«El trabajo es un factor indispensable para construir y mantener la paz; es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo, colaboración con otros, porque se trabaja siempre con o por alguien. El trabajo es el lugar donde aprendemos a ofrecer nuestra contribución por un mundo más habitable y hermoso.”
(Papa Francisco – 55 Jornada Mundial de la Paz, enero 2022).
El Ecuador al igual que muchos países está sumergido en una profunda crisis socioeconómica. La crisis social, reflejada en la pobreza y sus derivaciones y cuyo origen se ubica en la mala distribución de la riqueza, el mal manejo económico y la corrupción a todo nivel, deterioran aceleradamente la calidad de vida de los ecuatorianos que se traduce en intranquilidad, injusticia, violencia, sin visos de cambio en el corto y mediano plazo.
Antes del covid-19 la falta de trabajo ya era un inmenso problema, solo el 38% de la población en edad de trabajar tenía un empleo adecuado (3,15 millones); con la pandemia se complicó, llegando a bajar hasta el 28% (2,32 millones) y no se ha recuperado. Hasta noviembre de 2021 esta tasa era del 33,7% (2,85 millones), es decir que solo 1 de cada 3 personas tiene un trabajo seguro, 24% son subempleados, 26% tienen algún tipo de trabajo y 10% no tienen empleo remunerado, aunque según las cifras solo el 4,4% es desempleado. En el sector rural esta es aún más grave y complicada. Esta realidad refleja un gran deterioro que bajo ninguna consideración garantiza condiciones de vida digna y respeto a los derechos fundamentales del trabajador. Durante la pandemia muchas empresas cerraron y liquidaron a sus trabajadores con cantidades irrisorias. Quienes tienen trabajo viven en medio de la ansiedad y desesperación porque el salario no les alcanza para satisfacer sus necesidades básica y los que están en el subempleo y desempleo, la mayoría, simplemente buscan alguna estrategia de sobrevivencia.
«El mundo del trabajo se ha visto agravado por la pandemia del covid-19. Millones de actividades económicas y productivas han quebrado; los trabajadores precarios son cada vez más vulnerables; muchas personas que desarrollan servicios esenciales permanecen aún más ocultos a la conciencia pública y política… Asimismo, los jóvenes que se asoman al mercado profesional y los adultos que han caído en la desocupación, afrontan actualmente perspectivas dramáticas», expresa el Papa Francisco.
«El impacto de la crisis sobre la economía informal, que a menudo afecta a los trabajadores migrantes, ha sido particularmente devastador. A muchos de ellos las leyes nacionales no los reconocen, es como si no existieran. Ellos y sus familias viven en condiciones muy precarias, expuestos a diversas formas de esclavitud y privados de un sistema de asistencia social que los proteja»… continúa diciendo Francisco.
La respuesta a esta situación sólo puede venir a través de una mayor oferta de las oportunidades de trabajo digno, porque «el trabajo, en efecto, es la base sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad». Es importante retomar la humanización del trabajo frente a la máquina, invento útil pero muchas veces perjudicial y nocivo. Es imperativo concientizar la necesidad del trabajo, como parte inherente a la vida de las personas y su realización personal.
Entonces, es un desafío inmenso y urgente promover condiciones laborales, legales, éticas y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación y profundizar en la responsabilidad social: gobierno, empresarios y ciudadanos, para encontrar mejores días para la humanidad y construir la paz. Ojalá todo esto se plasme en una Ley Laboral en que en el centro esté el ser humano y no el capital.
Tenemos que unir las ideas y los esfuerzos para crear las condiciones, promover e inventar soluciones reales que beneficien a los más pobres y vulnerables, para que todo ser humano en edad laboral tenga la oportunidad de contribuir con su trabajo al bienestar de la familia y al desarrollo de la sociedad. Debemos comprometernos, como país, a crear fuentes de trabajo dignas, solo así crearemos justicia y paz.
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Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.