además de trabajar como enfermero y de dirigir el hospital salesiano de Viedma, Zatti se dedicó a estudiar farmacia, con lo cual complementó su asistencia a los más necesitados.
“Artémides Zatti -Don Zatti, como se lo conoce- finalmente llega a los altares. Desde ahora será San Artémides Zatti”, reflexiona Marcelo Fernández, miembro de la Comisión Directiva de SIGNIS Argentina.
Agrega que “Don Zatti fue el alma del Hospital San José de Patagones, desde cientos de kilómetros la gente venía a atenderse al por entonces único hospital en la Patagonia argentina. Allí, “el pariente de todos los pobres” eligió el servicio de enfermero para acompañar el dolor y el sufrimiento de los más desposeídos y rápidamente su fama de santo comenzó a divulgarse.
Tras su fallecimiento, en 1951, muchos comenzaron a encomendar sus problemas de salud al “santito” obteniendo milagrosas curaciones. El proceso de canonización incluyó de manera privilegiada la curación completa de Carlos Bossio, joven salesiano en formación, víctima de una peritonitis mientras se encontraba de vacaciones con sus compañeros; trasladado de urgencia al Hospital Muñíz de Buenos Aires, su curación fue encomendada a Don Zatti al enfrentar una septicemia aparentemente irremediable. Tras rezarle una novena se produjo el esperado milagro, Carlos Bossio estaba curado”, de esta manera Marcelo Fernández hace referencia a uno de los milagros atribuidos a “Don Zatti”.
Francisco se refirió a Zatti desde su propia experiencia.
Al recibir el sábado a los salesianos, el Papa se refirió a Artémides Zatti como un “migrante”, también dijo que era “el intermediario para las vocaciones”. Para confirmar esta última frase, Francisco hizo referencia a que cuando él era Provincial de los Jesuitas en Argentina, leyó la historia de Zatti y le pidió su intercesión ante Dios para que aumentara el número de asistentes a la Compañía de Jesús, y desde que empezaron sus oraciones, el número de laicos jóvenes aumentó considerablemente en los Jesuitas.
Artémides Zatti había sido consagrado beato en 2002 por el Papa Juan Pablo II, cuando se comprobó la realización del milagro mencionado antes. Para ser considerado santo, se debe comprobar un segundo milagro, cosa que sucedió en 2016 en Filipinas, con el caso de un hombre que sufrió un infarto cerebral y cuyo hermano era un salesiano laico que pidió una cadena de oración invocando la intercesión de Zatti, logrando la recuperación de su familiar.
Redacción: Miguel Monforte, SIGNIS Argentina