Quito, Ecuador.- La Conferencia Episcopal Ecuatoriana, a través de su presidente, Monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil, hizo un clamoroso llamado a buscar una solución dialogada a la grave crisis social que vive el país, desde el pasado 13 de junio. Tras 11 días de un paro nacional indefinido, que se agrava cada día, el episcopado ecuatoriano, conjuntamente con otras confesiones religiosas y organizaciones de la sociedad civil, propusieron al movimiento indígena y al gobierno «una tregua».
Según dijo monseñor Luis Cabrera, esta propuesta de tregua debe implicar «compromisos concretos» y ser «acompañada por veedores y garantes de alta credibilidad, tanto a nivel nacional como internacional, que las partes juzguen convenientes».
El Diálogo es el camino
Para el titular de la Conferencia Episcopal, «el Diálogo es el camino más inteligente y fraterno; un camino que tanto el Gobierno como los diversos movimientos indígenas y sociales han comprometido su activa participación».
En una rueda de prensa que se cumplió la mañana de este jueves 23 de junio, monseñor Cabrera reconoció que el país enfrenta varias crisis, como una «crisis económica manifestada en la falta de trabajo, educación, de salud, de alimento, de vivienda, entre otras; una crisis económica agudizada por el negocio de la trata de personas, narcotráfico y el comercio de armas».
También mencionó que la crisis que afecta al país es una «crisis social expresada en la inseguridad y el descontento que afectan a la convivencia pacífica y al desarrollo de toda la población».
De igual manera, señaló que hay una «crisis política que, en muchos casos, ha dado la espalda a las grandes aspiraciones de nuestro pueblo, preocupándose casi exclusivamente de sus intereses de partido o movimiento».
A estas manifiestaciones de la crisis que vive el país, dijo, se suma una «crisis ética en todas las esferas de la vida pública y privada, como la corrupción que usurpa los recursos de todos los ecuatorianos» y una «crisis ecológica que pone en serio peligro la existencia de la casa común por la explotación y la contaminación».
Según agregó, estas y otras crisis «desafían a buscar, de una manera realista, valiente y creativa, las mejores soluciones que beneficien a todos los pueblos y nacionalidades de nuestro país, particularmente a las grandes mayorías empobrecidas y excluidas de la sociedad».
Para el máximo representante de la Conferencia Episcopal, para que la tregua sea posible propone «Apoyar un canal directo de diálogo entre el Gobierno y el Movimiento Indígena», así como suspender «todo acto de violencia entre las partes» y la creación de «zonas libres de conflicto, donde se garantice la paz», como el parque El arbolito, las universidades que son centros de acogida, la casa de la cultura, la Plaza Grande y la Asamblea.
De igual manera, solicitan que «de forma inmediata a la aceptación de la tregua, se abra paso a alimentos en todo el país mientras se dialoga y que se respete el acceso a servicios básicos y salud, especialmente el suministro de medicinas a hospitales y centros de salud«.
Para todo este proceso, la Iglesia se ofrece actuar como veedora y desarrollar una campaña de apoyo humanitario, paz y promoción del diálogo, al tiempo que invita a « otros actores sociales a generar un llamado a la paz».
«Invitamos a un diálogo incluyente con participación de sociedad civil, academia y otros sectores de forma amplia y plural», dice el comunicado de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, al que adhirieron representantes de otras confesiones religiosas como la iglesia Luterana y la Confederación de Iglesias Evangélicas del Ecuador.
El comunicado íntegro está disponible aquí.