“La esperanza es audaz: sabe mirar más allá́ de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna” (Papa Francisco, Fratelli tutti No 55).
La Comisión ecuatoriana Justicia y Paz invita a escuchar, discernir, interiorizar y compartir el mensaje de los Obispos del Ecuador, dirigido «a los ecuatorianos de buena voluntad «, el pasado 29 de abril. En este mensaje y desde su «compromiso de caminantes junto al pueblo, desde la escucha y participación en sus penas, gozos y esperanzas (GS 22)», puntualizan varias realidades que afectan gravemente el presente y futuro del país y ponen en riesgo la propia institucionalidad del Estado y que se convierten en desafíos para el pueblo y especialmente para los creyentes.
Con claridad y contundencia han sintetizado las amenazas en tres puntos:
1. La creciente ola de pobreza, de violencia e inseguridad, que nos llena de luto y dolor y genera un ambiente de miedo y desconfianza.
2. La crisis política e institucional, manifestada en la pugna de poderes y el vacío ético y jurídico, que impiden vivir en una sociedad de justicia y equidad.
3. Una cultura de muerte que impone leyes que nada tienen que ver con los valores de nuestra sociedad; y que van en contra de la defensa de la vida desde la concepción, del respeto a la familia y del cuidado de la Casa Común afectada por el extractivismo desmesurado, perjudicando a pueblos y comunidades, sobre todo en la Amazonía.
En este escenario de amenazas, ambiciones, corrupción, impunidad, inseguridad y muerte, los obispos hacen un llamado claro y concreto a que volvamos nuestros ojos al Señor Resucitado, a que saquemos nuestra fe a la calle y actuemos decididamente para cambiar esa realidad y trabajar sin descanso para “que todos tengamos vida y vida en abundancia” cfr Jn 10,10).
Ante el Señor de toda la Historia que se hace presente aquí y ahora, que acompaña a su pueblo, que vive en luchas, que peregrina gritando “Ven Señor no tardes”, y se manifiesta en múltiples formas en la fe de nuestro pueblo, nos dicen “En medio de estas realidades desafiantes, en que el Dios de la Vida nos llena de fortaleza y esperanza, constatamos también que la fe de nuestro pueblo sigue siendo su más grande riqueza: hemos sido testigos de las manifestaciones de solidaridad y cercanía con los que sufren…”
Nos hacen un llamado a todas las personas para que, sin distingos ni divisiones, nos unamos sin reservas, con transparencia y sinceridad para exigir nuestros derechos y cumplir nuestras responsabilidades, para trabajar por nuestro país y encontrar, juntos, caminos de diálogo y solidaridad, consensos mínimos que nos permitan enfrentar la devastadora situación en la que está el país. Solamente de forma mancomunada, sin egoísmos, ni agendas ocultas, alcanzaremos objetivos nacionales de bienestar y desarrollo, previamente acordados, para toda la población, especialmente para los más pobres y vulnerables, por ello nos dicen «Nuestra gratitud a todos los ecuatorianos, hombres y mujeres, comprometidos con la paz y la justicia, con la defensa de la vida, de los derechos humanos y ambientales, siempre dispuestos a mejorar la calidad de vida de los migrantes, los encarcelados, los jóvenes, los enfermos y excluidos de la sociedad, los bienaventurados de Dios (Mt 5)».
Si queremos salir de esta devastación, tenemos una labor inmensa por delante que, junto a nuestros pastores, debemos procesarla ante el Señor Jesús para interiorizarla y asumirla como tarea y responsabilidad ineludible, con el único objetivo de construir una Patria grande, en la que quepamos todos, sin exclusión ni explotación, donde prime la justicia y la paz. Debemos ser profetas de vida y esperanza, dando ejemplo y actuando como Dios manda.
Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.
carta No. 131– 8 de mayo 2022