Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama en el vigésimo séptimo domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C, correspondiente al domingo 2 de octubre de 2022. La lectura es tomada del Evangelio según San Lucas 17, 5-10.
“Auméntanos la fe”
En el evangelio de hoy de Lucas los discípulos le piden a Jesús que les aumente su fe. ¿Por qué le piden esto?
Esto aparece también en los otros evangelios. Por ejemplo, en Mt 17,20 los discípulos no habían podido hacer nada por el epiléptico, a pesar de que Jesús les había dado ya el poder de curar y expulsar demonios (Mt 10,1).
El mismo Jesús les dice que su fracaso en curar al epiléptico se debe a su falta de fe.
¿Qué es fe? ¿Qué es tener fe?
Tener fe es creer que Dios nos ama por encima de todo sin ninguna condición, y por eso nos fiamos absolutamente de Él, lo amamos y lo servimos por completo sin poner nosotros tampoco ninguna condición.
Tener fe en Dios significa que, me conceda o no lo que le pido, seguiré amándolo y fiándome de Él por completo.
Tenemos fe, cuando tomamos como verdadero lo que Dios nos dice.
Nuestra fe es como un billete de mucho dinero. Un trozo de papel de suyo vale muy poco, pero tiene valor porque tiene el sello y el crédito del gobierno. Así también, nuestra fe tiene valor porque Dios la bendice.
¿Es poderosa la fe?
Sí. Jesús utiliza varios ejemplos de lo que puede lograr la fe.
– “Dirán a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar” (Lc 17, 6).
- “Pueden mover una montaña y arrojarla al mar”. (Mc 11, 23; Mt 21,21)
- Jesús mandó secarse una Y añadió: “Cuando oren pidiendo algo, crean que se les concederá, y así sucederá». (Mc 11, 24).
Los apóstoles le pidieron al Señor «auméntanos la fe» y estos hombres, llenos de Dios, sin organización, sin Internet, sin medios… pero llenos de fe cambiaron el curso de la historia. Llevaron el sol de Dios al mundo. Movieron montañas. Tenían fe.
<Cuentan que Paganini, el gran violinista, daba un importante concierto un día, y cuando salió al escenario notó algo raro en su violín. Lo miró durante unos segundos y cayó en la cuenta de que no era su famoso y valioso violín. Alguien se lo había cambiado y le había dejado uno de segunda mano. Pero dijo a su auditorio:
- «Señoras y señores, les quiero demostrar esta noche que la música no está en el instrumento sino en el alma».
Y tocó como nunca lo había hecho anteriormente: y de ese violín de segunda mano brotó una música que entusiasmó a su auditorio. El violín de primera o de segunda mano no tiene música; la música, la inspiración, el arte y el fuego están en las manos y en el alma del artista. >
La fe no depende de los medios. La fe mueve montañas.
Puedo pedirle fe a Dios, y con su ayuda la puedo alimentar para que crezca en mí.
¿Cómo puedo alimentar mi fe? ¿Cómo aumentarla?
- Por la oración, como hacen aquí los discípulos de Jesús: “¡Auméntanos la fe!” (17,2). Pedir fe es querer que Dios entre e ilumine nuestra alma. Si usted tiene en su casa las cortinas cerradas y las persianas bajas, el sol no entra, vive sin la luz del día. La fe es como el sol: ilumina nuestra vida con la luz de Dios. Debemos quitar la cortina de humo que es el pecado y abrir la ventana de la oración.
- Leyendo S. Ignacio de Loyola se convirtió leyendo los evangelios y las vidas de Santos.
- El don de de la fe se alimenta con la compañía de los hermanos. Las relaciones con gente de fe generan más fe. Por eso, es importante participar en la liturgia y en la vida comunitaria de la iglesia.
- Asistiendo y participando en retiros, ejercicios espirituales, lecturas orantes, clases de biblia, etc. La Biblia informa, corrige nuestra fe, y nos acerca a Dios para que podamos desarrollar una poderosa fe.
- Nuestra fe crece a medida que actuamos según ella. Cada don de Dios es reforzado al ejercerlo, y así es con la fe.
Hay grados de fe: unos tienen poca fe, otros mucha fe.
Póngame un ejemplo de mucha fe.
El niño se fía de su mamá y de su papá.
La Virgen María, a la que Isabel proclama feliz por creer (Lc 1,45). Después Jesús se encuentra con hombres y mujeres cuya fe le causan admiración: el centurión (7,9); la hemorroisa (8,48); el leproso que vuelve a darle gracias (17,19), el ciego de Jericó (18,22)…
¿Cómo sirve a Dios una persona de fe?
Así como Dios nos ama sin condición ni límite, así nosotros lo servimos gratuitamente sin esperar recompensa especial. Eso es tener fe. Es el estilo de Jesús.
En la parábola de los obreros contratados para ir a trabajar en la viña a distintas horas (cf. Mt 20,1-16), los que trabajaron desde la primera hora de la mañana pensaron que recibirían más que los contratados a la hora undécima, y se indignaron cuando vieron que el Señor Bueno igualaba su paga con la de aquellos que habían trabajado menos tiempo.
Por eso, el Señor Jesús, que conoce nuestro frágil corazón humano, nos invita hoy a ser servidores/as del Evangelio con total gratuidad y desprendimiento. Nuestra paga, como dicen las bienaventuranzas, es Dios mismo. “Dar gratis lo que gratis recibieron”.
<Dios llamó a dos hermanos a la vida misionera. El mayor respondió y murió mártir. Al final Dios le dijo:
- “Muy bien, siervo fiel. Me has servido por el valor de mil talentos. Voy a recompensarte con mil millones de talentos. ¡Entra en el gozo de tu Señor!».
En cambio, el hermano menor decidió ignorar la llamada de Dios, se casó y se hizo rico. Cuando le llegó la hora, el Señor le dijo:
- «Muy bien, siervo fiel. Me has servido por valor de diez talentos. Voy a recompensarte con mil millones de talentos. ¡Entra en el gozo de tu Señor!”
Al hermano mayor le agradó sobremanera esto. Y dijo: «Señor, aun sabiendo esto, si tuviera que nacer de nuevo y volver a vivir, haría por ti exactamente lo mismo que he hecho».
Esta sí que es una Buena Noticia: un Señor generoso y un discípulo que le sirve por el mero gozo de servir con amor.> Anthony de Mello, s.j., «El canto del pájaro«, pp 151-152.
Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí nos unimos a los Apóstoles, cuando le piden a Jesús: ¡Auméntanos la fe! Y Él nos enseña a servir a los demás gratis y desprendidos, como Él.
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José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)