«Estoy seguro de que el Espíritu nos guiará y nos dará la gracia para seguir adelante juntos, para escucharnos recíprocamente y para comenzar un discernimiento de nuestro tiempo, siendo solidarios con las fatigas y los deseos de la humanidad.» (Papa Francisco, apertura oficial del Sínodo de los Obispos, octubre 2021).
El Papa Francisco interroga sobre un tema decisivo para la vida y la misión de la Iglesia: la Sinodalidad… y nos propone «encontrar, escuchar y discernir». Estamos rumbo al Sínodo en el 2023. En este camino, hace poco concluyó la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe con el lema «Todos somos discípulos misioneros en salida». Fue un tiempo para el discernimiento que impulsa a abrir nuevos caminos misioneros hacia las periferias geográficas, culturales y existenciales, planteados en doce desafíos.
La sinodalidad es «caminar juntos» y expresa la identidad de la Iglesia como el pueblo en peregrinación hacia el Reino de Dios; subraya la dignidad de los cristianos y afirma su corresponsabilidad en la misión evangelizadora.
Pese a esta verdad, en la práctica vivimos cierto clericalismo en la Iglesia, no la sentimos como nuestra, sino como ese espacio piramidal impuesto por ‘curitas’ y ‘monjitas’. Por lo tanto, no nos sentimos parte ni protagonistas. Dependemos de las autoridades religiosas y éstas, en muchos casos, se consideran superiores al pueblo común de los creyentes. Pese a ser parte de la Iglesia –del mismo pueblo–, históricamente se han creado diferencias… de tal o cual movimiento, o comunidad, o jerarquía y nos olvidamos que somos hermanos de la fe, hijos del mismo Dios que «acompaña a nuestro pueblo, que vive en nuestras luchas…».
Cuando hablamos de sinodalidad –caminar juntos–, es una invitación al diálogo entre iguales, entre cristianos y con otras religiones… El Papa señala que la sinodalidad es lo que Dios espera de nosotros en este siglo, es el proyecto, el plan para la Iglesia.
La sinodalidad es comunión, por lo que en la Iglesia debería existir consenso e integración de todos, de las distintas diversidades, proceso de sinergia o de convergencia, creación de armonía y por eso es necesario la actitud de escucha. Igualmente supone participación, el camino se lo hace y recorre juntos, dando pasos grandes o pequeños, arrimando el hombro, con voz y presencia, como hermanos e hijos de Dios, cada uno con una responsabilidad o una vocación, pero participando de la misión de servir en forma activa, creativa y solidaria, construyendo el Reino de justicia, de paz y amor.
Muchas veces nos quejamos porque a pesar de ser mayoría, los laicos son marginados en los momentos de tomar decisiones. Pero al mismo tiempo, constatamos que ese numeroso pueblo espera que los pastores tomen las decisiones, hayan o no escuchado la voz de todos, especialmente la de los sencillos, de los pobres. La sinodalidad invita a cambiar estas posturas.
Caminando y reflexionando juntos sobre lo recorrido, en este segundo año de preparación al Sínodo, debemos como Iglesia – pueblo de Dios, buscar, experimentar y discernir los nuevos procesos pastorales que pueden ayudarnos a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirnos a la misión.
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Carta semanal de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.