Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama en el octavo domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C, correspondiente al domingo 27 de febrero de 2022. La lectura es tomada del Evangelio según San Lucas 6, 39-45.
“¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?”
Pregunta 1 – Jesús es muy imaginativo, utiliza muchas imágenes. ¿Qué significan las que usa hoy?
Hoy Jesús nos presenta tres imágenes para decirnos cómo tienen que ser nuestras relaciones en la comunidad cristiana.
La primera se refiere a quiénes deben ser nuestros guías.
Y Jesús pregunta: “¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?” (Lc 6, 39b).
Esto lo trata Charlie Chaplin en una película. Dos ciegos se van acercando a un hoyo, y nos preguntamos ¿Qué pasará? Pero Chaplin encuentra la manera de sorprendernos al caer.
Pregunta 2 – ¿Qué nos enseña la imagen del ciego que guía a otro ciego?
Hay varias clases de guías:
Algunos guías son ciegos. Y debemos tener cuidado de no caer los dos ciegos en un hoyo. Para ello es el discernimiento, como lo llama S. Ignacio.
Pero hay otros guías que saben muy bien lo que quieren. Hoy día hay tantos gurús, que quieren controlar nuestros espíritus, los negocios, la política, la salud, los romances, la familia… Lo triste es que tales gurús siguen su propio plan oculto – un plan egoísta. Algunos son predadores económicos o sexuales. Otros son idealistas, pero malos guías. Muchos han destruido sus propias vidas, pero creen que pueden ayudar a otros a tener éxito en las suyas. Ven nuestra debilidad – y por dónde se pueden aprovechar de nosotros.
Todos somos guiados, pero también somos guías: padres, maestros, sacerdotes…
Y como guías, tenemos muchas preguntas: ¿Cómo tengo que guiar? ¿Quién depende de mí? ¿Guío con un buenel ejemplo o soy motivo de escándalo con mi vida desordenada?
Pregunta 3 – ¿Cómo elegir al mejor guía? ¿A quién debo seguir?
Un buen guía conoce el camino, pero conoce también sus obstáculos y el final del camino.
Como creyentes, somos guiados por el mejor de los guías, Jesús.
Si nos dejamos guiar por Jesús, si le escuchamos y le miramos a Él, seguro que nosotros seremos también guías que ven claro, guías que se sacrifican por sus hijos, por sus alumnos, por sus feligreses… guías que no tiran la toalla, sino que caminan hasta el final.
“¿Qué haría Jesús?”. Mantengamos este tipo de pregunta en nuestra mente. Nos ayudará mucho a hacernos más y más como Jesús en nuestros pensamientos y acciones.
Jesús es más que un buen consejo y más que una frase que repetimos. Jesús es una manera de vivir. Jesús es una llamada a vivir nuestras responsabilidades. Debemos ser “capaces de practicar el amor radical y el perdón basado en la merced que Jesús vivió y enseñó” (Holwerda, 341).
Pregunta 4 – ¿Podría usted nombrar a tres personas que hayan influido y dejado huella en su vida? ¿Sus tres mejores maestros?
Quizá diré que son tres: mis papás y Jesús; quizá añadiría algún profesor.
Las primeras y mejores lecciones las aprendimos en casa. Los niños hoy tienen celular, Internet, televisión… y ahí aprenden de todos. Pero, ¿tienen personas que los orienten en lo que ven? ¿Sus papás se preocupan de lo que sus hijos ven?
Y nuestros papás nos llevaron a otro maestro: a Jesús, que nos enseña sobre todo con su ejemplo. Es el maestro que sabe y nos enseña. Jesús es «el maestro de la vida».
Para aprender las cosas de Dios tenemos un maestro, Jesús. Las cosas de Dios se transmiten de persona a persona, de creyente a creyente. La fe es una persona, Jesús. Para saber de Dios, tengo que acudir al Maestro, a Jesús. Sólo Él me lo puede dar a conocer.
¿Es Jesús el mejor maestro de mi vida? ¿Ha dejado huellas profundas en mi vida?
Pregunta 5 – ¿Qué nos enseña la segunda imagen; la del ojo impedido?
Se refiere a la persona, que murmura y critica.
Jesús reclama: “Hipócrita, echa primero fuera la viga de tu ojo, y entonces verás bien para poder sacar la paja que está en el ojo de tu hermano” (Lc 41-42; Mateo 7:3-5).
“No juzgues y no serás juzgado”. El que se fija en las imperfecciones de los demás, también es imperfecto, y el juez imperfecto también deja mucho que desear.
Es verdad que hay que denunciar el mal, sobre todo el mal público, y hay que manifestarse contra la injusticia social.
Pero Jesús se refiere a nuestras relaciones personales, familiares, de grupo. Nos advierte sobre el peligro de agrandar el mal de los demás, ignorando el mal que anida en nuestro corazón. La crítica siempre tiene que empezar por uno mismo.
Pregunta 6 – ¿Quién puede juzgar con propiedad?
Érase una vez una joven pianista que daba su primer concierto. Al final del concierto todos puestos de pie aplaudieron a rabiar. Y el manager le dijo:
-”Mira, todos están de pie aplaudiéndote, menos ese viejito de la primera fila”.
La pianista entristecida le contestó: «Sí, pero ese viejito es mi maestro«. Y sabe los errores que cometí.
Sólo el Maestro con mayúscula, Jesús, puede juzgarnos hoy a su pueblo aquí reunido. Si Él no aplaude, mala señal. Sólo Dios es el juez de la gente. Sólo Él conoce nuestros corazones. Sólo Él conoce cuándo y cómo responder al pecado.
Pregunta 7 – ¿Cómo conocer al verdadero cristiano? ¿Cómo ser verdadero cristiano?
Jesús nos indica una tercera imagen de cómo discernir apropiadamente.
“Por los frutos los conocerán” (Mateo 7:20). No hay árbol sano que dé fruto podrido, ni árbol podrido que dé fruto sano. No se cosechan higos de los cardos ni se vendimian uvas de los espinos.
Ojalá que nuestras palabras y acciones reflejen lo que siente nuestro corazón espiritual, de la misma manera que una radiografía (o una imagen por resonancia magnética) refleja la condición de nuestro corazón físico. La persona que no dice la verdad o que utiliza palabras que hieren, no tiene un problema de comunicación; lo que tiene es un problema de mal corazón.
Cuidado con la crítica negativa. Recordemos la parábola del fariseo, que rezaba así:
– “O Dios, gracias te doy porque no soy como los demás: ladrones, adúlteros. Y, por cierto, no soy como ese publicano recaudador de impuestos, que está allí lejos. (Lc 18, 9-14).
Si me preguntan por los defectos de mis compañeros, en seguida les digo: “Una multitud”. Pero, si me preguntan por sus cualidades, tardaré una hora en encontrarlas y decirlas. Jesús dice: “No juzgues, y no serás juzgado”.
Y el Papa Francisco dice: “¿Quién soy yo para juzgar?
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José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)