Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama en el séptimo domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C, correspondiente al domingo 20 de febrero de 2022. La lectura es tomada del Evangelio según San Lucas 6, 27-38.
“Amen a sus enemigos”
Pregunta 1 – ¿Cómo debo tratar a los demás? ¿Cómo me traten? ¿Con reciprocidad? ¿Es decir: si me tratan bien, los trato bien; y si me tratan mal, los trato mal?
Esta era la norma y la práctica de la antigüedad. El Código de Hammurabi (del siglo XVIII a. C.) especificaba el ojo por ojo y el diente por diente: “Haz a los demás lo que te hagan a ti”. Pero hay quienes se adelantaban: «Haz antes a los demás lo que te quieran hacer a ti”.
Algunos llaman a esto “Justicia”. Pero es ‘venganza’. Jesús nos dice que este tipo de reciprocidad no es un comportamiento del Reino de Dios. Así como Dios va más allá de la justicia a la misericordia, debemos hacer lo mismo, pero solo a través de la gracia de Dios.
Pregunta 2 – ¿Cómo explica Jesús el fin de la reciprocidad?
El evangelio de hoy trata cuatro puntos sobre este tema:
1 – ¿Qué hacer con personas que nos maltratan?
Jesús comienza esta sección diciendo: «Ama a tus enemigos», y pone tres y tres ejemplos: En el primer set: “Haz el bien a los que te odian” (v. 27b), “bendice a los que te maldicen” (v. 28a), “ora por los que te maltratan” (v. 28b).
En el segundo set de tres, él dice: “Al que te hiera en la mejilla, ofrece también el otro” (v. 29a), “al que te quite la capa, no te guardes el abrigo” (v. 29b), y “Dale a todos los que te lo pidan, y no le preguntes quién te quita tus bienes para devolverlos” (v. 30).
Los ejemplos que Jesús proporciona para ilustrar la palabra «amor» no están dirigidos a los sentimientos sino a las acciones. No significa que debamos tener sentimientos cálidos y confusos hacia quienes nos maltratan. En cambio, debemos actuar de manera calculada para beneficiar a la otra persona, para hacer que el bienestar de esa persona sea nuestra preocupación.
No debemos permitir que personas de principios menores establezcan la agenda. Debemos tomar la iniciativa amando, haciendo el bien, bendiciendo y orando. Jesús lo demostró en la cruz: no maldijo a sus enemigos, sino que oró por su perdón.
Y termina con la Regla de Oro: “Traten a los demás como quieran que les traten a Ustedes” (v. 31). Algunos la interpretan en plan negativo. Philo dijo: «Lo que odias sufrir, no le hagas a nadie más». Los estoicos dijeron: «Lo que no deseas que te hagan a ti mismo, no lo hagas a ningún otro» (Barclay, 77).
Jesús la amplía en plan positivo. No solo debemos evitar comportamientos que no quisiéramos experimentar, sino que debemos practicar comportamientos que nos gustaría experimentar. Esto es mucho más proactivo y dinámico.
Pregunta 3 – ¿Cuáles son los otros tres puntos?
El segundo es: ¿Qué hacer con las personas que nos tratan bien?
Aquí Jesús nos alerta. Dar el bien por el bien es simplemente reciprocidad, y la reciprocidad no es el comportamiento del Reino de Dios. Incluso las personas que no siguen a Cristo dan bien por bien. Como discípulos de Cristo, debemos dar bien, si hemos recibido bien o mal. No debemos estar motivados por deudas que le debemos a otras personas o que nos deben a nosotros.
El tercero es: ¿Cómo debemos ser misericordiosos con los enemigos?
Aquí Jesús nos da los fundamentos teológicos de la conducta no recíproca. Debemos amar, hacer el bien y actuar con generosidad, porque «seremos hijos del Altísimo».
“Sean, pues, misericordiosos, como también su Padre es misericordioso” (v. 36)
El último es: Jesús nos recomienda no juzgar de pronto a los demás.
Somos inclinados a juzgar mal a los demás. Jesús nos previene de eso.
Debemos ser capaces de identificar el bien y el mal. Esto implica el discernimiento ignaciano de los Ejercicios Espirituales.
Pregunta 4 – ¿Cómo podemos medir el amor que Jesús nos pide?
He aquí una posible clasificación de los niveles del amor exigido por Jesús de menor a mejor nivel, como si fueran los pisos de un edificio:
1er piso – Debemos ser justos, respetando los derechos de los demás.
2º piso – Amar a los demás, quitando el odio.
3er piso – “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esta es la verdadera igualdad entre todos, que no supone ‘primero yo y los míos’.
4º piso – Opción preferencial por los pobres. Los papás quieren a todos sus hijos, pero tienen como una ‘opción preferencial’ por el enfermo? A Dios le ocurre lo mismo.
5º piso – “Amen a los enemigos”. En la cruz dijo. “Perdónales, que no saben lo que hacen!”. Paso siguiente: Reconciliación.
6º piso – “Ámense como yo les he amado”, hasta morir en cruz.
Pregunta 5 – ¿Podemos establecer diversos Grados de Amor [EE 164-168]
1er Grado de Amor: Cumplo con lo mandado, con mi obligación, lo mínimo. Como enfermera que cuida a desconocido, hasta que termine su horario de trabajo.
2º Grado de Amor: Me da igual pobreza que riqueza, vida larga que corta, honor que deshonor. Indiferencia (Principio y Fundamento). Pero si se me pide, lo hago.
3er Grado de Amor: Quiero lo que prefiere Jesús. Me identifico con Él. Aunque sea igual gloria de Dios, quiero y elijo pobreza y oprobios por imitar a Jesús, que prefirió ser pobre. Éste es el culmen de la Civilización del amor.
Pregunta 5 – ¿Quiénes son los preferidos de Jesús?
Los pobres y necesitados. Hay una serie de textos, que nos orientan en su respuesta: Vida Oculta de Jesús, Sinagoga de Nazaret, Pobre Lázaro y Epulón, Joven rico, Fariseo y Publicano, Bienaventuranzas, “Si no se hacen como niños”, Los últimos los primeros, Juicio Final: “Tuve hambre” (A mí me lo dieron. Yo soy el pequeño, el que tiene hambre). Jesús tiene un amor preferencial por los necesitados, se identifica con ellos. “Siempre que lo hicieron con uno de estos pequeños, conmigo lo hicieron”. (Mt 25, 31-46).
Dios eligió lo necio (1Cor 1, 27-28), Se humilló (Filipenses 2, 5-7). Ignacio se hace peregrino: sólo y a pie. Textos clave para esta semana (Ver Huarte 2014: 207-208).
Punto 3: La vida oculta (Ver en Huarte 2014: 208-209: lunes). [EE 134, 271]. Jesús vivió 30 años en Nazaret. Imaginar un día cualquiera de Jesús en Nazaret. Vivió como un vecino más. Nos enseñó el valor del ejemplo, de lo pequeño y del estar cerca de la gente. ¿Por qué la vida corriente vale tanto a los ojos de Dios? (Huarte 2014: 209,6). Cómo debe ser mi vida? Austera, Sin afecciones desordenadas, “En todo amar y servir”, Humilde (como el hijo del carpintero).
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José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)